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Umberto Eco se describe como "un novelista muy joven, ciertamente prometedor"

El escritor italiano de 80 años publicó en Europa su nuevo libro, "Confesiones de un joven novelista", en el cual analiza su experiencia como ensayista y narrador.

12 de Septiembre de 2011 | 11:22 | EFE
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El escritor se refiere en su libro a la novela que lo consolidó en la literatura a nivel mundial: ''El nombre de la rosa''.

EFE

MADRID.- Umberto Eco se describe a sí mismo como "un novelista muy joven, ciertamente prometedor, que hasta el momento ha publicado unas cuantas novelas y que publicará muchas más en los próximos cincuenta años", según publica en su nuevo libro, "Confesiones de un joven novelista", en el que reflexiona cómo pasó de ensayista a novelista.

En esta nueva publicación, el narrador italiano reflexiona sobre su forma de escribir."Prestaré más atención a la ficción que a los ensayos -dice-, porque, aunque me considero académico de profesión, como novelista no soy más que un aficionado", subraya Eco, que debutó como novelista con "El nombre de la rosa", en 1980.

Una novela que abrió su fama al gran público; un éxito internacional, que luego crearía escuela en otros autores al mezclar hechos históricos con la intriga y el misterio.

Cuestionamientos a la creatividad e inspiración

Entre algunas de sus reflexiones, el autor de "El péndulo de Foucault" sostiene que, cuando llegó a la cincuentena, no se sintió, "como les pasa a muchos alumnos", escribe, frustrado por el hecho de que su escritura no fuera "creativa".

"Nunca he entendido por qué a Homero se le considera un escritor creativo y a Platón no. ¿Por qué un mal poeta es un escritor creativo y un buen ensayista creativo no lo es?", precisa.

Según el semiólogo, "los escritores creativos piden a sus lectores que traten de encontrar una solución". Por ese motivo, Eco cuenta que, en las charlas que ofreció tras la publicación de "El nombre de la rosa", explicaba que un novelista puede decir cosas que no puede decir un filósofo.

Umberto Eco explica también que "inspiración" es una mala palabra que los autores tramposos utilizan para parecer intelectualmente respetables. "Como dice el viejo refrán, el genio es un diez por ciento inspiración y en un noventa por ciento transpiración", recalca.

Y, como Kapuscinski cuando afirma que para escribir una página hay que haber devorado una biblioteca, Eco asegura que, por ejemplo, para contar en "El péndulo de Foucault" que las editoriales Manuzio y Garamond están en dos edificios adyacentes entre los cuales se ha construido pasaje, se pasó mucho tiempo dibujando varios planos e imaginándose el aspecto de ese pasaje.

"En la novela menciono brevemente los escalones, y el lector pasa por ellos con paso largo, sin, creo, fijarse demasiado en ellos, pero para mí eran cruciales y, de no haberlos dibujado, hubiera sido incapaz de continuar con mi historia", advierte.

Verdad versus ficción

"Llorando por Ana Karenina" es otro de los muchos y ricos apartados del libro y, en él, Eco habla de la diferencia que existe entre llorar por la muerte de un ser querido y llorar por la muerte de Ana Karenina.

Otra de las preguntas y reflexiones que se hace el pensador está relacionada con la verdad que existe en la ficción. "Y por qué cuando Goethe publicó en el siglo XIX 'Las tribulaciones del joven Werther', donde su héroe homónimo se suicida por amor, muchos jóvenes románticos de la época hicieron los mismo?", se plantea.

Las cábalas y reflexiones de este "joven novelista" acaban con una larga lista ("como tuve una educación católica, me acostumbré a recitar y a escuchar letanías, dice) sobre otros autores que también analiza.

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