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Pablo Núñez cumple su sueño en la ópera 6/6/2004

06 de Junio de 2004 | 00:00 |
Pablo Núñez cumple su sueño en la ópera

El destacado escenógrafo y vestuarista aborda ahora la régie con “Fausto”.


Susana Ponce de León G. 6/6/2004


Su debut en la dirección de ópera estaba programada para fin de año con “Tosca”, pero la cancelación del régisseur Bernard Uzan cambió los planes y Pablo Núñez cumplirá su sueño ahora con “Fausto”, la ópera de Charles Gounod que se estrena el jueves 17 en el Teatro Municipal.

Una decisión lógica, ya que el artista tuvo a su cargo la escenografía y vestuario de este título, lo que significó un trabajo muy estrecho con Uzan.

“Andrés Rodríguez (director general del Municipal) nos llamó a una reunión para ver a quién se llamaba en reemplazo de Uzan y ante la posibilidad de que llegara un nuevo regista a enfrentar un proyecto en el que no había participado, solicité asumir yo. Ellos confiaron en mí y aquí estoy”.

“Es que ya me ha tocado colaborar con directores reemplazantes que llegan y borran grandes cosas de una plumada. Esta vez, por ejemplo, existía el riesgo de que otro regista encontrara demasiado triste una producción en blanco y negro y quisiera ponerle más color. Eso habría cambiado totalmente el concepto trabajado con Uzan”.

-¿Por qué estos colores?

“Los colores están elegidos para apoyar esta idea del mundo melancólico, triste y solitario. El blanco y negro también subraya lo del bien y del mal. Esta cosa de los contrastes absolutos. Igual hay toques, como en Marta, que tiene un poco de rojo, porque es un personaje un poquito demoníaco, lleva la tentación dentro. Margarita está totalmente alejada de eso, por lo tanto usa colores grises, casi llevados al celeste. Fausto y Mefistófeles están siempre vestidos de rojo y el coro en grises y negros, con algún toque de burdeos. Quiero poner en relieve la soledad y la tristeza de los personajes enfrentados a la futilidad de la vida”.

Aunque desde sus inicios el trabajo de Pablo Núñez en el diseño escenográfico y de vestuario ha sido ampliamente aplaudido y premiado, confiesa que su vocación siempre estuvo en la dirección de ópera. Pero no se arrepiente de no haberse dedicado antes a ella, por el contrario:

“La seguridad de mi preparación viene del tiempo que llevo en esto. En noviembre cumplo 21 años trabajando en el Municipal. Fuera de eso, nací en este mundo. Mi madre, Bertha Mardones (fallecida en 1985), era actriz y fue la primera mujer que dirigió en el Teatro de la Universidad de Chile. He estado cercano a la dirección teatral toda mi vida y, además, he trabajado con registas maravillosos, todo eso es un aprendizaje enorme”.


La obra manda

Pablo Núñez advierte que: “La escenografía es también una suerte de dirección de escena... Tienes que adelantarte a las entradas y salidas de los personajes, a cómo se moverán, ya que debes llevar al regista una planta solucionada desde ese punto de vista. Y cuando en la escuela haces un proyecto, eres tú el que decide la premisa que vas a dar a la obra y te exigen tener un concepto claro, probar que no estás haciendo una cosa porque sí. Así, desde el principio ves que tras la concepción escenográfica siempre hay un trabajo de dirección. Igual tuve la intención de estudiar esta disciplina, pero me pilló la máquina y decidí que llegaría a la régie como otros que partieron como diseñadores: Zeffirelli, Hugo de Ana... Y creo que a estas alturas estoy capacitado para ello”.

-¿Qué significa eso?

“Tener la madurez. Estoy convencido de que incluso diseño es una carrera de posgrado. En general, mis compañeros no tenían muy claro qué era el diseño teatral, pero yo sabía bien de qué se trataba y tenía clarísimo qué era lo que tenía que estudiar. Pero esa vocación tan fuerte es rara”.

-¿Un concepto básico para enfrentar la régie?

“Montar una ópera es muy difícil, pero si tienes un concepto claro se te allana mucho el camino. Por eso, en el minuto que supe que Bernard no venía pensé que yo era la persona más adecuada para reemplazarlo. No dormí escuchando la ópera y preguntándome si era capaz de hacerla y tuve claro que sí era capaz, que podía llegar al primer ensayo con todo definido”.

-¿Cuál fue su punto de partida para esta escenografía?

“Como en casi todas las escenografías que he hecho, la inspiración nació a partir de la atmósfera y de la música, que es de una belleza y un romanticismo extraordinarios. Pero no quería hacer una cosa muy almibarada, buscaba algo seco y también triste y melancólico. Lo primero que le surge a uno es el color, entonces, vino esta idea del blanco y negro, de la plata, del metal, porque te da reflejos fríos. Una sensación invernal. Siempre hablamos con Bernard que queríamos algo invernal, incluso el jardín de Margarita no es primavera. Es un mundo frío, solo, y de ahí parte todo. Es una cosa de sensación”.

-Se critica a Gounod dar prioridad al romance de Fausto y Margarita y no a los planteamientos filosóficos de Goethe.

“Aunque uno se remita al Fausto de Goethe, cuyos planteamientos remecen y es absolutamente actual, en la ópera, lo que mueve a Fausto es el amor hacia Margarita, su pureza”.

-Y comete el acto más impuro para profanar esa pureza, como es vender el alma al diablo...

“Él firma el contrato sin mirarlo. Las grandes obras tienen esa maravilla de entregar múltiples lecturas. Acá podemos, por ejemplo, preguntarnos si existe realmente Mefisto o sólo es la parte más oscura de Fausto que, llegando al final de su vida, a este hastío total, se enfrenta a sí mismo y reconoce la parte oscura de su ser. Uzan quería trabajarlo así, que Mefistófeles apareciera en el comienzo vestido con una bata igual a la de Fausto, pero me pareció un tanto ridículo. Después, Fausto va vestido como Mefistófeles, pero sólo un poco. Lo otro se lograría sólo si tuvieras a un bajo y a un tenor que se parecieran mucho. Eso sería maravilloso pues no sabrías si esta historia ocurre en la cabeza de Fausto”.

-¿Qué manda en sus escenografías? Algunos optan por la música, otros por el texto...

“Lo que manda es siempre la obra. En ópera, generalmente se debe aunar música y texto y eso lo logras a través de la sensibilidad. Hay óperas con textos muy débiles y una partitura sublime, como ''Puritanos'', donde la música es tan bella que te inspira todo. Creo que en ese sentido uno debe ser muy dúctil como director y como diseñador”.

-¿El cambió de época que hizo en “Fausto” fue por la música?

“Exactamente, me fui al gran vals de la escena de la kermesse. El vals fue lo que me motivó para cambiar de época y Bernard estuvo de acuerdo. Opté por 1830-1840, que corresponde al periodo musical de Gounod. Creo que esto no traiciona el espíritu de la obra y además apoya lo romántico del texto de Goethe. Y actualiza la puesta, porque es muy distinto ver a un cantante en pantalones que en malla, calzas, botas y espadas”.

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