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"Tupamaros" de Venezuela aseguran que podrían tomar las armas

El grupo, que asegura disponer de células de trabajo en todo el país, vaticina que en Venezuela habrá una guerra: "Creemos que esto va en vías a una revolución, a una guerra (civil) no prolongada", dice Oswaldo Rivero, un ex actor de teatro callejero miembro de los "Tupamaros".

23 de Agosto de 2002 | 14:57 | AFP
CARACAS.- La popular parroquia "23 de enero", ubicada en las faldas de un cerro a minutos del centro de Caracas, es el bastión del Movimiento Revolucionario Tupamaro (MRT) de Venezuela. Allí sus habitantes toman cursos de alfabetización y teatro, pero también se preparan para una guerra civil que la organización vecinal considera inminente.

Este populoso barrio de la capital venezolana es considerado una zona roja.

El ingreso principal se hace a través de un puente alambrado que cruza algunas vías exteriores del metro, al oeste de Caracas. Desde allí en adelante, los vidrios negros del auto deben ir bajos; "las caras tienen que verse", explicaría después uno de los acompañantes.

Unos dos kilómetros de ascenso por calles de asfalto perfectamente limpias, entre modestas casas de ladrillos rojos enrejadas de arriba abajo y algunas construcciones derruidas, permiten llegar al sector "La piedrita", lugar de la cita con los integrantes del MRT.

Durante el trayecto, murales con figuras de rostros cubiertos y la estrella negra y roja del MRT pintada por doquier, recuerdan al ajeno que es zona de "Tupamaros".

Las calles hierven de gente. Las miradas se dirigen a los visitantes.

- "¿Rivero?", inquiere el reportero a un hombre bajito de aspecto humilde recostado contra un viejo auto estadounidense.

- "¿Son los periodistas?", pregunta.

- "Si"

- "Siga"

- "¿Rivero?", pregunta nuevamente el periodista unos 50 metros más adelante.

Una seña con la mano indica que hay que seguir hasta una curva, donde un cartel pintado a mano sobre una pared reza: "La Piedrita".

"Llegaron", gritó el segundo hombre.

"Paren por ahí. Que el auto no bloquee el paso", dice un joven que enfiló decidido hacia los visitantes.

Era Oswaldo Rivero, un ex actor de teatro callejero miembro del MRT, quien labora en la Asamblea Nacional.

Aunque prefiere definirse como "un integrante más" de la organización, desde que el MRT abandonó lo clandestinidad en febrero, se ha convertido en cara conocida del grupo, una suerte de vocero.

Lo acompaña Nelson Santana, de 48 años, tupamaro desde siempre, y coordinador de la brigada muralista de la organización.

Santana explica que el grupo sale ahora a la luz pública porque es "la forma más fácil de captar más gente".

"(Nuestra función) es organizar la resistencia en el seno del pueblo para contrarrestar esa contrarrevolución que tenemos encima", dice Rivero en alusión a la oposición que en la madrugada del 12 de abril derrocó al presidente Hugo Chávez por menos de 48 horas.

A pesar de que simpatizan con el mandatario -"desde Chávez para acá todo el mundo se siente participativo", afirman-, los miembros del MRT no hablan de "revolución bolivariana" como el presidente.

"Nosotros defendemos el proceso. (Decimos) ’proceso’ porque revolución implica guerra", explica Rivero.

El MRT, cuya existencia se conoció al final del segundo gobierno de Rafael Caldera (1995-1999), ganó fama por ese entonces en Caracas, por supuestos ajusticiamientos de delincuentes en la parroquia "23 de enero".

Rivero y Santana aseguran que el grupo sostuvo enfrentamientos con bandas de narcotraficantes que operaban en la parroquia y señalan con fuerza: "Aquí hubo atentados. Donde tú estás sentado ahorita, esto costó vidas, esto costó muertes, esto costó cárcel".

A pesar de que no se definen como una organización armada sino como un grupo con fines sociales, "el plomo", como llaman los venezolanos a las balas, es para ellos una opción.

"No descartamos la vía de la violencia", señala Rivero. "Puede ser una salida", depende del "escenario", acota Santana.

Por eso, además de colaborar con las coordinadoras de tareas en el barrio, el MRT -que afirma contar con 85% de aprobación en la parroquia- organiza cursos específicos de "autodefensa".

"Decir que estamos entrenando gente militarmente sería una gran mentira. Lo que hacemos son cursos de primeros auxilios, cursos de detectar posibles infiltrados. No tenemos tanto poderío", señala Rivero, quien no obstante explica que también se ocupan de "cuestiones básicas como bombas molotov" e imparten clases "de supervivencia, de escalar, y de vigilancia".

El grupo, que asegura disponer de células de trabajo en todo el país, vaticina que en Venezuela habrá una guerra: "Creemos que esto va en vías a una revolución, a una guerra (civil) no prolongada", dice Rivero sin ambages. En ese caso, "no dudaríamos en asumir la autodefensa con el conjunto del pueblo", añade.

Mientras Rivero habla, Santana recorta el fondo de una botella de plástico y lo utiliza de vaso.

"Ves, esto es un vaso de supervivencia. Estas son las cosas que aprendemos", bromea, antes de sentenciar: "Este lío lo arregla el pueblo, chico".
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