Ya en la alineación de este trío porteño hay un vínculo a los recientes años de rock independiente en Chile con la presencia de Bernardo Naranjo, que fue el segundo guitarrista del pionero grupo de rock alternativo Díacatorce hacia 2000 y 2001. Años después, la primera grabación de Fatiga de Material es un paso bien dado hacia el sonido que representa una etapa siguiente en esa historia, conocido en parte como post-rock y reconocido por su carácter instrumental, a partir del núcleo entre una guitarra, un bajo y una batería.
Sobre ese principio elemental se levanta esta música. A menos recursos, mayor rendimiento. Ya en la primera pista hay un cambio de ritmo apenas empezada, y no va a ser el único cambio de ritmo en esa pista ni en el disco entero. El rasgo principal aquí puede ser la densidad de un muro de guitarra distorsionada construido sobre el cimiento de un bajo y una batería de precisión, pero para aquilatar el ruido también hay que contrastarlo con pausa. Y el grupo sabe manejar ese contraste. Otra composición, "De nuevo", tiene sus moles de ruido, pero se arma sobre dos notas, una de guitarra y otra de bajo, las dos separadas por el intervalo de un solo tono: dos notas casi pegadas que construyen un acorde inquietante para empezar.
Estas son cinco pistas urgentes, directas. No hay discurso. La intensidad y el mensaje están en el sonido, en un modo de hacer música que se conecta con referencias de grupos extranjeros ya conocidos como Shellac, June of 44, Don Caballero o Mogwai, que por lo demás no es ningún misterio desentrañar porque están declarados por el propio grupo en su sitio en la red MySpace. Pero además se conecta con una música de la que ya había rastros en Chile desde fines de los años '90 con grupos de una o dos generaciones como Griz, Fósil, Familia Miranda, Mostro, Innombrable o los también porteños de Pegamento. Fatiga de Material se presenta ahora y sabe cómo sumarse a esa historia.
