EMOLTV

Todo puede ser mejor 21/2/2005

22 de Junio de 2005 | 17:39 |
El cantante argentino sedujo a cinco mil personas el sábado 18 en el Espacio Riesco.

David Ponce

La persona que está embutida dentro del traje con forma de envase del lubricante auspiciador del concierto de Diego Torres esta noche no lo debe estar pasando muy bien ahí dentro, pero al menos está seco mientras llueve en Santiago a la entrada del Espacio Riesco. Faltan minutos para el show y hay unas cinco mil personas, según cálculos de los organizadores, dispuestas a ver al cantante argentino, y no importa que el espectáculo parta con retraso ni tampoco importa la lluvia porque Diego Torres trae su propio clima consigo.

Torres sabe cómo hacer nuevas versiones de sus canciones para sorprender a la platea. Si el original es un reggae en buena onda como "Deja de pedir perdón", lo transformará en algo cadencioso y caribeño. Si es una balada como "Sé que ya no volverás", la transformará en un reggae en buena onda. De modo que en la tercera canción ya bailarán cinco mil personas cadenciosamente, la mayoría mujeres, colegialas y mayores; bailarán las acomodadoras del concierto, bailarán las promotoras del lubricante auspiciador y bailará la persona que está embutida dentro del traje con forma del lubricante auspiciador inclusive.

Las cosas que Diego dice entre canción y canción son tan importantes como la música para recalcar el estado de optimismo constante del artista. Es un placer para él estar acá; de verdad es una alegría grande, y es increíble que estemos tan cerca y esa montaña gigante que nos separa, pero se trata de estar atento a las cosas buenas de la vida porque si no estás atento te perdiste la ocasión. Lo refuerzan las dos pantallas gigantes y la pantalla circular al fondo del escenario ahora que Diego empieza "Cantar hasta morir", con el verso final "Yo vine aquí para dar una señal" mientras un destello se pasea por imágenes en video de la cordillera, el campo, el mar y es como ver "La atalaya" en pantalla gigante y con banda sonora.

Diego Torres está por un mundo mejor. Hoy no tuvo un buen día, y comprendió que todo lo que ella decía sólo era mentira, confiesa en "No lo soñé", y si por un segundo viene la certeza absoluta de que Diego va a salir con un tarro de nescafé para que este sea un jingle perfecto, no: sigue siendo la vida real. Ésta es la canción que demuestra que las mujeres no son el sexo débil, y que todo hombre puede ser engañado por una mujer, dice el autor en medio de una ovación. Versátil, luego hace un cover de "Penélope", de Joan Manuel Serrat, toca una canción solo en el piano, canta otra sobre un taburete, cambia de vestuario y deja la camisa blanca del comienzo por una polera y una chaqueta.

Son tantos recursos que incluso se da el lujo de agotar temprano su mayor éxito, con el que solucionó de una vez y para siempre el himno de toda campaña política: es hora de cantar que lo imposible se puede lograr, como dijo Don Quijote, y que siempre en un lugar, vale la pena una vez más, como ha dicho más de una vez Fito Páez, aunque no es tan fácil empezar, quitarse los miedos, sacarlos afuera, como dijo Piero. Es "Color esperanza", la gente se abraza y abrazan al lubricante auspiciador, y en adelante pasará cualquier cosa: un excelente cover de la diva dance Crystal Waters, una cumbia, unos compases de Vivaldi de lo más kitsch y un Diego Torres que se transforma en Juan Verdaguer, el señor uruguayo del humor, y termina como Coco Legrand contando chistes. Para el showman todo se puede. Saber que se puede, querer que se pueda.
EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?