Corra la voz

Cuando la palabra "folclor" ha vuelto a ser validada como influencia posible para generaciones actuales de músicos chilenos, Natalia Contesse confirma su lugar a igual distancia de cantantes que se valen de esas referencias para reproducirlas con un sentido más o menos pop, y de conjuntos que siguen encomendados a la investigación y la proyección folclórica profunda. La cantante y compositora chilena ya optó en su primer disco, Puñado de tierra (2011), por la creación propia a partir de una búsqueda en la raíz folclórica, y en Corra la voz (2013) profundiza en ese rumbo, con una segunda entrega de creaciones más honda y cuantiosa.

El camino avanzado se oye de entrada en "Lo dijo el pueblo", bien puesta al inicio porque avisa cómo ha crecido su música a nivel de los arreglos —con piano, cuerdas y vientos incluidos— y de la composición, sobre ese atractivo compás irregular y con una bonita melodía inscrita en una base de armonías siempre dinámica: todos rasgos que reaparecerán a menudo en el disco. A la cantidad de sustituciones de acordes y modulaciones armónicas que propone en esa canción, Natalia Contesse agrega unas melodías que son bendiciones en casos como los de "Quiero bailar contigo", "La llavecita", "Abuelo eterno" y, sobre todo, en la majestuosa "El amor es como el agua", una de las cumbres del disco, en su comunión perfecta de entonación y armonías.

Muchas de estas canciones están escritas en versos octosílabos, la métrica de las décimas, en otro carácter que las enraiza también en la tradición, como pasa en el mensaje a la vez contingente y poético contra la manipulación genética de los alimentos de "Que me entierren con semillas". Más cables a tierra hay en el aire de Chiloé que parece traer consigo el ritmo de "Pajarí", y el eco campesino de la guitarra traspuesta que se escucha en "La llavecita". Esta última es una de varias cuecas del disco junto a "La verdad ta disfrazá" o "El Romerito", pero mejor todavía es darse cuenta sobre la marcha de que la misma "La llavecita" y que "Abuelo eterno" también son cuecas, sólo que envueltas en un pulso más lento. Es un recurso con el que Natalia Contesse al mismo tiempo descubre una forma inadvertida de aproximarse a la cueca, y regala otros de los hallazgos de Corra la voz.

—David Ponce

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