EMOLTV

Gran Santiago

Este grupo chileno respeta las mejores leyes del pop en su primer disco. Gran Santiago sí funciona.

23 de Agosto de 2007 | 15:19 |

Un grupo con talento para la melodía y un autor tan incipiente como personal es lo que se advertía hace año y medio en las seis canciones de la primera grabación de Teleradio Donoso, según quedó escrito en esta misma página. Ahora son promesas más que cumplidas, sobrepasadas con el primer disco oficial de este grupo chileno, un debut con todos los índices altos en composición, arreglos, interpretación y carácter pop.


No es su única cualidad, pero lo formal en este disco, manifestado en los arreglos, es capaz de encandilar más que todas las otras. Sólo intentar el inventario de timbres e instrumentos de cada canción es una disciplina. Desde la diversidad de guitarras y pianos eléctricos y acústicos hasta el violín, el banjo, el vibráfono de Guillermo Rifo y hasta un theremin se prestan para una gama de combinaciones: pueden ser dos guitarras acústicas juntas, dos guitarras eléctricas en estéreo y hasta dos pianos sumados en "Lupanar", el hecho es que nunca Teleradio Donoso se oye sobrecargado, y sin embargo otros han hecho discos enteros con la música que hay en una sola de estas canciones, en cualquiera de ellas.


Gran Santiago es una relojería llena de detalles en los que detenerse. El bajista Cristóbal Fredes toca una primera nota al comienzo de "En un momento", y cuando es obvio que sigue una segunda nota lo que viene en realidad es un silencio. Un piano entero es llevado al estudio sólo para hacerlo sonar una vez al final de la misma canción. Los detalles que pone en juego el baterista Juan Pablo Wassaff son un mundo aparte, entre el no platillazo final de "Pitica", los redobles de "Un día te vas", la batería que echa a andar de a poco en "La carta" y que a veces se reduce a un platillo en "Máquinas" o "Un día…" porque con un cascabel basta, y porque en este disco el silencio es igual de importante que cada nota.


Con las distintas sonoridades bien delimitadas hay incluso espacios bien logrados para la estridencia, y el quinto integrante que este grupo suma para tocar teclados y guitarras en sus actuaciones en vivo no es un capricho. Está justificado por los requerimientos del disco, y ésa es una señal de la naturaleza de Teleradio Donoso, un grupo conservador no sólo porque se sujeta a la vieja escuela del pop sino porque además tiende a conservar la identidad del sonido al recrearlo en vivo. En un tiempo en que es posible crear, recrear, modificar y disparar música al infinito con softwares y medios electrónicos, este grupo no sólo elige la artesanía análoga del estudio, sino que le saca el mejor jugo en una muestra de pop perfeccionista.


Ésa es la forma. En el fondo, en la composición, Teleradio Donoso no es menos pop ni menos perfecto. Al revés del jazz, los de estas canciones son acordes sobre todo mayores y menores, como los de cualquier cancionero que venden en los quioscos; el sello está en lo bien que los combinan y qué melodías amigables ponen encima. Un ejemplo es "La literatura": tiene complejidades como un cambio de pulso en el medio, un contratiempo en el ritmo que es como una zancadilla para bailarlo y cuatro notas de guitarra que aunque repetidas hacen juego con cuatro acordes distintos en el coro. Pero no hay complejidad que valga cuando se trata de un rockabilly con guitarra acústica, con los mejores coros y con un bajo lleno de swing como ése: el pie se nueve solo. Cada canción está llena de partes, puentes y quiebres, pero lo único enredado es intentar explicarlo porque esto es pop nacido para cantar.


A lo largo de Gran Santiago están desplegadas esas señas reconocibles: falsetes, canciones que terminan en un recurso tan habitual como bajar el volumen de a poco, coros, palmas. La mitad exacta de estas canciones tiene palmas. La totalidad exacta tiene coros o arreglos vocales, en especial elaborados en "La carta", "La literatura" y "Tarde en la noche", y casi retro en "Pitica", cuando el cantante Alex Anwandter entona en primera persona "Yo sé qué efecto tiene" y sus compañeros responden en tercera persona "Sabe qué efecto tiene". Y no es sólo eficiencia, porque entre el talento general para la melodía se destacan la materia prima del desgarro en "Tarde en la noche" y la belleza de "Un día fui a pasear y no volví". "Todas las canciones compuestas por Alex Anwandter", dicen los créditos, excepto esta última, y ése es un gran detalle, porque la unión entre Anwandter y el guitarrista Martín del Real resulta en una de las mejores canciones del disco, y la única compuesta y cantada a medias.


Que el comienzo de "Pitica" se parezca a The Strokes no tiene nada de malo y es sobre todo una observación atrasada en año y medio, porque el disco hoy está abierto en muchos otros sentidos. Como dicen en literatura, Teleradio Donoso dialoga con sus fuentes, y en la mejor idea universal del pop es capaz de dialogar de hecho con todas las B de Beatles, Beach Boys o Burt Bacharach: canciones elaboradas pero fáciles de aprender. Anwandter no sólo se parece en los anteojos a Hank Marvin, de los Shadows, o a Buddy Holly. Además cree en la misma idea de canción que ellos. Un grupo con talento y un autor personal eran hace año y medio. Ahora Teleradio Donoso han hecho uno de los mejores primeros discos de la música pop en Chile.

EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?