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Manzana

17 de Agosto de 2007 | 01:14 |
Manzana

Dos vertientes claras desembocan en el sonido con que Los Prisioneros recuperan la fuerza rockera claramente descuidada en su anterior álbum (Los Prisioneros, 2003). La guitarra eléctrica se utiliza aquí sin timidez (solos, rasgueos rápidos, ritmos ska, etc.) y se pone al servicio de canciones que no confunden sobre su condición de tales. Ansioso porque este álbum, según él, “deje la grande” en México, Jorge González ha ordenado sus creaciones de manera que presenten estribillos enganchadores y con versos repetitivos, ideales para corear en un estadio, puño en alto. Pero además de esa veta rockera, la conocida afición del compositor por el tecno-pop y la música disco se cuela en varias canciones que ayudan a producir en el oyente la sensación de que se está ante un trabajo vivo y diverso.

Hay alternativas suficientes en Manzana como para no aburrirse. La veta de denuncia social sea, quizás, la más débil, pues ni los versos ni la música de “Mister Right” o “Limpieza racial” superan la diatriba predecible que González viene enarbolando desde hace unos años, maniquea y mil veces escuchada. Con versos bilingües, el primer título denuncia la traición de un reconocible magnate de la prensa, en medio de una guitarra alienante y áspera, muy incómoda y sin mayor dirección. “Limpieza racial”, en tanto, es un ska sin nervio, interesado en exponer los riesgos de la homogeneidad que podría generar la globalización neoliberal. Parecida a “Ultraderecha”, el single “El muro” es, en este contexto, una canción mucho más cuidada. Pero es la observación social de “Manzana” la más graciosa: a través de un estribillo pegajoso, Los Prisioneros saludan a los cincuentones que se observan en Harrison Ford y “el pelmazo de Sting” (sic) para sentir que todo va bien. La canción ideal para alguien como Emeterio Ureta.

Pero la vida interior da para debates interesantes, y esta vez Jorge González ha observado dentro suyo mucho mejor que hacia afuera. Lo demostró en Corazones (1990) y lo confirma aquí en canciones como “Eres mi hogar”, “Te amo” y “El verdadero sexo”: el líder de Los Prisioneros puede ser un imbatible compositor de canciones de amor, cuando aplica su agudeza en el manejo de las palabras a situaciones que le son cercanas y cálidas. Este disco es el de un hombre enamorado, correspondido en ese amor, y que está dispuesto a honrar esa bendición a la altura de las circunstancias. Surgen entonces las lecciones aprendidas de ídolos suyos como Albert Hammond, que combinadas con su manejo técnico resultan en ambientaciones evocadoras y hermosas, que fluyen como lo hacían las canciones pop para adultos de los años setenta. Los versos, claro, no son los de los Carpenters: en “¿Por qué no me dejas?”, “Come” y “Que llueva, que llueva”, el compositor grafica escenas bien específicas de un acto sexual, placer tan ignorado por la tradición chilena de rock. Aunque sólo sea por esa novedad, su opción de cronista lúbrico se justifica plenamente.

Quienes esperen un disco de vanguardia tecno no lo encontrarán en Manzana. La afición de Jorge González y Miguel Tapia por la electrónica se expone a través de timbres sobrios, algunos ritmos bailables y un muy bien logrado cover en español para “Whip it”, de Devo (“Azota”). Es su opción por ampliar el molde punk que los dio a conocer, pero que no debiese sorprender a quienes han seguido las búsquedas de ambos (conjuntamente y por separado). Lo convencional y sus cultores se llevan las burlas de “Acomodado en el rock and roll”, una canción que pudiera caberle a distintos músicos que se han enemistado alguna vez con González, no sólo Claudio Narea: “Cuando te levantas, todos te saludan / te ven en la tele, te gritan ¡maestro! / Te gusta, ¿verdad? / Eres personaje grande en un pueblo chico”, dice parte de la letra (que, por cierto, también incluye un cariñoso saludo a este diario).

Jorge González quiere irse cuanto antes de Chile, a los asistentes a su show de lanzamiento les dijo que le resultaba “muy incómodo tocar en Santiago” y apostó porque las malas críticas locales para Manzana ya estaban escritas un mes antes de su lanzamiento. Tanta paranoia produce una cierta ternura a la luz de este disco, un trabajo que puede sostenerse perfectamente sin necesidad de interpretar el mundo como si estuviese dividido en bandos. A lo largo de la historia de Los Prisioneros, detenerse en esas provocaciones ha servido casi siempre para apoyar los impulsos más negativos de un autor talentoso, y contribuir al deterioro doloroso de relaciones humanas alguna vez brillantes. Hay en Manzana al menos un par de canciones que sobrevivirán el paso de los años, mucho mejor que las portadas, los manotazos y el debate —justo pero que da para largo— sobre si este disco mantiene o no lo que un fan original entiende por el “espíritu” de Los Prisioneros.

Marisol García C.

Los Prisioneros, “Manzana” (2004, Warner)


1.Manzana, 2.Mister Right, 3.El muro, 4.¿Por qué no me dejas?, 5.Eres mi hogar, 6.El verdadero sexo, 7.Azota, 8.Que llueva que llueva, 9.Te amo, 10.Come, 11.Acomodado en el rock and roll, 12.Limpieza racial, 13.Insatisfacción, 14.A trabajar, 15.Argentina.

Duración: 62:36.

Intérpretes: Jorge González, Miguel Tapia, Sergio Badilla, Gonzalo Yáñez.

Invitados: Beto Cuevas, Atom Heart.
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