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Leuda

En su primer disco en once años, el duradero grupo chileno viene a sostener su identidad y a refrescar su sonido en partes iguales.

30 de Diciembre de 2011 | 17:29 |
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No es ningún instrumento acústico, sino un sonido de sintetizador lo primero que se escucha. No es Luis Le-Bert, el cantante más reconocible del grupo, sino Pedro Villagra el primero que canta. Y no es una metáfora demasiado poética, sino versos explícitos enunciados con tranquilidad y sin aspavientos sobre la minera Barrick Gold y la explotación de los recursos naturales en Pascua Lama lo que inicia el discurso en este nuevo registro del duradero grupo chileno Santiago del Nuevo Extremo.

Leuda es desde el inicio un disco despierto para proponer opciones distintas a las esperables en este conjunto que ya suma tres décadas de música. Santiago del Nuevo Extremo se inició a mediados de los '70 y fue protagonista del canto de resistencia a la dictadura de la época que luego recibió el nombre de Canto Nuevo, pero luego en los '90 mantuvo una vocación por la fusión latinoamericana y ha llegado hasta aquí con un flamante cuarto disco, el más reciente desde Salvo tú y yo (2000), para evidenciar también los cambios registrados en una década de vida y de música.

Ya en el disco de ese año Santiago del Nuevo Extremo era un continente de tres partes creativas equivalentes entre Luis Le-Bert, Pedro Villagra y el bajista Jorge Campos. Hoy alejado este último, el grupo muestra en este retrato de 2011 un predominio de composiciones de Villagra, evidenciado en la vocación poética de sus letras, su sello de jazz latino, el compás irregular de una canción como "Conjuro", la mixtura de timbres y ritmos latinoamericanos desde Brasil a los Andes de su composición y la presencia bienvenida de cantantes próximas a él como Daniela Conejero y Mariel Villagra, todo lo cual viene a refrescar la identidad del grupo.

Pero entonces llega Luis Le-Bert a balancear el repertorio con canciones de su inconfundible cosecha, entre la pachorra característica con que canta y toca una guitarra folk rockera en "Pa dónde me fui" y la intención de lleno testimonial de "Abierto al sol", donde se aproxima al tono confesional de un tango con la ayuda de un bandoneón y donde canta un verso como "Ya no hay por qué esperar, adentro algo se vuela y es lo mismo", tal como hace años cantó "Cierto, pero adentro y bien adentro el viento sopla igual que ayer" en otra canción llamada "¿Qué pasó con el afiche del Che que tenías colgado en la pared". En esos detalles se nota la identidad poderosa de esta música. Y en timbres nuevos como los de acordeones o guitarras eléctricas, en la presencia del bajista Juan Caballero y del percusionista Carlos Basilio como integrantes recientes, y también en las voces más vividas de sus fundadores, se nota cómo el paso del tiempo enriquece y confirma el trabajo de Santiago del Nuevo Extremo como un grupo determinante en los últimos años de la música popular chilena.

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