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Gabriel García Márquez rompe su promesa y vuelve a España

Esta es la primera visita oficial del Nóbel a España desde que prometió, junto a otros seis artistas de su país, que no viajaría a España mientras se pidiera visado a los colombianos.

28 de Abril de 2005 | 09:38 | AFP
BARCELONA, España.- El escritor colombiano Gabriel García Márquez, que en 2001 prometió que no volvería a pisar suelo español mientras se exigiera visa a los nacionales de su país, está en Barcelona, para asistir hoy a una cena ofrecida por el gobierno regional.

"Sí, ha confirmado su asistencia a la cena", afirmó una fuente de la Generalitat, ejecutivo autónomo catalán.

Se trata de la primera visita oficial del premio Nóbel de Literatura 1982 a España, desde que prometió, junto a otros seis escritores y artistas de su país, que no viajaría a España mientras se pidiera visado a los colombianos.

Según medios de prensa españoles, el célebre escritor colombiano, autor de "El coronel no tiene quien le escriba", "El amor en los tiempos del cólera" y "Cien años de soledad", estaría desde el lunes en la capital catalana.

Hoy García Márquez, de 77 años, participará en una cena que el presidente del gobierno regional, el socialista Pasqual Maragall, ofrecerá a los asistentes al Foro Iberoamericano, indicaron fuentes del ejecutivo catalán.

La promesa

El 21 de marzo de 2001 se hacía pública una carta que siete reconocidos intelectuales y artistas colombianos -entre éstos García Márquez, Fernando Botero, Alvaro Mutis, Fernando Vallejo, William Ospina, Darío Jaramillo Agudelo y Héctor Abad Faciolince- dirigían al entonces presidente del gobierno español, el conservador José María Aznar.

"Los hispanoamericanos no podemos ser tratados por España como unos forasteros más. (...) Somos hijos, o si no hijos, al menos nietos o bisnietos de España", afirmaba esa carta, en la que los intelectuales yartistas calificaban de "despropósito" la exigencia de un visado y afirmaban que "mientras esté vigente, no volveremos a visitar la península ibérica".

"Y cuando no nos une un nexo de sangre, nos une una deuda de servicio: somos los hijos o nietos de los esclavos y los siervos injustamente sometidos por España", decía aquella misiva.

A partir del primero de enero de 2002, los países de la Unión Europea (UE) y por lo tanto España, exigieron a los ciudadanos colombianos una visa para entrar a territorio europeo para frenar la llegada de ciudadanos de ese país, requisito que también se pide a los nacionales de Ecuador, Haití, Cuba, Perú y República Dominicana.

Más de 240.000 colombianos viven en España según datos provisionales oficiales, aunque la embajada de Colombia suele hablar de unos 400.000 nacionales en este país, tradicional puerta de entrada a Europa de los latinoamericanos.

"Explíquenles a sus socios europeos que ustedes tienen con nosotros una obligación y un compromiso históricos a los que no pueden dar la espalda", afirmaba ese grupo de intelectuales colombianos.

La presencia de García Márquez em Barcelona "estuvo rodeada a primeras horas de la tarde de ayer (miércoles) de un secretismo que, a la postre, resultó inútil", afirma en su edición del jueves El Periódico de Catalunya.

"Mientras que la agencia de Carmen Balcells (agente literaria de García Márquez en España) se negaba a confirmar esta visita, el gabinete de prensa de la presidencia de la Generalitat difundía una nota" con la lista de invitados a la cena.

"Mucho se habla en España y en todo el primer mundo de las bondades de la globalización. Pero si ésta no quiere ser una mera estratagema para ampliar los mercados, la globalización no podrá ser un proceso unidireccional e injusto por el cual los bancos y las grandes compañías tecnológicas o de alimentos atraviesan las fronteras como el viento, mientras a las personas se les ponen más trabas, cuarentenas y cuotas que a los apestados medievales", proseguía la carta fechada el 17 de marzo de 2001.

"La Madre Patria podrá portarse como tal y no darnos la espalda en uno de los momentos más duros de nuestra historia", concluía la misiva, que calificaba de "humillación" la exigencia de un "permiso para poder visitar lo que nunca hemos considerado ajeno".
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