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Papa pide a Iglesia que abra fronteras entre pueblos y rompa barreras

El Papa manifestó también que nada podrá mejorar al mundo si el mal no es vencido y que el mal sólo puede ser superado con el perdón, "un perdón eficaz".

15 de Mayo de 2005 | 05:21 | EFE

De los 21 sacerdotes nuevos, once son italianos y el resto provienen de Bolivia (dos), Uruguay, Costa Rica, Perú, Irlanda, Rumania, Kenia, Angola y Nigeria.
CIUDAD DEL VATICANO.- Benedicto XVI ordenó hoy a 21 sacerdotes, los primeros de su pontificado, en una ceremonia en la que dijo que la Iglesia debe abrir la frontera entre los pueblos y romper las barreras entre clases y razas, y añadió que en ella no puede haber ni olvidados ni despreciados.

El Papa manifestó también que nada podrá mejorar al mundo si el mal no es vencido y que el mal sólo puede ser superado con el perdón, "un perdón eficaz".

"La Iglesia debe abrir las fronteras entre los pueblos y romper las barreras entre las clases y las razas. En ella no pude haber ni olvidados ni despreciados. En la Iglesia sólo hay hombres y mujeres libres", dijo el Obispo de Roma en la homilía que pronunció durante la ordenación de 21 nuevos sacerdotes de su diócesis, celebrada en la basílica de San Pedro.

De los 21 nuevos, once son italianos y el resto provienen de Bolivia (dos), Uruguay, Costa Rica, Perú, Irlanda, Rumania, Kenia, Angola y Nigeria. El sacerdote más joven tiene 26 años y el más anciano 55.

Ratzinger destacó que las ordenaciones se celebraron en el domingo de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo irrumpió ante los discípulos de Jesús y dio origen a la Iglesia.

El Pontífice dijo que Dios ya mostró su presencia a su pueblo donando los Diez Mandamientos y con la llegada del Espíritu Santo se completa la obra de liberación del hombre.

"La libertad humana es siempre una libertad compartida, una unión de libertades. Sólo en medio de una ordenada armonía de la libertad, que abre a cada uno su propio ámbito, puede sustentarse una libertad común. Por ello, la donación de la ley en el Sinaí no fue una restricción o una abolición de la libertad, sino el fundamento de la verdadera libertad", añadió el Papa.

El Obispo de Roma agregó que un justo ordenamiento humano sólo puede sustentarse si proviene de Dios.

Ratzinger afirmó que el Espíritu Santo dona la comprensión y con él se supera la ruptura comenzada con Babel, "la confusión de corazones que enfrenta a unos contra otros".

El Pontífice invitó a los fieles -tras subrayar que la Iglesia debe abrir las fronteras entre los pueblos- a abrirse, a no cerrar sus puertas y a ser un sólo cuerpo y un sólo espíritu en Cristo.

Y es que, precisó el Papa, los hombres continuamente cierran sus puertas, "continuamente nos colocamos al seguro y no queremos ser molestados ni por los otros hombres ni por Dios".

En su homilía, Ratzinger agregó que junto al soplido, aliento, del Espíritu Santo, Dios coloca el poder de perdonar y aseguró que la fuerza que abre, la que permite superar la Babel de la confusión es la fuerza del perdón.

"El perdón viene de la Cruz, ella transforma el mundo con el amor que se entrega. Sólo esta gracia puede transformar el mundo y edificar la paz", manifestó con convicción el Papa.

Dirigiéndose directamente a los nuevos sacerdotes, el Papa resaltó la Eucaristía y les dijo que deben hacer de ella el centro de cada día y les pidió que la celebren "de manera digna" y que lleven "de nuevo" a los hombres hacia el misterio Eucarístico.

Añadió que junto a la Eucaristía está el sacramento de la penitencia, "uno de los tesoros de la Iglesia".

Y lo es -precisó- "porque sólo en el perdón se cumple la verdadera renovación del mundo".

"Nada puede mejorar al mundo si el mal no es superado y ese mal sólo puede ser vencido con el perdón, un perdón eficaz", concluyó el Papa, quien durante el posterior rezo del Regina Coeli (que sustituye al Angelus en tiempo de Pascua) abogó para que en el mundo florezcan las vocaciones sacerdotales.

El Regina Coeli lo rezó desde la ventana de sus aposentos que dan a la plaza de San Pedro, en la que se encontraban varios decenas de miles de personas.

Volvió a resaltar la unión entre el Espíritu Santo y la Iglesia y dijo al respecto que sin El, la Iglesia se reduciría a una organización meramente humana "recargada por su propia estructura".
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