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Entrevista a Andrés Pérez en 1996: "Revive la Pérgola de las Flores"

Luego de cumplirse un año de su obra "El Desquite", en septiembre de 1996, El Mercurio entrevistó al consagrado dramaturgo. En dicha conversación Pérez habló de su vida, su trayectoria, sobre el teatro chileno y de sus obras: "La Negra Ester", "La Pérgola de las Flores".

03 de Enero de 2002 | 09:24 | Cuerpo E, Artes y Letras, El Mercurio
SANTIAGO.- En septiembre de 1996, la periodista Maite Armendáriz Azcárate, del cuerpo Artes y Letras de "El Mercurio", entrevistó al actor, director y dramaturgo Andrés Pérez, logrando una extensa conversación con el fundador del Gran Circo Teatro, en la que éste hace un repaso de sus principales obras, el teatro en Chile, sus actores, sus influencias y su vida consagrada a las tablas.

Nuevo Desafío Enfrenta Andrés Pérez:

REVIVE LA PERGOLA DE LAS FLORES

Andrés Pérez Cuando se cumple un año del estreno de "El Desquite", la puesta en escena de la obra póstuma de Roberto Parra sigue impactando a quienes la ven.

Como la ya clásica "Negra Ester", esta historia mágica, magistralmente interpretada por la Compañia el Sombrero Verde, continúa siendo un testimonio de esa dinámica que refleja el conocimiento de modernas técnicas con un estilo propio y altamente creativo del joven director chileno Andrés Pérez.

Por ello, para estas fiestas patrias se espera con expectación su versión de "La Pérgola de las Flores". Con un elenco formado por más de cincuenta artistas, impulsada por el Teatro Municipal y la Corporación Cultural Estación Mapocho, la obra se presenta como un homenaje a los autores y a los primeros actores de esta popular pieza teatral, pero también como un llamado a lo que hoy es vivir en la capital.

En la historia del teatro nacional nadie duda del éxito alcanzado por "La Pérgola de las Flores", repuesta en varias oportunidades y vista por más de 800 mil espectadores. La respuesta del público a estas alturas sólo es comparable al de "La Negra Ester", presentada por la compañía del Gran Circo Teatro, donde la actuación, como la música, escenografía e iluminación envuelven a la vez que interpelan.

En ambas obras es tal vez la presencia de elementos muy propios de nuestra cultura lo que el espectador descubre con encanto pero también impacto. Algo parecido ocurre frente a Andrés Pérez. Un hombre nacido en Punta Arenas, muy pronto emigrante al norte junto a sus padres, quienes cuidaron con esmero su precaria salud en la niñez. Formado luego en el teatro de la calle que como bailarín del Bim Bam Bum y de Sábados Gigantes pagaba la universidad. A toda esta experiencia se le agrega su aprendizaje durante seis años en Francia.
Fue invitado a participar en el Theatre du Soleil, dirigido por quien hoy considera su maestra, Arianne Mnouchkine.

¿Cómo calificaría en su carrera la herencia que recibió de esa escuela en París?

Me siento absolutamente influenciado por el Theatre du Soleil. Admiro a su directora Madame Mnouchkine. Sus últimas producciones son fantásticas, tanto las griegas como "Tartufo". Cuando estuvimos nosotros en 1986, la compañía recibió el Premio Nacional de las Artes. Eramos cuatro chilenos, junto a argelinos, camboyanos, norteamericanos... Nunca he tenido más libertad como actor que trabajando bajo sus órdenes.

"Si yo fuera rey..."

La escuela francesa du Soleil funda su acción en el teatro de la máscara.
En ser el otro. ¿De qué manera influyó este contenido en su acción como director?


Siempre había sabido aquello de que "si yo soy rey ¿qué haría yo?" y de pronto me encuentro con otra técnica que es "si yo fuera rey ¿que haría él?" Para mí significó un esfuerzo enorme. Conocer al otro también permite conocerse a sí mismo. Tener un espejo y no complacerme en las propias ventajas o desventajas de mi personalidad. Con esta perspectiva aprendí del teatro oriental, indio y también allí descubrí raíces.

Mi estadía en esa escuela francesa me permitió reunir las parcelas de intuiciones y entender que allá había leyes ya compendiadas.

¿La confluencia de elementos que se dan en "La Negra Ester" fueron a su juicio imprescindibles para que la obra se convirtiera en el fenómeno de la naturaleza con que hoy es reconocida?

Entregó una información nueva teatral. Asombró a un público que no se daba cuenta de lo que estaba viendo, pero sentía que era algo grato y bello, puesto que pertenecía al mundo de las artes.

Junto a todos aquellos que formaron la compañía del Gran Circo Teatro, Andrés Pérez hizo hincapié en lo que es la gestualidad, la precisión, el manejo del espacio, la separación del gesto con la palabra, el que cada personaje tenga una música interior que se traduce en una exterior. Este particular estilo tiene que ver asimismo con una orquesta que amplifica la emoción.

Lo que uno hace como actor es recuperar la emoción que dio origen a esas palabras en el corazón del autor. Mis trabajos de Francia eran más mentales.
Allá se utiliza la técnica del trabajo de mesa, donde uno discute cómo son los personajes y luego probando e improvisando arriba del escenario éstos empiezan a surgir o a llegar.

Algunos críticos opinan que su puesta en escena sobredimensionó el texto de Roberto Parra.

No, es el gran texto de don Roberto Parra el que me hizo "clic", y permitió lograr una amalgama armónica musical y plástica.

¿Cómo calificaría la suerte de la puesta en escena posterior "Epoca '70:
Allende"? Para muchos carente de ese encanto mágico que despierta "La Negra Ester".


"Epoca '70: Allende" fue maravillosa, la estrenamos en 1990 en el Festival de Zurich. Era dura, la gente se impactaba. En Estados Unidos durante el Festival de Los Angeles los chicanos lloraban abrazándose a Alvaro Pulgar que hacía Allende...

¿Qué pasó en Chile?

Nosotros estábamos en el teatro Esmeralda. Hacíamos una semana "La Negra Ester" y otra semana la obra sobre Allende. Algunos sostienen que fue demasiado pronto hacer una obra sobre el tema del señor Salvador Allende. Y era verdad que cuando la gente compraba entradas para "La Negra" aseguraba que no lo haría para la otra. Como escritura colectiva no logramos poner al pueblo arriba en el escenario, solamente a la clase política, entonces se logró una obra muy intelectual, muy densa...

¿Pero para usted también fue un acierto?

No hay obra del Gran Circo Teatro que para mí no haya sido un acierto. En este camino mi trabajo es vivir. A través del teatro yo aprendo secretos para ser hombre.

"La consagración de la pobreza" (1995) y "El desquite" les significó ganar el premio del círculo de críticos.

¿Qué ha ocurrido en el extranjero con una experiencia tan nacional como "La Negra Ester" Ha tenido un éxito fabuloso. Por lo demás ha significado nuevas oportunidades de trabajo en el extranjero para varios integrantes de la compañía Gran Circo Teatro.

Tolstoi decía "describe tu aldea y pintarás el mundo" y algo así ha pasado con esta historia. La hemos presentado en festivales internacionales en Europa, Estados Unidos, Canadá, México y Uruguay. Solamente en Francia la dimos en temporada independiente y fue portada en todos los diarios.

En el extranjero se produce una identificación con "La Negra Ester" porque es una historia modélica, de amor y también interesa de ella ese aspecto específico chileno que resalta lo han descrito muy bien algunos estudiosos: yo lucho por algo y cuando lo tengo, lo suelto.

La música, asegura, es otro punto de gran atracción. "La cueca fascinaba afuera".

Más complicado les ha resultado darla en México y en Uruguay.

En México nos equivocamos, fuimos a un teatro demasiado elegante. "La Negra Ester" es de circo o de un galpón abandonado. Pienso que también a los uruguayos como a los mexicanos los complicaba esto de reconocerse a sí mismo, Los países de América Latina de habla hispana sólo miramos a Estados Unidos o a Europa como modelos en cultura, economía y política.

Tonadas de medianoche...

Con una concepción profunda de lo que es el género de la comedia musical, Andrés Pérez enfrenta su incursión en el montaje de "La Pérgola de Las Flores".

Mi intención es rescatar en la memoria, recuperar algo que fue, tanto teatral como históricamente y enlazarlo con lo que estamos haciendo ahora.

La relación máxima entre la Pérgola de las Flores y la Negra Ester es que son teatro popular; fue lo que me hizo aceptar hacerme cargo de la dirección.

¿Qué aspectos de la versión tradicional de Isidora Aguirre y Francisco Flores del Campo, bajo la dirección de Eugenio Guzmán, va a retomar?

Una de las grandes enseñanzas que me queda de Arianne es que yo no sé lo que es el teatro. Esa interrogante es de todos los días. Naturalmente yo estudié el montaje de Eugenio Guzmán. Encontré coincidencias muy buenas. Ya en esos años 60 la obra rompió con la cuarta pared. Algo que yo siempre trabajo en mis obras. Permite hablar directamente con el público, lo envuelve en un tiempo común.

Asimismo, considera de gran actualidad el tópico que subyace y fundamenta "La Pergola de las Flores":

Como director me interesa el tema de la lucha que emprende un grupo de mujeres para que no les quiten su lugar de trabajo, "hasta hablar con el Presidente". Toda esta misión que involucra a ahijadas, hijos, maestros, cortejadores de una de ellas, es apasionante.

Está también el tema del progreso y la tradición y que todo ello se presente en una forma musical me encanta, ¿Le ha quitado libertad el tremendo éxito de las antiguas versiones?

Trato de que no me complique. Me ronda, claro está. Por lo demás los actores de la primera Pérgola, como las señoras Silvia Piñeiro, Ana González, Nely Meruanne han sido muy generosas y amables.

La nueva Pérgola se presentará entre el 19 y el 22 de septiembre en la Estación Mapocho. Esta vez la Carmela la hace Ema Pinto, una cantante rock de un conjunto que se llama Ludwig Band. En ese grupo musical toca el hijo de Andrés Pérez.

El rol de Tomasito lo encarna Pancho Rojas, también integrante de una banda moderna. La Rosaura San Martín, madrina de la Carmela, es Lucy Salgado, que se turnaba con Carmen Barros para hacer el rol protágonico en las primeras versiones.

"Es interesante el traspaso de experiencias que se ha dado en nuestros ensayos, entre los actores con años de carrera junto a los que se inician."

En efecto, en el elenco de la nueva versión figuran nombres de la trayectoria de Miriam Palacios, Alicia Quiroga, Grimanesa Jiménez, Sergio Urrutia, Hugo Medina y Eduardo Soto.

Por su parte, Carmen Barros, la Carmela más recordada, hace la mujer de rojo en las "Tonadas de Medianoche".

¿Por qué se ha programado partir con sólo cuatro funciones?

No lo considero tan malo. Es una producción del Teatro Municipal con la Estación Mapocho y lo hacen a la manera de las temporadas líricas, conscientes de que hasta esa función está financiado y le podemos pagar a todo el mundo.

"Cartas para Tomás"

¿Qué proyectos ha pensado abarcar luego de la Pérgola?

En septiembre del 97 voy de nuevo a dirigir en el Bremen Shakespeare Company, esta vez "Julio Cesar". La primera obra que estrené en enero, el "Mercader de Venecia" está completamente agotada. Soy invitado permanente de esta compañía alemana.

Mientras tanto, desde hace dos meses se reúne semanalmente con la actriz Malucha Pinto: "Desea que yo sea el director de la versión teatral de su libro "Cartas para Tomás", es una conmovedora historia. Gracias a que fue beneficiada por el Fondart cuenta con financiamiento para comenzar una producción".

La otra iniciativa que le ronda es hacer la opera "Carmen", en una versión popular y masiva, patrocinada por el Teatro Municipal. La idea nace luego de su exitosa incursión como director escénico de "El Señor Bruschino", ópera que montó a mediodía el Teatro Municipal y que luego se dio en la población La Legua.

"Un teatro presente en la ciudad"

"Un teatro presente en la ciudad" es lo que ha motivado la labor de este joven director chileno. Su paso por la escuela francesa del Theatre du Soleil le fundamentó lo que en él había nacido como una intuición.

¿Cuál es el concepto ideológico con el que usted trabajaba en esa conocida compañía francesa?

Bajo la dirección de Arianne Mnouchikine conocí lo que es la labor militante de un teatro ciudadano. Conmueve a sus integrantes a participar en el acontecer, en la discusión política y social de cómo es vivir en una ciudad.

Participábamos en una serie de actos militantes, de manifestaciones de apoyo o de rechazo. Por ejemplo, la semana pasada vi por las noticias que ella estaba en la iglesias donde se habían refugiado los inmigrantes, para que no los saquen de Francia. Cuando yo trabajaba allí me acuerdo de una manifestación que hicimos en la Embajada rusa porque un caricaturista se encontraba preso.

Asegura que el mismo rigor que se les exigía en esos actos militantes, ensayados y disciplinados se acentuaba luego en la sala. Aprendió la diferencia entre arte, acto, evento, performance...

¿Le interesa desarrollar en Chile esta militancia, de un teatro presente en el acontecer?

Creo que lo he hecho y lo sigo haciendo. Ya antes de ir a Francia lo había iniciado con el grupo de teatro urbano contemporáneo, el llamado teatro callejero, que a finales de los 80 estaba prohibido.

Hacer teatro callejero nos contactó con un sector social que no conocíamos o en mi caso que pertenecía pero había olvidado por mi paso por la universidad. Volvimos a ser como los voceros de los mendigos, de los vendedores ambulantes. Los mismos que nos avisaban si venían los carabineros. Comíamos juntos y escuchábamos la misma música. Asimismo, hoy al igual que mi maestra, realizo talleres gratuitos donde comparto mis conocimientos.

Si bien en un principio de su carrera usted luchó para que se dieran ciertas condiciones de ayuda estatal al teatro, ha señalado haber descubierto más tarde que "cuando hay talento las cosas se logran con éxito"...

Sí. Aunque me parece fantástico el Fondo Nacional de las Artes, no es la solución. La cultura no es concursable. Es injusto que un talento como el dramaturgo Juan Radrigán tenga cada año que postular al lado de muchachos que comienzan. Entiendo que nuestra idiosincrasia es muy distinta a la de Francia, donde existe un apoyo estatal a las artes y también hay un modelo liberal. A lo mejor en Chile somos más bárbaros, nos preocupan otras cosas.

Yo me conformo y sigo luchando; cuando quiero gozar de algo, me las arreglo y me voy a Bali, veo los ritos; hago yoga en las mañanas y me siento sano...

Recuerda con nostalgia su vida en Francia: El concepto de artista bohemio quedó atrás. En París me levantaba temprano como cualquier obrero o trabajador. Ensayábamos ocho horas diarias, parábamos una hora al almuerzo y otra para tomar té, todo pagado por el teatro, algo que también traté de implementar en el Gran Circo Teatro.

Además de herramientas técnicas y un mayor conocimiento de su oficio, su experiencia en el extranjero le dio nuevas armas:

En una sociedad cosmopolita como la francesa yo era absolutamente identificable. El reconocerme como chileno, latinoamericano, indígena, ya no era peyorativo como acá, sino informativo. Me hizo sentir orgullo de mi tez y mi pelo. Me ayudó a recordar, valorar y querer aprender más de mi país.
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