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Sinfónica de Chile clausura hoy Temporada Internacional 2004

El programa, con obras de Tchaikovsky y Bartók, se presentará el viernes 3 y sábado 4 de septiembre a las 19.30 horas, en el Teatro Universidad de Chile.

03 de Septiembre de 2004 | 11:50 | El Mercurio en Internet
SANTIAGO.- Con la Quinta Sinfonía de Tchaikovsky, una de las obras más populares de la historia sinfónica, y el Concierto N° 2 para violín de Béla Bartók con el solista Héctor Viveros, la Orquesta Sinfónica de Chile, OSCH, dirigida por su titular David del Pino, cierra su Temporada Internacional 2004.

El programa se presentará el viernes 3 y sábado 4 de septiembre a las 19.30 horas, en el Teatro Universidad de Chile.

Uno de los más inspirados modelos del género sinfónico durante el Romanticismo, la Quinta Sinfonía de Tchaikovsky fue programada para el cierre de la temporada por ser “un monumento musical, con sus maravillosas melodías, su célebre andante y su heroico final”, afirma Del Pino.

Esta sinfonía se estrenó en San Petesburgo el 17 de noviembre de 1888, bajo la batuta de su creador y es una muestra indiscutible del genio del gran compositor ruso. En ella, la utilización muy dosificada de materiales folclóricos, la alternación constante de pasajes de exaltación y pesimismo, anuncian ya a la Sinfonía Patética, compuesta en 1893 y estrenada pocos días antes de la muerte de su autor.


Con sabor húngaro

Un gran desafío es para el joven violinista Héctor Viveros, tocar el notable y rítmico Concierto N° 2 para violín y orquesta en Si mayor, del compositor húngaro Béla Bartók, un reto para el que el músico chileno se está preparando desde hace mucho tiempo.

Héctor Viveros es uno de los dos concertinos de la Orquesta Sinfónica de Chile desde que en 2000 ganó el concurso para el cargo que ocupó a los 25 años. Luego viajó a a Estados Unidos para perfeccionar sus estudios en la Universidad Carnegie Mellon en Pittsburgh, con el Concertino de la Pittsburgh Symphony, Andrés Cárdenas durante dos años y medio.

En Estados Unidos conoció la obra de Bartók y quiso a tocarla como solista en Chile. Su propuesta fue acogida y hoy está a punto de hacer realidad su deseo. “Tocar esta obra nace de una motivación personal, un desafío violinístico, técnico y musical porque se trata de un concierto contemporáneo, escrito en un idioma que no es tan común. Estudiarlo me ha ampliado el horizonte, técnicamente he aprendido y me he superado porque es una obra complicada para el solista y la orquesta “, afirma Viveros.

Agrega que otra gran motivación es tocar en el concierto de clausura de la Temporada Internacional bajo la dirección de David del Pino, quien también destaca las cualidades de la creación de Bartók. “En esta obra, el compositor combina de manera soberbia el color del violín, el sonido orquestal y las raíces del folclore húngaro, consiguiendo una de las creaciones más plenas y poderosas”, dice el director artístico de la OSCH.

Bartók, una de las figuras más originales y completas de la música del siglo XX, escribió este concierto a solicitud de su amigo Zoltan Székely, quien lo estrenó en Amsterdam el 23 de marzo de 1939, junto a la Orquesta del Concertgebouw dirigida por Willem Mengelberg. Esta es una de las últimas obras que Bartók compuso antes de emigrar a los Estados Unidos en 1940.

Posee tres movimientos, forma clásica del concierto para solista, pero su estructura global está articulada por el concepto de variación y de una atmósfera húngara distintiva, no por el préstamo de melodías folclóricas preexistentes, sino por el uso sistemático del intervalo de cuarta como base de la construcción armónica y el desarrollo estructural.

El violín solista tiene grandes exigencias de virtuosismo, las que se combinan con gran maestría con un soporte estructural que corresponde a la “forma de arco”, tan valorada por Bartók.
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