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Algunos virtuosos para comenzar

Ya nos hemos acostumbrado a los espléndidos conciertos de cámara programados por la Fundación Beethoven en nombre del fallecido maestro Fernando Rosas. Si 2008 alcanzó una cota de gran altura, es muy probable que 2009 llegue a niveles similares con conciertos como éste.

01 de Junio de 2009 | 13:05 |
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El violinista Odrich Vlcek es el director de este fenomenal conjunto europeo de cámara, con que se iniciaron los conciertos de la Fundación Beethoven en 2009.

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Con justificada satisfacción, Isaac Frenkel, el presidente de la Fundación Beethoven, dio inicio a la Temporada Internacional de Conciertos “Fernando Rosas” 2009 que se realiza como cada año en el Teatro Oriente de la capital. Su orgullo radica en la enorme fama y calidad de los solistas y conjuntos que se presentarán en el presente año, y que todo indica que reeditarán la excelencia de la anterior.

En una sala remozada debutó Virtuosi di Praga, estupendo conjunto de cuerdas formado por once integrantes bajo el mando del concertino Odrich Vlcek. La homogeneidad de sonido y una espléndida musicalidad son algunas de las principales características del conjunto. Ellos abordaron obras de cuatro compositores y las enfocaron no sólo de acuerdo al estilo de cada una sino a través de una variación del peso sonoro de acuerdo a las exigencias propias de cada obra. Su gozo al tocar es tan evidente, que envuelven con ese entusiasmo a quienes les escuchan en una especie de complicidad estética.

La “Suite N° 3 de “Antiguas Arias y Danzas” de Ottorino Respighi abrió su presentación, y por curiosa coincidencia, esta misma obra se escuchó en versión de la Sinfónica la semana recién pasada. Las comparaciones son inútiles, puesto que en esta ocasión se trató de una versión íntima, en la que se buscó la fineza del sonido de fines del Renacimiento y comienzos del Barroco, casi buscando la ausencia del vibrato, con un sobresaliente trabajo de los contrastes dinámicos y de carácter que le otorgó una especial emotividad a la versión.

Luego, la estupenda soprano Petra Froese interpretó dos fragmentos del “Stabat Mater” de Giovanni Battista Pergolessi. A su hermosa voz se une su musicalidad, de espléndida afinación. En esta versión el canto y los instrumentos fueron un todo complementario, en cuanto a fraseos y en cuanto a las articulaciones, de gran expresividad.

La primera parte finalizó con el “Concierto para dos violines, cello y cuerdas” de Antonio Vivaldi. Actuaron como solistas Odrich Vlcek, Chiaki Yamazaki y Lana Landová. En este concierto, a la gracia de los diálogos de ambos violines se agregan las respuestas del cello, en una ejecución de pulcritud ejemplar y en un entramado sonoro que casi llega a lo “concertante”.

El segundo movimiento de la obra se caracterizó por la complementariedad de los diálogos de los solistas y la sutileza de la dinámica “piano”, tanto como esa solemne belleza de los unísonos. Brillante fue el tercero, de precisión virtuosa, unidad absoluta en carácter, fraseos y articulaciones, y siempre manteniendo un “color” diferente para cada instrumento solista.

La segunda parte estuvo dedicada al compositor noruego Edvard Grieg. En su inicio volvió al escenario Petra Froese para cantar “Tres Canciones de Peer Gynt”, escritas como parte de la música incidental para el drama de Henrik Ibsen. En las cuerdas fueron evidentes el cambio en el peso sonoro y la expresividad. En cuanto a la soprano, el dominio que tiene sobre estas canciones es total. Capta el sentido de cada una de ellas y las convierte en particulares unidades expresivas. Además hace un uso exquisito de los contrastes dinámicos con manejo esplendido del fiato.

La conocida “Canción de Solveig” le permitió desarrollar toda su belleza vocal, llegando casi a lo alado en los “vocalise”. Para finalizar, en la tercera pieza comunicó todo el dramatismo que pareciera conducir a un mundo de preguntas, que es anunciado espléndidamente en la introducción instrumental. Sin duda una muestra magnífica de la capacidad de esta soprano para abordar estas tres canciones de carácter tan diverso, donde triunfó plenamente. El público fue incansable en sus aplausos.

El grupo finalizó la jornada con la “Suite Holberg”, en la que mostraron un bello sonido y un manejo notorio de los contrastes y claros fraseos, destacando así cada uno de los temas melódicos. Cada diálogo fue perfectamente delineado, mientras que los ataques y cortes fueron tan perfectos como los cambios de tempi. De esta manera transportaron al público desde la melancolía al sentimiento fuerte, sin obviar lo chispeante.

Largo sería enumerar todos los logros que llevaron al público a exigir tres encore: primero el “aria” de la “Suite N° 3” de Bach, tocada con gran transparencia; luego el famoso “Canon” de Pachelbel en una vibrante versión con un crescendo y un ascelerando ejemplares. Y finalmente un exquisito pizzicato donde lo percutido no estuvo ausente, versión en la que derrocharon simpatía, humor y musicalidad.

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