LIMA.- Unas 5.000 personas se tomaron hoy las calles del centro de Lima para protestar contra el gobierno de Ollanta Humala, que mañana completa el segundo de los cinco años para los que fue elegido.
Las protestas, convocadas por centrales obreras, organizaciones cívicas y activistas de las redes sociales, transcurrieron en paz en las primeras horas, pero luego dieron paso a disturbios que dejaron 15 detenidos y un número no determinado de heridos, aunque al parecer ninguno de consideración.
"Urgente, urgente, cambio de presidente", se escuchó gritar a los manifestantes, que acusan a Humala de no encarar los problemas, de carecer de liderazgo y de incumplir las promesas de cambio con que llegó al poder.
Humala no fue sin embargo el único blanco de la ira popular, pues ésta alcanzó a la clase política representada por un Congreso que parece hundirse cada vez más en el desprestigio, sin que se salve ninguna de las principales fuerzas políticas que lo componen.
La tranquilidad de las primeras horas fue tal que el encargado de conducir a la Policía, el general Luis Praeli, felicitó a los organizadores. Sin embargo, pasado el mediodía, la violencia estalló y hubo choques no solo entre manifestantes y agentes, sino entre facciones representadas en la movilización.
Aunque Praeli culpó a miembros de las "barras bravas" del equipo de fútbol Universitario de desatar la violencia al atacar a los policías con piedras y palos, imágenes de televisión mostraron que los primeros forcejeos fueron entre miembros de las centrales CGTP, izquierdista, y CTP, ligada al Partido Aprista, de centroderecha.
Según portavoces de la CGTP, los miembros de la CTP incumplieron acuerdos y trataron de avanzar por caminos que no le correspondían. Los de la CTP aseguran que lo que buscaron fue denunciar la supuesta presencia del grupo ultraizquierdista Movadef, vinculado a la organización extremista armada Sendero Luminoso.
Tras esos incidentes en los que la Policía también intercambió agresiones por los manifestantes de ambas centrales, los problemas se extendieron por todas las calles aledañas y el centro de Lima se convirtió en un lugar asfixiado por los gases lacrimógenos.
Facciones de participantes, con centenares de personas cada una, buscaron intercaladamente romper el cerco policial y llegar hasta la sede del Congreso, pero fueron dispersadas por las fuerzas del Estado tras cada intento.
Al caer la noche, la situación tendía a normalizarse. Aparte del centro, Lima vivió absoluta calma en la jornada.
Las marchas, que algunas organizaciones tienen previsto repetir mañana, son la manera de expresar el desencanto con Humala, quien durante los primeros 18 meses de gobierno vivió una relativa luna de miel con la población, pero cuya popularidad ha caído en el último semestre el alrededor de 20 puntos porcentuales, según las encuestas.
Humala, coinciden los analistas, no ha logrado que los sectores de derechas se vean representados en sus políticas continuistas, y en cambio perdió la simpatía de sectores de izquierdas que lo llevaron al poder y que hoy son protagónicos entre los que llaman a protestar.
Mañana, en el Día Nacional, el mandatario dará su mensaje a la Nación, que para los analistas debería ser una ocasión para mostrar voluntad de cambio. Empero, el presidente del Consejo de Ministros, Juan Jiménez, ha advertido que no deben esperarse grandes sorpresas.
Las marchas, que para los comentaristas podrían ser una constante en los tres años que quedan de gobierno del Partido Nacionalista, también tuvieron hoy capítulos en otras ciudades, pero en ninguna hubo incidentes y las concurrencias fueron relativamente bajas.
