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Temporada de Chicoria

Tres discos en 2012, uno más en 2013 y tres libros también este años son los nuevos trabajos que el guitarrista y compositor chileno ha estado presentando en los últimos meses y continuará publicando, como continuidad de una carrera que inició a comienzos de los años '90. "Son composiciones mías, inspiradas en la raíz, con mis búsquedas armónicas, con otro tiempo, otra madurez", presenta.

03 de Junio de 2013 | 06:29 |

Los últimos meses han parecido un tiempo de cosecha para el guitarrista y compositor chileno Juan Antonio Sánchez. Tras una temporada de seis años transcurrida en Madrid, volvió a Chile en 2009 y a partir de 2012 ha mostrado los frutos de todo ese tiempo de trabajo. Primero fue a trío, con el disco Sagare Trío (2012), publicado con el grupo que integra junto a los músicos Emilio García y Antonio Restucci. Luego fue con dos discos simultáneos: Tercer tiempo (2012), con invitados, y Viajes para guitarra (2012), como solista, ambos lanzados días antes de fin de año. Y la temporada continúa en 2013, con el disco de canciones para niños que ya tiene grabado y con una trilogía de libros de partituras para guitarra que publicará este año.


Quienes conocen a Juan Antonio Sánchez lo llaman Chicoria. Y la actual temporada de Chicoria responde en primer término a una siembra que se remonta a su partida a España en 2003, y a más largo plazo establece una continuidad con el trabajo que este músico viene haciendo desde mediados de los años '90, entre su participación en grupos de fusión y música latinoamericana como Terra Nova y Entrama durante esa década y la discografía personal que inició luego con Local 47 (2001) y Soyobré (2003), sus dos primeras grabaciones.


Ahora, sus más recientes trabajos, los citados Tercer tiempo y Viajes para guitarra, comparten el mismo origen. El guitarrista grabó esta música toda junta entre octubre de 2010 y marzo de 2012 en Santiago, con recursos de dos fondos culturales estatales que obtuvo en esos años. Primero estuvo listo el contingente completo de composiciones. Luego Chicoria encontró dos discos distintos en toda esa cosecha. "En realidad son como un disco", dice. "Tenía esta deuda conmigo mismo de registrar y compartir esta música".


-¿Es el retrato de una misma época?
-Y del mismo momento musical en cuanto al registro. Fueron grabados al mismo tiempo, intercaladamente, también con el disco de los niños. Y en este tiempo he tocado el repertorio de estos tres discos simultáneamente. Están divididos físicamente pero en realidad forman parte de un mismo momento.


-¿Y la repartición cómo fue? ¿Viajes para guitarra tiene más que ver literalmente con el viaje, por ejemplo?
-No necesariamente, porque los dos (Tercer tiempo y Viajes para guitarra) tienen mucho que ver con los viajes, primero por los títulos de las piezas. Tal vez el título sea un poco simplista, pero es una simplicidad que también es entretenida y tiene que ver con una bitácora.


Cartografía y geografía humana: el repertorio


La foto de la contraportada de Viajes para guitarra, tomada en el barrio madrileño de Lavapiés, es un buen punto de partida para esa bitácora, que reaparece espontánea cuando Chicoria pasa lista a las composiciones de ambos discos.


-Por ejemplo "Lavapiés" (compuesta en 2004) es de ese barrio de Madrid. "Valles del Tuy" son los valles que se ven desde la casa de mi papá en Caracas, que es donde empecé a componer este tema (iniciado en 1991 y desarrollado y finalizado en 2007). "Pedreguer" (de 2004) es un pueblo cerca de Valencia. En el otro disco (Tercer tiempo), "Tierras Blancas" (compuesta tras el regreso, en 2009) es un barrio de Coquimbo. "Vals Táranto" (2005) lo compuse en Táranto, un pueblo al sur de Italia. Y "Epílogo: Los Domínicos" es por el sector de Santiago donde vivían mis abuelos y donde viví el regreso de la época del exilio.


No sólo es una cartografía. "Los títulos dan cuenta de lugares, pero también de amigos", agrega, y como ejemplo está la trilogía instrumental entre "La cholga y la lora", "La cholg'e tu hermana" y "La cholg'e la madre", relacionada con el Cholga Trío, grupo que Sánchez integró con dos músicos argentinos durante su estada en Madrid. "Es el lado lúdico del disco, para esos dos amigos argentinos, de Córdoba. Son aires de chacarera dedicados a ellos", dice, y hay mucha más geografía humana en el repertorio, incluida la composición "Tercer tiempo", dedicada al violista Claudio Morales, que compartió grabaciones y actuaciones con Chicoria desde los años '90 y que murió en 2011.


-Por ejemplo "Huaynomoy" (2004) es un amigo mexicano, percusionista, el Moy Natenson, que conocí en Madrid. "Tonada por bienvenida" y "Primera canción de cuna" son de cuando nació mi hija (en 2001). "Zamba pa' la lunita" (2010) es para Lunita, la primera mascota que tuvo mi hija, y que murió cuando estábamos en Argentina, en Río Ceballos. "El regreso" (2009) es de cuando supe que volvía a Chile desde España, y musicalmente tiene que ver con "La partida", de Víctor Jara: por eso es "El regreso". "Como por encanto" es una canción sirilla, como el ritmo de "Volver a los 17" o de "Gracias a la vida", y es una frase del texto de Violeta Parra: "Se abrió como por encanto / entró el amor con su manto". "Marioneta" es por un grupo de marionetas de un amigo mexicano que integré cuando niño. Y "Tercer tiempo" es el tercer movimiento de un cuarteto de cuerdas compuesto en 2004. Lo dediqué a Claudio Morales y es el que da nombre al disco.


Lennon, McCartney y la canción nacional


Dos canciones de otros autores señala Chicoria como excepciones en esta colección. Una es de Lennon / McCartney: "Norwegian wood", en una adaptación que hizo en 2007. Y otra es de Ramón Carnicer / Eusebio Lillo: la Canción Nacional chilena, nada menos, cuyo arreglo data de 2001. "Quizás los que más se salen son 'Norwegian wood', porque no es mío, y la Canción Nacional, que es anterior, pero me interesaba incorporarla porque es uno de los temas que toco solo que más me emocionan, en cualquier ámbito", dice. "Y me pareció importante que el significado que le asigné después de hacer el arreglo estuviera explicado en el disco".


-¿Que es esta idea de quitarle el aire marcial que tiene?
-Sí. Una vez lo tocamos con el Toño (Restucci) en Madrid, en la casa del embajador chileno, en 2009, un año antes de volver, para el Dieciocho, con invitados de otras embajadas, y después de que terminamos se me acerca uno de los edecanes, vestido con uniforme, y me dice "Quiero decirle que ha hecho llorar a mi mujer". Y estaba su mujer emocionada. En Ecuador también me pasó, con un uniformado chileno, muy emocionado. Otra vez lo tocamos con la Francesca (Ancarola) en el Congreso, y también se nos acercó un diputado. Es bien transversal a distintas situaciones. Y yo trato de despolitizar la situación: yo la dedico a los desaparecidos, a los torturados, detenidos, ejecutados, "por agentes del Estado de Chile de cualquier época". La situación de terrorismo de Estado durante la dictadura es evidente, pero la canción tiene que ver con alguien que es víctima de un abuso de poder en cualquier época, contra cualquier habitante.


-¿Qué te parece como composición musical? ¿Te gusta la armonía?
-Sí. Está rearmonizado, pero como pintado con otros colores, siempre estoy volviendo a la tonalidad original. Y además es transversal el himno. Si hago un arreglo de Arriba los pobres del mundo (canta ese verso), de la Internacional, puede ser muy emotivo, pero va a ser emotivo para los comunistas, o para la gente de izquierda. O si hago un arreglo de Violeta Parra, de Víctor Jara, de Los Cuatro Cuartos, también puede ser emocionante para alguien. Pero esto es la Canción Nacional. Con ella se emociona gente de todos los ámbitos ideológicos, etáreos, sociales, a nadie deja indiferente. Para mí es muy bonito que se emocione alguien del mundo militar, pero ha pasado que se emocione gente que ha sido torturada mientras sonaba el himno de fondo. Y para mí eso es más duro, difícil y fuerte.


-Además de lo transversal, ¿este himno en particular requería una…?
-… una limpieza -se anticipa-. Es como un exorcismo. Tenemos un proyecto con un amigo, que es hijo de desaparecidos y está haciendo un trabajo audiovisual: queremos tocar el himno en distintos lugares de memoria a lo largo de todo Chile y registrar eso. En todos esos lugares hay unas placas: en una esquina en un edificio en Puerto Montt, un monolito chiquitito en Santo Domingo con 21 de Mayo en Santiago.


"Es una forma de retomar el cariño por el himno", continía, y en ese punto hace unos segundos de pausa. "Ahora: el 'cariño' por el himno… yo en realidad nunca he sentido mucho cariño por el himno. Entre que no creo ni en los himnos, ni en los ejércitos, ni en las fronteras, por qué tengo que tener cariño por un himno. Pero se supone que es de todos el himno: el colegio, los días lunes. Entonces también quise hacer mi versión, respetuosa".


Para guitarra sola y acompañada


Hay factores comunes entre Tercer tiempo y los dos primeros discos de Chicoria Sánchez, los mencionados Local 47 (2001) y Soyobré (2003). Por ejemplo, la presencia de dos músicos invitados en los tres discos: el mandolinista Antonio Restucci y el chelista Cristian Gutiérrez. Otro es la presencia de composiciones como "Tonada por despedida", que aparte es la pieza más popular de Sánchez, como prueban por ejemplo las versiones que numerosos guitarristas han subido de esa obra a YouTube.


-Entonces yo también quería hacer una versión de la "Tonada por despedida" -sonríe el autor, que estrenó la tonada en su primer disco y ahora la recreó en Tercer tiempo.


"A este disco le pongo así porque es el tercer disco", continúa. "¿Qué tiene en común con los otros dos? Que son composiciones mías, inspiradas en la raíz, con mis mismas búsquedas armónicas, con otro tiempo, otra madurez, creo. Es una continuación lógica y natural de esos discos, con la presencia de conversaciones musicales con amigos. Hay vientos, a diferencia de los otros, y éste sí es como más introspectivo, o íntimo, no sé si nostálgico o melancólico".


Las conexiones posibles también valen para las composiciones de guitarra sola de Viajes para guitarra, el otro disco nuevo. "En los discos anteriores descanso en otros músicos. Aquí está la guitarra cruda, ella sostiene todo el discurso porque está sola", distingue el compositor. Si bien en Local 47 hay tres composiciones para pura guitarra, entre "Tonádica violética", "Tonada por despedida" y "Chiloética", en ese disco hay muchos invitados. "Y en el segundo no hay ninguna pieza de guitarra sola. Es primera vez que hago un disco de guitarra sola".


-En relación a esos discos diría que hay una continuación, pero hay más reposo -concluye Chicoria Sánchez, y encuentra una metáfora personal-. No más canas: más calvicie.


Berlín, Santiago, México, Mozambique: destierros y regresos


El exilio aparece en un par de las paradas que Chicoria distingue en este itinerario retrospectivo de sus canciones: cuando "Marioneta" alude a ese grupo de marionetistas que formó mientras vivió parte de su infancia en México, y cuando "Epílogo: Los Dominicos" es un retrato del retorno a Chile tras el destierro que vivió con su familia durante la dictadura de Pinochet. Pero una década antes de esa época, y por otras razones, Juan Antonio Sánchez Dittborn fue a nacer en 1965 a Berlín, Alemania. Sus padres se habían casado en 1962 y su padre partió a estudiar historia y filosofía con una beca a esa ciudad. Todos volvieron cuando el hijo tenía cinco años, en 1970.


-¿Ya era el gobierno de Allende?
-Creo que fue justo, me parece que volvimos en septiembre.


Tres años después el viaje volvió a aparecer, esta vez por imposición, con el golpe militar de 1973. Sánchez explica que su madre, fotógrafa, formó una nueva familia con un dramaturgo, teatrista, mimo y titiritero, Roberto Espina, y entre todos iniciaron un nuevo itinerario que los llevó a Argentina a comienzos de 1974, con destinos a Neuquén, Mendoza y Buenos Aires. Tampoco se iban a quedar allá más de un año.


-No sé si ellos olieron que venía el golpe (de Rafael Videla en 1976) en Argentina, intuyeron que venía la hecatombe y nos fuimos a México en junio del '75.


En México recuerda que vivieron entre 1975 y fines de 1978, un año en la capital y dos en Guadalajara, hasta que su madre recibió la propuesta de trabajar en la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura, FAO, y la familia se trasladó ahora a Mozambique, donde se quedaron entre diciembre de 1978 y mediados de 1981, cuando volvieron a Chile. Entonces Juan Antonio Sánchez tenía quince años y llegó a segundo medio al colegio Francisco de Miranda en la capital.


-¿Para entonces ya estabas tocando hacía rato?
-En Neuquén empecé a tocar, después del Golpe, llegando a Argentina, con amigos de Roberto (Espina), gente de teatro. Tenía ocho años.


-¿Ahí tomaste la guitarra?
-No: la quena. La zampoña y la quena.


-¿Y la guitarra?
-A los once, en México.


-¿Toda esa parte en tu vida está más ligada a la música folclórica?
-Cuando empecé a aprender algunas canciones en México (lo que tocaba) era Silvio Rodríguez, mucha Nueva Trova Cubana, y tuve clases con profesores con los rudimentos de la escritura. Pero más que nada fue la práctica, personal, patuda, intuitiva.


Como parte de esa práctica personal, primero formó un dúo de canciones trovadorescas con un amigo argentino y luego se integró a un grupo de músicos adultos que tocaba de forma estable en una peña en Guadalajara y con los que a los doce años partió de gira a EE.UU. como ejecutante de instrumentos de viento. Luego, cuando integró el conjunto folclórico de la colonia residente en Mozambique, ya tocaba flauta traversa, quena, zampoña, charango y guitarra. Y su llegada a Chile sus opciones se iban a multiplicar más todavía.


Conjunciones: música latinoamericana en el Chile de los '90


Chicoria Sánchez no salía del colegio cuando formó el temprano grupo Silueta con unos escolares Ángel y Javiera Cereceda Parra ("Para mí es como la última etapa de una infancia musical", recuerda). Luego entre 1982 y 1985 tomó clases de guitarra clásica con Óscar Ohlsen y estudió flauta traversa con Alberto Harms, ambos en la Universidad Católica, y entre 1984 y 1989 hizo los estudios completos de licenciatura en música en la Universidad de Chile.


De esas salas recuerda a profesores como Alma Werner, Cirilo Vila, Carlos Botto, Juan Pablo González, Rodrigo Torres y Luis Merino, y a compañeros como Álvaro Menanteau, Ignacio Urrejola, Doris Ipinza, Waldo Parra, Juan Vergara o Mauricio Valdebenito, varios de ellos actuales profesores de la Escuela Moderna de Música, además de Leonardo Baeza, Pedro Suau, Rodrigo Peje Durán y, de promociones siguientes, Ítalo Pedrotti y Elizabeth Morris, estudiantes de sonido, o Francesca Ancarola y Cuti Aste.


-¿Era la  época de la generación más new wave también: músicos de Los Prisioneros, Aparato Raro, La Banda del '69?
-Sí, creo recordar habernos visto, con Aparato Raro, por ejemplo.


Allí se inició para él una saga de grupos que tomó forma en los años '90: el guitarrista tocó en Trío Terra Nova (1991), Entrama (1997) y los grupos de Francesca Ancarola, Magdalena Matthey y Antonio Restucci. El primero, Terra Nova, fue un trío formado por Leonardo Baeza (flauta), Juan Antonio Sánchez (guitarra) y Rodrigo Peje Durán (violonchelo), iniciado en Valle Nevado hacia 1991 ó 1992, un año después de haber salido de la universidad.


-Es un proyecto de Leo Baeza, un personaje muy interesante, sumamente busquilla, que se dedicó siempre a tocar en toda suerte de eventos, cancheos, lo que viniera, y a ofrecer música para diversas necesidades: matrimonios, nacimientos, funerales, todo. Y él, que estaba reclutando músicos para sus situaciones, me echó el ojo porque le habían ofrecido un trabajo en Valle Nevado.


El grupo debutó en dos temporadas seguidas en ese centro invernal, que de paso motivó el nombre de Trío Terra Nova, explica el guitarrista. "Antes el Leo tenía un grupo llamado Sub Terra, que tocaba a la salida del Metro Los Leones. Luego vino Terra Nova: tenía lógica, había una línea en los nombres de grupos. Montamos un repertorio de música barroca, clásico-romántica, pero también boleros, Frank Sinatra, música popular chilena, folclórica argentina, bossa nova, y la gente nos dejaba sus propinas, sus dólares, no sé qué. Y como el Leo es sonidista se llevaba una (grabadora) Tascam, y aprovechábamos de grabar arreglos de música chilena que hacíamos yo y el Peje".


Esa grabaciones hechas hacia 1992 ó 1993, según estima Chicoria, fueron el preámbulo para el disco La noche mágica (1995), grabado por Trío Terra Nova con aportes del primer concurso Fondart, abierto un año antes. Ahí dispusieron arreglos para canciones de Violeta Parra ("Gracias a la vida", "La jardinera", "Arauco tiene una pena"), Víctor Jara ("Manifiesto"), Héctor Pavez Casanova ("La sentencia"), Víctor Acosta (el popular vals "La joya del Pacífico") y también la composición original "Chinchilla", de Peje Durán. Y ya en ese disco toca como invitado el charanguista Ítalo Pedrotti, futuro integrante de Entrama.


En el mismo año Sánchez grabó su canción "Mediterránea" en el segundo volumen de la antología Música de este lado del sur (1995) acompañado por Ítalo Pedrotti, Manuel Meriño y Alejandra Santa Cruz. Y desde antes, en 1992, trabajaba con Francesca Ancarola, a dúo en escenarios como un primer encuentro de música popular celebrado en la Sala Isidora Zegers en 1992, y luego a trío junto al percusionista Marcelo Espíndola, hoy integrante de Matahari, en el trío de valses peruanos Los Descendientes. También en 1992 había conocido Antonio Restucci, de quien fue discípulo al comienzo. Y para 1996 tocaba además en el grupo de Magdalena Matthey, la cantante que en 1995 había ganado la competencia folclórica del Festival de Viña.


Una conjunción múltiple se registró en ese mismo año. En 1996 coincidieron, en una visita a la décimocuarta edición del festival Musicanto celebrada en Rio Grande do Sul, Brasil, esos tres grupos: Terra Nova, con Baeza, Peje y Sánchez además de Pedrotti y Alejandro Jano Rivera; el trío de Francesca Ancarola, donde tocaban además Sánchez y Restucci; y el sexteto de Magdalena Matthey, con Sánchez, Elizabeth Morris, Manuel Meriño, Bernardita Matthey y Jano Rivera.


Literalmente Chicoria Sánchez estaba en todas.


-Sí, yo era el mínimo común múltiplo -recuerda-. Y de ahí salieron muchas cosas. En ese viaje se gestó una idea que tenía hace mucho tiempo de hacer un grupo de creación y fusión de distintas cosas. Fueron las primeras conversaciones para este grupo que terminó siendo Entrama.


Entrama, el principal grupo chileno de fusión latinoamericana de los años '90, dio su primer concierto en 1997 en el Teatro Baquedano, con la formación inicial de sexteto entre Chicoria Sánchez, Peje Durán, Ítalo Pedrotti, Manuel Meriño y Pedro Suau, quien invitó a su vez a Pedro Melo, y con composiciones como "Chinchilla" (Durán), "Mediterránea" y "El plazo del Ángel" (Sánchez), "Festejo" (Melo) en el repertorio. Pronto Melo invitó a su vez a Daniel Delgado (guitarra) y se sumó Carlos Basilio (percusión): es la formación que graba el primer disco del grupo, Entrama (2008). Sánchez se quedó hasta el estreno del segundo, Centro (2001), estrenado a fines de ese año.


En abril o mayo del mismo 2001, el guitarrista había lanzado su primer disco, Local 47 (2001), grabado con Claudio Morales (viola), Cristian Huaso Gutiérrez (violonchelo) y Antonio Restucci (mandolina). Además era parte del cuarteto de Antonio Restucci, tal como se oye en el disco Cenizas en el mar (1999), con Claudio Morales (viola), Ángel Cárdenas (violonchelo), Sánchez y Restucci. Tocó a dúo con Restucci en escenarios como Pucón y un festival de guitarra en Santa Fe, Argentina, y en paralelo formó la compañía de flamenco Palo Santo junto a la coreógrafa y bailaora Natalia García Huidobro, con la que presentó las obras "A ras de tierra" y "Memorias del viento" en los primeros años del nuevo siglo.


Para entonces ya era hora de un nuevo viaje. Un año después de Restucci, que se estableció en España en 2002, Chicoria Sánchez lanzó en abril del año siguiente su segundo disco, Soyobré (2003), y partió a su vez en diciembre rumbo a Madrid. La música de sus nuevos discos hoy es la banda sonora de esa estadía y de su regreso.


Emociones en el lado B


En 2012 buena parte de esos compañeros de viaje de los años '90 publicaron a su vez sus respectivos discos en Chile: Magdalena Matthey con Viaje al corazón de Congreso, Elizabeth Morris con Pájaros, Francesca Ancarola con Templanza, Entrama con Año luz, entre otros. Ancarola, Restucci y el propio Chicoria comparten además filas en el nuevo sello Hemiola Trasandina. "Ellos se la quieren jugar por este tipo de música", dice el guitarrista, "y no la eligieron porque les va a dar plata sino porque es necesaria para este tiempo, para esta comunidad".


-¿Cómo ves en perspectiva la coincidencia de estos mismos músicos en los años '90? ¿No estaba muy en boga lo latinoamericano en ese tiempo, había más difusión para el pop, el rock, el hip-hop?
-Por un lado, como visto en perspectiva, creo que efectivamente lo que hicimos fue un poco pionero. Creo que lo sabíamos, pero no tanto como para distraernos. Estábamos haciendo lo que había que hacer, tampoco sentíamos que no tuviera tanta cabida, tratábamos de tocar. Por lo menos Entrama hasta hoy tiene un público bastante cautivo, seguidor, y desde la primera vez que tocamos se produjo como una energía muy fuerte que no dejaba indiferente.


-¿En el caso de Entrama existía esa tendencia a vincularse con Inti-Illimani como una referencia?
-¿Sabes por qué sobre todo? Yo creo que por el charango. El charango era lo que más lo llevaba a Inti-Illimani. Creo, ¿ah? Porque hay cosas andinas como la "Chinchilla", pero "Mediterránea" es un tema que yo hice adrede muy restucciano (por la influencia de Antonio Restucci). De hecho al comienzo se llamaba "Restucciana". Es una de las "Restuccianas": yo he compuesto muchas, "El plazo del ángel" es otra. Es como una especie de rumba, una cosa medio mediterránea. Entonces no tiene nada que ver con Inti-Illimani. Tiene más que ver con Restucci, con La Hebra (el grupo que Restucci formó en los años '80). O quiere tener que ver con La Hebra. También estaba el charango haciendo unos trémolos, y el ronroco haciendo una cosa medio brasilera. Y estaba el chelo. Podía tener que ver algo con Congreso: quería tener que ver con Congreso. Todas esas influencias… Latinomúsicaviva, (Egberto) Gismonti, Ralph Towner, Pat Metheny, Flairck, Inti-Illimani por supuesto, quizás hasta Piazzolla también algo, quizás en "Tangos de hielo".


Fue el 19 de diciembre pasado que Juan Antonio Sánchez se sumó a esa oleada con el lanzamiento en vivo sus dos nuevos discos, en un concierto en el auditorio de la Radio Universidad de Chile: tocó seis de las piezas de guitarra sola de Viajes para guitarra, y completo el disco Tercer tiempo con casi todos los invitados. Chicoria los recuerda de memoria, canción por canción: Raúl Suau (tiple), Ariel Blanco (percusión), Freddy Torrealba (charango), Pedro Suau (flaunacho), Andrés Pérez (clarinete), Antonio Restucci (mandolina), Emilio García (guitarra), Ítalo Pedrotti (charango), Daniel Villegas (bandoneón), Simón González (guitarra) y el cuarteto de cuerdas Andrés Bello, con Esteban Paragua Sepúlveda y Héctor Viveros (violín), Aliosha Gutiérrez (viola) y Cristian Huaso Gutiérrez (violonchelo).


-Lo lindo que ocurrió además es que, como casi todos tenían que tocar sólo un tema, se lo aprendieron de memoria y lo trajeron impecable.


-¿Y es posible tocar este disco de un modo distinto, sin los invitados?
-Sí, hay muchos temas de este disco que toco solo. Pero si ése es el plan B, yo prefiero un plan C: hacerme un lote, un cuarteto o un quinteto, para tocar mi música, la de mis otros discos, con un percusionista, un multivientista en clarinete, oboe, flauta, y un contrabajo.


Y si hay plan A, B y C, también hay un plan D para Chicoria Sánchez. "O una una especie de plan C punto dos", precisa. Se refiere a su trabajo con el Cuarteto Crinético, formado por Esteban Paragua Sepúlveda (violín), Aliosha Gutiérrez (viola), Cristián Huaso Gutiérrez (violonchelo) y Marcelo Córdova (contrabajo), afín al citado Cuarteto Andrés Bello, de la Universidad de Chile, que integran Esteban Sepúlveda y Héctor Viveros (violines), Claudio Gutiérrez (viola) y Cristian Gutiérrez (violonchelo).


Con el Cuarteto Crinético, Chicoria anuncia un concierto para diciembre en el Teatro de la Universidad de Chile. "Ellos hacen arreglos de música de series de televisión de los '70, boleros, cosas medias loquillas, y algunas cosas mías también. Siendo instrumentos tradicionalmente vinculados a lo clásico, y por lo tanto a la partitura, ellos como instrumentistas son muy improvisadores, rockeros en su manera de tocar. Como Apocalyptica, ¿te acuerdas?", compara, a propósito del cuarteto de cuerdas estadounidense popularizado por sus versiones para música de Metallica y otros grupos. "La actitud es más popular".


Por ahora Sánchez está concentrado sobre todo en Sagare Trío y en sus actuaciones como solista, con el repertorio que muestra en festivales de guitarra y en talleres y que se escucha en Viajes para guitarra. "La razón de ser de ese disco es que cuando iba a tocar a los festivales necesitaba un trabajo donde estuviera plasmado lo que hago cuando toco solo", explica.


-¿Y desde el comienzo pensaste en Tercer tiempo con un Lado A y un Lado B, como está hecho? Parece como si hubieras transformado un long play a CD.
-Eso es algo que me encantaría, que fuera un long play. Además me gusta el sonido del vinilo. Me lo imaginé así, como algo conceptual. Encuentro que el lado A es un poquito más luminoso, y en el lado B "Epílogo: Los Domínicos" es de algún modo una despedida a una época de mi infancia o adolescencia, está "Tonada por despedida", el "Tercer tiempo" está dedicado a Claudio Morales, y "El viaje de Jazmín" también es una despedida. Todo ese lado tiene el mismo color. El lado B es el que tiene más emociones juntas.

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