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Punk Freud

10 de Julio de 2008 | 13:43 |
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El futuro no existe para este ensamble de jazz futurista que viene de Polonia y que al menos en dos ocasiones ha demostrado en Chile sus capacidades de enredar las madejas mentales de la audiencia con una música que viaja hacia distintos lados simultáneamente. Pink Freud, que ha sido puntal del jazz polaco contemporáneo, también es punk contemporáneo en actitud. Nada le resulta conveniente y por eso utilizan fórmulas de manifestar descontento. Sus armas principales la ironía y el sentido del humor. Pink Freud es de entrada una mezcla para la risa: entre Syd Barrett y Sigmund Freud. Y Punk Freud, su quinto disco, es una confirmación de que la música desafiante también necesita soportes visuales desafiantes: una zapatilla rota en la portada o un juego de palabras que suenan muy bien.

Una de esas palabras clave es “jass”, el nombre que asimiló un pequeño y efectivo movimiento de músicos jóvenes de jazz en Varsovia (ellos provienen de la ciudad de Gdansk) durante los ’90 y al que se unió el líder del quinteto, el bajista Wojciech Mazolewski. Otro juego de palabras es ese famoso tributo a Don Johnson que incluyeron en su disco Sorry music polska (2003) parafraseando a Miles Davis y su historico A tribute to Jack Johnson (1970). Pink Freud es parte de una de las primeras generaciones de mezclas muy modernas de nu jazz más arriesgado, que formaliza la base post bop de los ’60 con todo tipo de engendros actuales, distintas líneas de música electrónica, pop y un fuerte acento psicodélico, además de la convivencia entre la batería, el primer instrumento creado para tocar jazz, y maquinitas de producción de bases, loops y muestras.

La música de Mazolewski y sus sidemen es así, por eso pierde en ciertos momentos la distancia con el auditor. Si el swing se representa a través de una línea contínua de ondulaciones, la música de Pink Freud ni siquiera introduce ángulos rectos: la línea parece interrumpirse abruptamente en momentos de experimentación y música abierta. Obviaremos cualquier traducción de títulos para no correr riesgos ni caer en torpezas: arranca con frenéticos pasajes de free jazz en “Dziwny jest ten swiat” y explora en forma permanente sobre términos de la improvisación libre en la serie que incluye “Piasek piasek kupa piasku”, “Wszystko płynie intro woda” y “Powiedział Ełk”, con dinámicas conexiones entre los músicos, sonoridades acústicas, latidos digitales, twist y gritos. Pink Freud reproduce también pasajes mucho más rímticos de jazz-funk (“Velvet”) y post-bop (“Sex przemoc lei i niemoc”) hasta alcanzar un desenlace magistral y coltraneano —aunque en rigor es minguseano— con el “Canon” de Charles Mingus, pero en una manera punk. Si es que eso puede llegar a existir. Pink Freud gusta y no gusta, eso es parte del juego de las ironías, de las palabras y de las improvisaciones.

—Iñigo Díaz

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