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Dramones

05 de Febrero de 2011 | 13:38 |

"Fecha de salida: 1 de febrero de 2011" es el anuncio de este disco en la gacetilla de prensa de BCore, el sello catalán que publica junto a varios otros el cuarto volumen de Familea Miranda. Es la fecha de edición en vinilo de este LP, formato que se suma a una versión digital descargable que circulaba desde 2010, y que suma un logro extra a esta excelente entrega del trío chileno radicado en Barcelona en 2006.

Hay etiquetas ya acuñadas para denominar la música que Familea Miranda viene tocando desde su aparición en 1999 cuando aún se llamaban Familia Miranda: post-hardcore y math rock o "rock matemático" son algunos de esos intentos. Pero la música será siempre más elocuente. En Dramones (2010) está avanzado el carácter que el grupo ya había mostrado en Familia Miranda (2001), Ferguson (2003) y Ensayo ≠ error (2006), con sonido casi siempre instrumental, distorsión de cuerdas de guitarra y a veces de cuerdas vocales, y composición exigente sobre la atracción de unos compases muchas veces irregulares.

Así es Dramones: a primera ojeada estadística, tres de las diez canciones tienen voz, y seis tienen algún tipo de compás contra la cuadratura. Lo primero que suena es una aproximación microscópica y rítmica a las cuerdas de la guitarra. En la segunda canción desembarcan nuevos timbres de melódica y trompeta. En la tercera ya no se trata de una sola cifra asimétrica: en "Michael Jackson" y sobre todo "Walter" y "Falcone" son sucesiones de compases irregulares los que tornan más compleja y más estimulante a la vez esta música. Las dos voces del guitarrista Katafú y el bajista Rodrigo Gomberoff se hacen simultáneas en una canción con todas sus letras como "Mujer metralleta", y hasta las composiciones de compás más rockero y convencional como "Dodec sosec" están cruzadas por los quiebres y contratiempos constantes del baterista José Junemann.

Katafú y Gomberoff son los hombres que han puesto a punto este lenguaje en doce años, y Jünemann se unió al trío en 2006. Y aunque su instrumento se toca sentado, él cayó parado aquí. Los que lo recuerden en la batería del disuelto grupo Mota entre 2000 y 2003 van a escuchar ahora una continuación lógica, y los que no, descubrirán ahora esa continuación: un trabajo minucioso, exigente y matemático también, que al mismo tiempo se acopla y da una propulsión nueva al sonido de Familea Miranda. Por último, ya habían probado poner drama en la letra de alguna canción previa, pero ahora lo hacen sin una sola palabra, con el inicio, el desarrollo creciente y el cierre intenso de "Las memorias del olvido". "Para amantes de The Ex, Fugazi, Shipping News, Hoover, Lïsabö o Trans Am", dice la misma gacetilla de BCore, y se queda corta eso sí en mencionar además el estilo casi bolerista de Gomberoff para cantar. Hay electricidad y matemática aquí, pero también hay estructura dramática y sentimiento.

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