ESTOCOLMO.- El pianista cubano Bebo Valdés, quien lleva más de cuarenta años exiliado en Suecia, dice que no volverá a Cuba porque "no soporto las dictaduras", pero la circunstancia de que su abuela viviera 109 años "me permite soñar un poco todavía y hacer más música", asegura.
A punto de cumplir 87 años, Valdés afirma en una entrevista aparecida hoy en el periódico "Dagens Nyheter" que "casi tengo el mismo domino del piano que Rachmaninov", después de una larguísima carrera musical, y muestra su admiración por el músico ruso, a quien llegó a ver en directo en un concierto en Boston (EEUU).
"En Cuba, los géneros musicales han estado muy próximos entre sí y las influencias han sido mutuas, pero eso no significa que como músico puedas tocar de todo. Es importante saber quién se es y qué es lo que mejor se le da a uno: nuestra tradición se remonta a África y tiene muchos siglos de antigüedad", señala el pianista.
Valdés se define jocosamente como "africano" y califica de "viaje de peregrinación" su visita a Salvador de Bahía (Brasil) para el rodaje del documental "El Milagro de Candeal", de Fernando Trueba, porque "la herencia africana está viva allí".
El octogenario músico llegó a Estocolmo a principios de la década de los sesenta, en una gira con sus Lecuona Cuban Boys, y allí conoció a Rose-Marie Pehrson, una joven de 19 años con la que se casó poco después y con la que vive allí desde entonces, aunque su nombre es desconocido para buena parte de los suecos.
No obstante, las entradas para el concierto que el próximo domingo dará en el Palacio de Conciertos de la capital sueca con Diego "El Cigala" están agotadas desde hace meses.
Allí presentarán su exitosa colaboración en el premiado "Lágrimas negras", un trabajo que Valdés califica de "muy difícil", no sólo por la distancia entre el flamenco y la música cubana.
"He tocado con los cantantes de mambo más pintorescos como el gran Beny Moré, el salvaje Rolando Laserie y el increíble Miguelito Valdés, pero ‘Cigala’ hace lo que le da la gana. Me llevó tiempo averiguar cómo podía ser yo mismo", confiesa Valdés.
