Una de las primeras estrellas de la música celta. Claro que Asuranceturix, el bardo de la aldea, no daba jamás una nota afinada.
El Mercurio
LORIENT.- La Bretaña es una región muy especial: Armórica, como se llama esta región francesa en celta es la patria de
Astérix, Obélix e Idéfix. Posee numerosos menhires y la cultura celta se ha preservado a través de nombres, costumbres y fiestas. Una de ellas es el Festival Incerceltique de Lorient, el mayor encuentro celta del mundo.
Anualmente, este festival de diez días en la ciudad costera bretona de Lorient atrae a unos 800 mil visitantes y centenares de músicos y bailarines de Escocia, Irlanda, Galicia, Asturias y Australia. Todo un acontecimiento para sus aproximadamente 60 mil habitantes.
Quizá Ernest Hemingway habría escrito "Lorient era una fiesta" si hubiera aterrizado en la patria de Astérix y Obélix en lugar de en París. Sólo que entonces no existía el festival, creado después de la publicación, póstuma, de las memorias de Hemingway en la metrópolis francesa durante los años '20.
Escuchar a las bagadesCuando el festival fue bautizado en 1970, la cultura celta estaba en horas bajas. En la región no había más que unas 20 "bagades", las variantes bretonas de grupos musicales con gaita y tambor. Hoy en día, el Grande Parade, uno de los grandes atractivos del festival, reúne a casi 80 de estas formaciones por las calles de Lorient.
El potente y evocador sonido de las gaitas se prolonga hasta altas horas de la madrugada. En cafés, "brasseries" y salas de conciertos, los gaiteros introducen con fuerza aire por la boquilla mientras sus compañeros los acompañan con estridentes guitarras electrónicas y sintetizadores. Y es que la música celta ha sabido adaptarse a los tiempos: el programa cuenta con más de 120 actuaciones, entre ellas country australiano, rock celta, bandas de gaitas gallegas y asturianas y artistas como Carlos Núñez y Luz Casal.
Un programa, con el que además a uno le entra hambre y sed: aunque jabalí, el plato favorito de Astérix y Obélix, brille por su ausencia -apenas quedan jabalíes en Bretaña-, hay crpes dulces, "galettes" saladas y "kouign-amann", un calórico pastel a base de mantequilla y azúcar. Todo ello regado con litros de cerveza Guinness, la poción mágica de los celtas contemporáneos.
Y es que la Bretaña es hoy un bastión de la música tradicional. La oferta se extiende desde el festival internacional de arpa de Dinan hasta pequeños "festo noz", grupos de baile bretones en las ciudades y pueblos de la región. Allí se origina más de la mitad de la oferta discográfica de música tradicional francesa. Y algunos de sus mejores "soner" provienen de Armórica. Músicos que tocan la bombarda y el "binio", la gaita bretona.
