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Primavera en el mejor nivel 29/10/2005

31 de Octubre de 2005 | 20:06 |
Gilberto Ponce

Una Orquesta Sinfónica de Chile tocando en el mejor nivel dio vida a un nuevo concierto de la Temporada de Primavera, que se desarrolla en el Teatro Universidad de Chile.

Hermoso sonido, ajustado estilo y musicalidad mostró la agrupación bajo la batuta del joven y talentoso director venezolano Rodolfo Saglimbeni, poseedor de una gran intuición y oficio, que le permiten logros de primer orden.

Desconocido en nuestro país es el compositor venezolano, pero con formación musical en Francia, Reynaldo Hahn (1874 - 1947), que realizara una fructífera labor en su país, no sólo en el ámbito de la composición.

De su autoría escuchamos la obertura para su ópera "Mozart". Obra brillante, muy bien orquestada, con lenguaje más cercano al romántico, que se desarrolla en torno a un tema recurrente, que se intercala entre otros de bastante atractivo. Director y músicos entregaron una versión fresca y brillante, encantando al público que los premió con largos aplausos.

En el más riguroso estilo clásico fue interpretado el hermoso Concierto Nº 2 para Flauta y Orquesta KV 314 de Wolfgang Amadeus Mozart. Ponemos énfasis en este aspecto pues habla bien de la versatilidad del director y la orquesta, que atentamente siguió las indicaciones de la batuta, para acompañar al excelente solista Guillermo Lavado.

El bello sonido del flautista recibió el certero acompañamiento de la orquesta, jugando con los contrastes y con respuestas coherentes en lo dinámico.

Las cadenzas de los tres movimientos fueron tocadas con perfección y estilo, dando cuenta de las posibilidades del solista.
Sería injusto no mencionar el segundo movimiento (Andante), por el expresivo "canto" entre solista, cuerdas, cornos y oboes.

La conocida y bastante tocada Sinfonía Nº 9 en Mi menor, llamada "Del Nuevo Mundo" de Antonín Dvorák, cerró la presentación.

Esta sinfonía, que está llena de desafíos tanto para la orquesta, como para diversos instrumentistas, suele recibir versiones rutinarias o más bien efectistas. Éste no fue el caso, pues el director Saglimbeni posee una visión unitaria, que lleva un arco expresivo desde el primero hasta el cuarto movimiento.

Alguien podría encontrar un tanto rápidos ciertos tempi. No obstante, éstos responden a la visión general que el director tiene de la obra, y si es capaz de obtener una respuesta como la lograda de los músicos en esta ocasión, los resultados son óptimos.

En esta oportunidad hubo justicia cuando al final el director hizo levantarse, para recibir los merecidos aplausos, a algunos miembros de la orquesta y a familias completas de instrumentos.

Para el recuerdo quedará el cálido sonido del corno inglés en el segundo movimiento, la nobleza de las cuerdas, el pastoso sonido de las maderas y el brillante sonido de bronces y timbal a lo largo de toda la sinfonía.

Es importante destacar el gesto de la orquesta, cuando luego de varios saludos, permaneció sentada para aplaudir junto al público al director invitado.

En resumen un concierto que pone a la orquesta en el nivel que el público merece y que responde a sus capacidades como músicos.
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