EMOLTV

Attila: Redescubriendo un Verdi Juvenil

23 de Octubre de 2011 | 09:31 | Artes y Letras de El Mercurio
imagen

Uno de los guardias de Ezio en a puesta en escena.

El Mercurio

SANTIAGO.- La idea para esta ópera la novena del autor deriva del drama homónimo (1808) del alemán Zacharias Werner, cuyo conocimiento le fue sugerido al compositor, según afirma en una carta al libretista Piave, por la lectura de `De Alemania' de Madame de Sta e.
El libreto es de Temistocle Solera, el cuarto y último que escribió para Verdi (después de `Nabucco', `I Lombardi' y `Giovanna d'Arco', además de `Oberto' en parte).  Habiendo partido Solera a España, Francesco Maria Piave introdujo los ajustes que el compositor deseaba.


UN EXITO POLITICO-MUSICAL Se estrenó el 17 de marzo de 1846 en el teatro La Fenice de Venecia, con un éxito que creció con cada representación, si bien no sólo por razones musicales, sino también políticas, dada la fácil identificación que el público hacía entre los hunos y los austríacos.  Las palabras del romano Ezio al rey huno:    ``Avrai tu l'universo, resti l'Italia a me'' (``Tendrás tú el universo, quede Italia para mí'') hizo furor en el caldeado ambiente del Risorgimento.


INTERES MUSICAL
Pertenece, pues, al período que va entre `Ernani' y `Macbeth', en que el genio verdiano, tras alcanzar algunos triunfos clamorosos, se busca aún a sí mismo, y antecede en un año al hito que esta última representa en la trayectoria del compositor.  No es una obra tan innovadora como lo será `Macbeth', ni tan enteramente homogénea en su alto nivel como `Rigoletto' (1851).  Postergada y casi sepultada por la gloria de otras obras mayores, la crítica musicológica contemporánea la ha revalorado.  Carece todavía de una solidez de construcción que permita al músico construir un organismo totalmente coherente, donde la calidad de los detalles no haga jamás olvidar una arquitectura de conjunto, firmemente seguida de principio a fin, según señala Gilles de Van, pero no cabe ignorar la belleza de muchos momentos y la eficacia de ciertas escenas.  Para Arnaldo Bonaventura su música es ``en conjunto, cálida, vigorosa, enérgica; incluso ruda y brutal a veces, en armonía con el tema bárbaro y el tipo bárbaro del héroe''.
Sin embargo, Verdi se sintió complacido con Attila lo más cercano que compuso a un tema de la Roma imperial y en sendas cartas expresó:    ``Escribo Attila, Qué hermoso tema!'' y ``No es inferior a las restantes''.  La orquestación es mejor que en `I Lombardi', la composición revela una calidad más uniforme, el drama es menos teatral y más humano.  ``En realidad dice el biógrafo George Martin, Verdi estaba tratando de utilizar todo lo que había aprendido y continuaba avanzando hacia el tipo de ópera humana en que después se destacó''.  Los personajes son de una pieza, sin mayor adentramiento psicológico, pero la riqueza en melodías nítidas y vigorosas se prodiga sin tasa, insuflando vida a una obra que se hace breve.
Ocasionalmente peca de falta de refinamiento, en especial en los acompañamientos, casi siempre tradicionales ritmos cabaletísticos , bien martillados pero rudos.  Es más, hay quienes ven en esta obra el punto culminante del cabaletismo verdiano, esto es, de una verba guerrera simple y directa.  Sin embargo, abunda en inspiración y lirismo juvenil; es dramática, rica en momentos fuertes, algunos de los cuales alcanzan muy alto nivel.  Verdi atenúa los defectos del libreto, apelando a una concepción espectacular, que centra la obra en algunos grandes frescos como lo atestigua una carta muy interesante, de abril de 1845, con una estética de cuadros a la francesa :    el incendio de Aquileya, la escena del banquete y la tentativa de envenenamiento, el encuentro entre Atila y el Papa León.  El compositor consideró la posibilidad de dar esta obra a París, estimando que podía adaptarla, sin grandes cambios, a la escena francesa.
Sin perjuicio de desbordar vigor juvenil a veces algo brutal, a excepción de algunas llamaradas patrióticas como `Santo di patria' y `Oltre a quel limite' `Attila' es una obra que se detiene en numerosas escenas intimistas, predilectas del Verdi de la madurez.  Resaltan así detalles en ciertas frases que, tal vez, no habrían interesado a otros compositores:    el acompañamiento del sueño de Attila, `Mentre gonfiarsi l'anima' (el gran trozo para despliegue de las posibilidades del bajo), por ejemplo, o la introducción de la romanza de Odabella.
Hay en la partitura una filiación belliniana y una apertura hacia la estética posromántica.  También tiene una filiación donizettiana, que asigna al coro un lugar preponderante.  Así, los coros de mujeres parecen surgir del convento del Trovador, en tanto que el sueño de Attila es un eco de la escena del convento en `Roberto el Diablo' (el personaje de Attila denota influjo del Bertram meyerbeeriano).


CURIOSIDADES
Entre las curiosidades de esta ópera, cabe notar que el coro menciona caso único en Verdi a Wodan y el Walhalla, bastante antes de que Wagner lo hiciera.  Caso también único en la obra del italiano, todas sus escenas, a excepción de una tienda, se desarrollan al aire libre.
Y hay un toque de involuntario humor libretístico, finamente observado por Vincent Godefroy, en la contradicción conceptual de un ``coro de eremitas''. 
Porque si eran eremitas, ¿cómo es que andaban en coro?


EXIGENCIAS VOCALES
Presenta las grandes dificultades de ejecución propias de todas las obras verdianas de este período.  Requiere de cuatro voces de gran volumen sonoro, dotadas de fraseo y acentos enérgicos.  Por cuanto es una obra no familiar, reclama cantantes capaces de comprometerse totalmente y asumir una nueva creación de los roles, ante un público en gran parte virgen frente a la obra presentada y que no puede apoyarse casi en ninguna referencia ni modelo conocido.
A este respecto, Santiago es afortunado:    el público operático ha tenido oportunidad de escuchar `Attila' periódicamente, hace ya varios años, en la excelente versión dirigida por Muti y protagonizada por Samuel Ramey, gracias a la labor de difusión del género por emisoras culturales.  Y en el elenco que se anuncia, destaca Elizabeth Connell, una Odabella consagrada mundialmente, de cuya voz la crítica internacional elogia la redondez, la energía, los agudos sólidos y espontáneos, el timbre acariciador y brillante.
Attila es el único bajo verdiano al que se asigna el papel de primo uomo .
Es un rol para bajo cantante, frecuente en el Verdi temprano, como los de Pagano (`I Lomabrdi') y Oberto.
Odabella, que en lo vocal es la verdadera protagonista, es un personaje desgarrado, en el que algunos han llegado a ver una suerte de anticipo de Iago en femenino.  Es uno de los roles más arduos jamás escritos por Verdi, que exige temperamento fiero y ardiente, con gran fervor en el acento.  Apenas entrada en escena, capta la atención del rey huno con un florido descenso de dos octavas.  Su terrible aria inicial está próxima a las locuras vocales de Abigail en `Nabucco'.  Escribiendo para la famosa Sofía Loewe, Verdi no se preocupó de las limitaciones normales de la voz:    mientras `Santo di patria', con sus temibles intervalos está escrita para una soprano dramatico d'agilita , `Liberamente or piangi' supone una soprano estatico di grazia .  Para la soprano el prólogo es de tesitura muy tendida y la cavatina `Allor che i forti corrono' tiene dimensiones considerables, mucho mayores que las habituales en la época; constantemente sometida a una presión rítmica, asegurada por un acompanamiento elemental, pero eficaz, la línea vocal es de los mejores ejemplos del canto di slancio (con arrojo) verdiano.  En cambio, `Liberamente...' exige un canto estático, de legato belliniano, apoyado en una sólida voz media.  Esta romanza tiene una orquestación muy delicada, de la que emergen la flauta, el arpa y el corno inglé

EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?