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Corazón delator 9/5/2005

13 de Mayo de 2005 | 16:44 |
Marcelo Contreras

Cero, el último trabajo de Pablo Herrera, trata de su separación conyugal y del renacimiento tras el duelo. El concierto que ofreció el sábado en el teatro Teletón (a tres cuartas partes de su capacidad) para estrenar el álbum puso las piezas en el orden correcto, no así los tiempos adecuados a la representación de cada fase.

Pablo Herrera la pasó mal, y lo hizo sentir una y otra vez con ánimo flagelante. Quizás demasiadas canciones reiterando lo horrible que es quedarse sin el amor con el que se pretendía compartir la vida. La compasión de la sala llegó al punto de que solitarias voces le gritaron un par de veces "¡pobrecito!".

El segundo punto de su mensaje -el renacer espiritual- funciona acorde al elegante despliegue visual que Pablo Herrera monta en vivo, que privilegia intensos juegos lumínicos. Una opción necesaria, considerando la extrema sobriedad escénica de su correcta banda, que sólo gozó del sonido adecuado (ganó en nitidez y profundidad) durante el segmento acústico.

Sin embargo, justo en los momentos en que otras intensidades se apoderaban de la sala, Pablo Herrera volvió sobre el recurso de su separación. En su dosis justa, la cebolla finita puede ser un deleite. Si se pasa, un pequeño malestar.
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