CIUDAD DEL VATICANO.- Roma, convertida este jueves en una ciudad blindada, se organizaba para hacer frente a la avalancha de peregrinos que seguían llegando a la ciudad para rendir un último homenaje a Juan Pablo II y garantizar la seguridad de los 200 dirigentes procedentes de todo el mundo.
Miles de fieles se agolpaban aún el jueves por la mañana en la plaza de San Pedro para visitar la capilla ardiente del papa más carismático de la historia antes del cierre, después de que las autoridades bloquearan la noche del miércoles los accesos para evitar que más personas se unieran a una fila que por momentos llegó a ser de 5 km de largo.
Gracias a esta medida, la zona que rodea al Vaticano amaneció el jueves menos congestionada que la víspera. "Esto no tiene nada que ver con ayer", dijo un policía apostado frente a una valla en uno de los accesos a la plaza.
A lo largo de toda la noche, centenares de voluntarios repartieron mantas, café y agua a los devotos, deshidratados y exhaustos tras las 20 horas de espera. Numerosas personas fueron atendidas por lipotimias, desmayos y agotamiento, pero las autoridades insisten en que la situación está controlada.
"Después de la prueba de ayer creo que ahora somos capaces de enfrentar cualquier situación", declaró Guido Bertolaso, comisario especial para la organización de las exequias.
Las autoridades calculan que entre cuatro y cinco millones de personas, entre ellos un millón de compatriotas polacos del difunto Papa, habrán pasado por el Vaticano para despedirlo en lo que podría superar en volumen la peregrinación de los musulmanes que se registra anualmente en La Meca.
Está previsto que la capilla ardiente del Papa cierre sus puertas a las 22H00 (20H00 GMT) para ultimar los preparativos del funeral, que se celebrará 12 horas después en presencia también de 200 dignatarios de todo el mundo.
A lo largo de la jornada del jueves se espera que llegue a Roma el grueso de las delegaciones oficiales, aunque algunas, como la del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, se encuentran ya en la Ciudad Eterna.
En un gesto sin precedentes para un presidente norteamericano, Bush, rezó unos minutos en la capilla ardiente del Papa la noche del miércoles acompañado de su esposa, Laura, y de una delegación que incluía a los ex presidentes Bill Clinton y George Bush padre así como la secretaria de Estado, Condoleezza Rice.
En las próximas horas deberían llegar también los mandatarios de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, y México, Vicente Fox, el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y el secretario general de la ONU, Kofi Annan, entre otros.
Por motivos de seguridad, el espacio aéreo romano quedó cerrado al tráfico el jueves y viernes a aquellos que no dispongan de autorización expresa y este jueves se cerró el segundo aeropuerto romano.
El tráfico rodado quedará prohibido en la ciudad a partir de la medianoche y se desplegarán por lo menos 10.000 agentes y 1.000 francotiradores para evitar incidentes.
El primer funeral de un Papa en más de 26 años será uno de los más masivos de la historia y otros cientos de millones de personas más en todo el mundo podrán seguir su desarrollo a través de la televisión. Unos 3.500 periodistas están acreditados para cubrir el evento.
La ceremonia al aire libre, que tendrá tres horas de duración, será oficiada por el cardenal alemán Joseph Ratzinger frente a la basílica de San Pedro.
A continuación, Juan Pablo II, que murió el sábado pasado tras una larga enfermedad, será sepultado en tierra bajo una sencilla lápida en la cripta de la basílica de San Pedro, en elugar que ocupó Juan XXIII hasta su beatificación en 2000.
A partir de ese momento, la atención se centrará casi exclusivamente en la sucesión, que se decidirá en el Cónclave cuyo inicio está previsto el 18 de abril.
