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Gratis en vivo, gratis en Internet

Este martes parte en Santiago una temporada de música en vivo en la que participarán músicos de seis sellos disqueros chilenos. No son sellos tradicionales: son netlabels, que funcionan en Internet y permiten la descarga gratuita de los discos. Música libre y gesto político, describen sus gestores.

23 de Marzo de 2009 | 20:12 |

El significado es literal. Netlabel es sello en red, y la red en este caso es Internet, un espacio que en los últimos años ha sido empleado por una serie de creadores para crear un nuevo frente de sellos de música en Chile. Un primer encuentro de esos sellos comienza este 24 de marzo con el nombre de Noa Noa 2.0, un ciclo de música en vivo que se extenderá hasta agosto.

Las diferencias con los sellos tradicionales  son varias. Los netlabels son independientes de grandes corporaciones, a menudo gestionados por sus propios músicos, y lo principal es que se basan en permitir la descarga gratuita de sus grabaciones desde la red. Así lo han hecho las ocho etiquetas convocadas por Noa Noa: Impar, Modismo, Glued, Pueblo Nuevo, Epa Sonidos y Jacobino Discos. La primera de estas sesiones estará a cargo del equipo de Impar, con los músicos Danieto y Flipper, los DJs Hans Carstens y Matamoros y el generador de proyecciones visuales Ricardo Vega.

-Los músicos han visto en las nuevas tecnologías una herramienta para la distribución, que muchas veces queda atrapada dentro del cuello de botella de los sellos tradicionales -explica Claudio Ruiz, abogado y gestor de la organización no gubernamental Derechos Digitales, que organiza el ciclo junto al sitio Super 45. Se trata de la ONG que inició en Chile el uso de las licencias Creative Commons, tratos mediante los cuales los artistas pueden autorizar el uso gratuita de sus obras: el mismo tipo de licencia que permitirá al público descargar todas las sesiones de Noa Noa.

-¿Por qué escogieron los netlabels como el eje de este ciclo?
-En los últimos años nos hemos dado cuenta de que las nuevas tecnologías han supuesto una oportunidad para que músicos hagan suyos los métodos de distribución que entrega Internet. No es raro que muchos de estos músicos se hayan presentado en vivo con resultados de público impensados hace algunos años atrás, debido a la difusión que es posible obtener por medio de estos canales. A través de las nuevas tecnologías se facilita esta distribución, es posible publicitar las actividades de los músicos a bajo costo y entregar acceso al público a través de licencias de contenido como Creative Commons.

-¿Cómo has visto la evolución de los netlabels en Chile?
-En Chile existe una larga tradición de netlabels. Partieron como espacios informales de distribución para hoy establecerse como un sistema veloz y directo de distribución musical. Entre los más interesantes está el trabajo de Pueblo Nuevo, que además de ser una propuesta musical con muchas repercusiones y premios en el extranjero, es una propuesta política, proactiva, de explorar formas alternativas de distribución. Y por otro lado está el ejemplo de Modismo, un sello centrado fundamentalmente en hip-hop, con músicos mucho más jóvenes, de una generación de nativos digitales, que han formado bandas a partir de las redes que supone Internet: sin ir más lejos, Colectivo Etéreo (grupo de hip-hop ligado a Modismo) surge a partir de conversaciones en Soulseek.

-¿Cuál es esa opción política de Pueblo Nuevo, por ejemplo, un sello que se carateriza por la cita gráfica a símbolos revolucionarios?
-Muchos de estos grupos, y en particular Pueblo Nuevo, tienen una apuesta tanto estética como de fondo que alude a la necesidad de reflexionar respecto de la realidad que rodea la experiencia musical. Músicos como ellos ven en las nuevas tecnologías una tremenda oportunidad para la difusión y para los nuevos negocios, pero al mismo tiempo ven cómo la regulación actual de los derechos de autor es una gran cortapisa para este desarrollo, al estar pensada en lógicas del pasado. Como ONG nuestro objetivo es la defensa de los derechos fundamentales en Internet desde el punto de vista del interés público, y todo esto es también, naturalmente, político. En este contexto, durante estos años hemos dado una dura pelea por un sistema de derecho de autor más equilibrado. No es una pelea contra los músicos del mundo más tradicional, sino una propuesta de adecuar los derechos de autor al mundo de hoy.

-¿En qué sentido la regulación actual es una cortapisa? 
-La ley chilena data de 1970, y cada modificación que se le ha hecho ha estado pensada en aumentar los estándares de protección y no de aumentar los estándares de acceso. Cada vez que pensamos en propiedad intelectual se suele pensar en penas, en procedimientos expeditos y en piratería y delitos. Esto ha llevado a que la legislación chilena actual sea una de las más restrictivas respecto de estos temas en el mundo. Sin ir más lejos, Chile es de los pocos países que no contemplan excepciones que permitan a los minusválidos adaptar obras literarias a formatos auditivos o a las bibliotecas a hacer digitalizaciones de obras de sus catálogos que se encuentren en franco deterioro. En Chile quienes realizan estos actos son considerados infractores de ley. En Chile si pasamos un disco compacto a nuestro pendrive sin la autorización del titular somos también considerados infractores. Esta tendencia hacia la maximalización del derecho de autor nos ha llevado a estos y otros excesos inaceptables en una democracia.


-El gesto de subir música a Internet ya está bastante extendido, incluso muchos músicos están usando blogs, fotologs y otros sitios para subir discos. ¿Privilegiaron a los netlabels también por ser propuestas más avanzadas?
-Nuestra opción tiene que ver con alentar a personas que están construyendo plataformas más o menos formales y con una apuesta común, estética y musical. Y por otro lado nos parece notable que muchos de estos netlabels basan su distribución en el licenciamiento con Creative Commons de las obras de su catálogo. En este sentido, Creative Commons es una gran herramienta para que los autores determinen libre y gratuitamente qué usos podemos hacer con sus obras. Cuando subes tu música a Internet sin decir nada, mantienes todos los derechos reservados sobre ella y quien accede a ella en principio no está autorizado a hacer ningún tipo de uso. Cuando la subes con licencias Creative Commons están dando información al público respecto de lo que puede y lo que no puede hacer, lo que es un juego win-win (en el que todos ganan).

-¿Pero no se subentiende por el hecho de subir un disco que el autor faculta al usuario a descargarlo?
-Desde el punto de vista legal, cualquier utilización de una obra intelectual requiere del permiso del autor. Y descargar una canción obviamente se encuentra dentro de estas situaciones que requieren en principio permiso. Como esto resulta absurdo en el mundo de Internet -piensa solamente en la cantidad de permisos que alguien debiera conseguir con sólo navegar un par de horas- surgen licencias como Creative Commons, autorizaciones que entrega el autor a priori, favoreciendo la distribución y la utilización posterior de sus obras por parte de terceros. Estas licencias responden a un proceso natural de distribución y generación musical del siglo veintiuno, entregando a los autores un abanico de posibilidades para que sean ellos quienes determinen las condiciones de uso de sus obras.

-¿En el fondo la ley prohíbe a un músico subir su música gratis a Internet, en otras palabras regalar su música? Lo pregunto porque hasta gente vinculada con la SCD lo ha hecho, como Fernando Ubiergo, que subió sus discos antiguos a su sitio
-La ley autoriza a los autores a hacer ello y mucho más. Lo que sucede es que si Fernando Ubiergo nada dice, en principio no estamos autorizados a dar ningún tipo de uso a dichos archivos. ¿Podemos grabarlos en un CD, copiarlos a un pendrive, ponerlos en una fiesta, regalarlo a algún amigo? Al no saber cuál es la intención del autor, debemos atenernos a lo que nos dice la ley. Y la ley es clara al decir que no podemos hacer ninguna de aquellas acciones, salvo que consigamos la autorización del autor. Por eso alternativas como la que entrega Creative Commons han sido tan importantes para músicos y creadores en general en todo el mundo al entregar en forma gratuita una serie de documentos legales que les permiten de manera simple determinar qué usos permitir y qué usos reservarse. En otras palabras, tiene que ver con la información para el público y para el artista. Subir obras a Internet y no decir nada es utilizar a medias las potencialidades que otorgan las nuevas tecnologías.

-¿Se puede dar el caso que desde un punto de vista aun más libre un artista quiera dejar su obra totalmente disponible en Internet? ¿En ese sentido no es más "libertario" incluso prescindir de una licencia como la de Creative Commons?
-La renuncia de los derechos patrimoniales de autor se permite en la gran mayoría de los países. Pero la ley chilena a este respecto es de una ambigüedad vergonzosa, dado que por un lado permite al autor renunciar a sus derechos de autor entregando su obra al llamado dominio público, pero al mismo tiempo en otra parte sostiene que dichos derechos son irrenunciables. La apuesta política tiene que ver, entre otras cosas, con resolver éste y otros muchos conflictos que contiene nuestra ley. Hoy tanto ONGs como bibliotecarios, universidades, colectivos musicales y muchos otros estamos trabajando en propuestas para que Chile tenga un derecho de autor acorde a las necesidades de nuestros autores y del público. Hoy tenemos un derecho de autor que criminaliza prácticamente cada cosa que hacemos en Internet. Esa es una situación que hay que resolver no sólo a favor de los intereses de discográficas y unos cuantos, sino que a favor de los intereses de todos. Esa es la única forma de tener una ley justa.

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