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Yo nunca vi televisión

22 de Abril de 2010 | 10:03 |
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Como a todo disco tributo, a este homenaje a la serie televisiva chilena "31 minutos" lo define su entusiasmo y su disparidad. No hay dudas de la energía con la que estos catorce invitados le cantan al diente de leche perdido, la muñeca que habla, y el grupo de amigos que baila con César popularizados antes por cada capítulo televisado y los tres exitosos álbumes de la serie (31 minutos, 31 canciones de amor y una canción de Guaripolo y Ratoncitos). Son canciones de encanto transversal, que fascinaron antes a rockeros como Jorge González (quien ya había interpretado un par en vivo) y terminaron por conquistar también a los integrantes de Café Tacuba. Son ellos los productores y organizadores de este tributo, con una mayoría de invitados mexicanos y cuatro nombres chilenos a bordo. Editado en México a fines del año pasado, la publicación de este disco en nuestro país está aún pendiente.

No todos los músicos comprenden la enorme ductilidad que permite el género de la canción infantil. Los Bunkers, por ejemplo, creen que el chiste está en hacerse los rudos con un "Mi equilibrio espiritual" pasado por un cedazo a-la-"Holidays in the sun" que pierde con respecto al original; tal como el grupo Niña confunde en una majamama ska la graciosa "Bailan sin César". El fuerte de estas canciones es su melodía, y a ella le rinden justo homenaje las deliciosas versiones de Belanova ("Yo nunca vi televisión"), Pedropiedra ("Mr. Guantecillo") y Ximena Sariñana ("El dinosauro Anacleto"): grabaciones tarareables y cálidas, levantadas con evidente cariño y sin ánimo irónico alguno.

"La regla primordial" es una construcción poderosa e imaginativa que el cantante Rubén Albarrán y su esposa presentan bajo el nombre de Tepetokio, mientras "Mi castillo de blanca arena" se abandona al flujo pop cadencioso y frágil de Siddartha. En general, los mejores resultados están aquí entre los músicos que han podido imprimirle identidad a canciones ya cargadas de carisma en su grabación original: llenarlas de gracia, aunque de otra manera.

—Marisol García

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