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All the lost souls

28 de Septiembre de 2007 | 18:12 |
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Más que un hombre, James Blunt es un concepto. Eso pensaron probablemente los genios de la industria cuando lo vieron: ex soldado en Kosovo, airecillo a Chris Martin, musculoso pero sensible y, bueno, también toca la guitarra. Incluso, si lo apuran, compone. Un buen tipo que sabe usar acordes bonitos y -como buen poeta de las cosas simples- también sabe cantarle a la nena que se marchó de casa. No quedaba otra: Blunt había nacido para pasar de las balas a las baladas.

Y con All the lost souls, su segundo disco, somos testigos de como cayó en la trampita. Algo que ya pasaba en su apresurado debut Back to bedland (que vendió la impresionante cantidad de 11 millones de copias). Pareciera como si desde la portada se anunciara la cada vez más latente desesperación del cantante/soldado por desertar. Atrapado en estas doce canciones por ese monstruo encantador llamado "Beautiful", cancioncita que todo el mundo –literal- debió aprender a soportar (incluso fue prohibida en una radio de Essex). Pero atención, que el disco no molesta. Y por eso mismo es triste, porque el peor destino de un álbum es ser música de fondo mientras estás atento a otra cosa.

Por más que haya trabajado con los compositores de Britney Spears o Beyoncé y que acá haya pianos, efectos de guitarra o guiños a Electric Light Orchestra o el peor Coldplay, todo suena a "Beautiful". Aunque Blunt frasee distinto en "I really want you" o intente el estribillo épico-para-estadios en "Annie", uno sigue pensando en "Beautiful". Incluso mientras exige explicaciones en "Same mistake" le respondes "es tu maldita Beautiful".

Al parecer Blunt no quiere servir en otra guerra: ya está declarando lo bien que le hizo escapar del estrellato inglés en España y que las groupies son lo mejor de la existencia, a ver si eso, sumado a la hiperventilación de una canción le pueden dar otro one "ringtone" wonder.

—Juan Carlos Ramírez

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