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Kill Gill

Reconozcámoslo: Charly García fue un genio del rock argentino y latinoamericano. Pero después de recuperarse de su dramática espiral autodestructiva perdió el brillo de ese compositor fundamental.

05 de Febrero de 2011 | 13:39 |
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Éste es el Chinese democracy de Charly García. Un disco que, tal como el de los Guns N'Roses, demoro años en salir a la luz. Y cuando lo hizo provocó decepción generalizada. Aunque, claro, en Chile el músico argentino es venerado al punto de que cualquier cosa que haga es una "genialidad". En Argentina, en cambio, muchos se preguntan para qué sirve en definitiva el "oído absoluto" del que presume García.

Y escuchando el Kill Gill, uno se pregunta no sólo qué tenía de especial el disco que demoró tanto en salir, sino también qué hace especial la producción del histórico Andrew Oldham, el manager de los primeros Rolling Stones y productor de Rod Stewart y Eric Clapton. ¿Será el sonido de teclados añejos y baterías programadas? Lo cierto es que las canciones son un pálido reflejo del estado optimo de García en los '80.

"King Kong" o "Pastillas" parecen demos y aun así, carecen de ideas interesantes. "Corazón de hormigón" (cantada a dúo con Palito Ortega) no es más que una toma simpática de uno de los primeros temas compuestos por García en su vida. "Mirando las ruedas" es un cover de Lennon que ni siquiera autoengañándose con su sonido de lo-fi (baja fidelidad) uno la podría encontrar buena o al menos interesante. Y esa es la línea de todo el disco: baterías machaconas, programaciones maquinales, una voz algo recuperada pero que no logra redimir canciones menores. No es que uno pida otro Piano bar o Clics modernos. Sólo que es difícil entender que se publiquen discos que incluso vistos desde la estética del lo-fi carecen de riesgo y aventura.

—JC Ramírez Figueroa

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