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CEPAL: Un tercio de los latinoamericanos sufre discriminación y racismo

Según un estudio publicado por la Comisión Económica para América Latina, la pobreza, la marginalidad y la exclusión se han convertido en una característica estructural para los pueblos indígenas y afrodescendientes de América Latina y el Caribe.

22 de Marzo de 2002 | 21:03 | AFP
SANTIAGO.- Un tercio de la población de América Latina y El Caribe, unos 185 millones de personas, sufre discriminación y racismo, según un estudio de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), divulgado el viernes en Santiago.

El informe de los investigadores Alvaro Bello y Marta Rangel, publicado en la Revista de la CEPAL No. 76, destaca que la pobreza, la marginalidad y la exclusión se han convertido en una característica estructural para los pueblos indígenas y afrodescendientes en América Latina y el Caribe.

Los primeros suman entre 8 y el 15% de la población total, mientras que los afrodescendientes (negros y mulatos) llegan a un 30%. En total, alrededor de 185 millones de personas. Tras siglos de exclusión y negación, ellos siguen siendo tratados como minorías, aunque en muchos casos no lo son, señala el documento.

Bello y Rangel indican que "en muchos países se sigue considerando a los negros e indígenas como seres inferiores o de segunda categoría".

Explican que "el color de la piel, la cultura o la religión como razones de la exclusión y el racismo obedecen a mecanismos social y culturalmente creados por la sociedad para 'justificar' de manera seudocientífica tal exclusión".

Los investigadores expresan que las cifras de pobreza por origen étnico-racial muestran diferencias de varios puntos con respecto al resto de la población y, en los casos más extremos, como Guatemala, México y Perú, la diferencia entre indígenas y no indígenas puede alcanzar de 20 a 30 puntos porcentuales.

A su vez, los afrodescendientes también viven en su mayoría en situaciones de pobreza. En muchos casos perdieron sus principales recursos de subsistencia (la tierra, el territorio y recursos naturales) y emigraron a los centros urbanos.

Si bien los analistas reconocen que ha habido mejorías en los últimos años, las demandas de indígenas y afrodescendientes tienen ahora mayor visibilidad, tanto en los países de la región como en los foros internacionales.

Destacan que los indígenas se dividen en unos 400 grupos lingüísticos diferentes, y suman entre 33 y 35 millones de personas.

En Bolivia constituyen 81% de la población; en Guatemala 50%; en Perú 40%; en Ecuador 30% y en México 13%.

Señalan que aunque a los indígenas se les sigue asociando al ámbito rural, la migración campo-ciudad y el crecimiento natural de la población de origen indígena en zonas urbanas representan una realidad cada vez más evidente.

En Chile, por ejemplo, se calcula que un 80% del casi un millón de indígenas censados en 1992 reside en áreas urbanas.

En Ciudad de México, Bogotá, Santiago o Lima se han formado verdaderos barrios indígenas que reciben sucesivas oleadas de nuevos inmigrantes.

Bello y Rangel advierten que otro fenómeno importante es el de las poblaciones desplazadas: en El Salvador y Nicaragua debido a las guerras civiles y zonas de conflictos, como el estado de Chiapas en México y, sobre todo, en Colombia, donde la situación para los indígenas tiende a empeorar cada día.

Sostienen que la mayor parte de los indígenas vive en extrema pobreza y que las minorías étnicas muestran un deterioro en sus condiciones de salud superior a la media de la población general.

En casi todos los países de la región están excluidas, en diferentes grados y formas, de la protección social en salud. En Bolivia y Venezuela, las provincias con mayor número de indígenas son las que exhiben los peores indicadores de salud del país.

Según el informe, en la región hay 150 millones de afrodescendientes (población negra, mulata y mestiza) que viven en Brasil, donde son el 50% de la población, en Colombia (20%), Venezuela (10%) y en el Caribe (16%).

En el caso de Brasil, los negros y mulatos enfrentan mayores dificultades de acceso y permanencia en el sistema educacional, destacando que en 1992, de los 50.000 estudiantes de la Universidad de Sao Paulo sólo 2% eran negros.

Los investigadores proponen orientar la mirada hacia las diferencias, viendo en las identidades no un peligro de separatismo o "balcanización" de la región sino una manera renovada de entender los derechos humanos, los procesos socioculturales y la superación de la pobreza y la marginalidad.

La identidad étnica y el "desafío de la diversidad" pueden ser mirados como una forma singular de "capital social" y cultural desde el cual es posible enfrentar cuestiones como la competitividad y los objetivos de crecimiento económico.
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