Los cinco hitos más sabrosos en los 20 años de la discoteque Blondie

SANTIAGO.- "Es una pregunta que me hago en cada aniversario", dice el productor general y emblemático DJ de la discoteque Blondie, Ariel Núñez, cuando se le pregunta en torno a las claves que han permitido que, a partir de hoy, el recinto celebre dos décadas de vida. "En la universidad tenía un electivo de economía, y hablaban de negocios que tenían vida útil, de unos seis u ocho años. La discoteque escapó a la norma, y creo que pasa porque hay algo que se traspasa entre generaciones", agrega buscando una explicación.

Nacido en las dependencias del ex cine Alessandri como Blondie's, sólo semanas después la "s" final voló del nombre, y entonces comenzó una historia que hoy festeja impensados 20 años. Por lo mismo habrá celebración, con tres noches al hilo entre hoy y el jueves 19, en las que se repasarán los repertorios históricos del recinto, y que serán coronadas en vivo por bandas como Saiko y Profetas y Frenéticos.

Porque las presentaciones en vivo son parte de los sellos de la disco, que hoy suma una larguísima lista de nombres que han pasado por su escenario, entre ellos emblemáticos de los 80 como The Mission y A Flock of Seagulls, más contemporáneos como Miranda, Babasónicos y Crystal Castles. De los nacionales, en tanto, prácticamente toda la primera división del pop y el rock local ha tenido allí su noche.

Pero la Blondie ha sido más que presentaciones de artistas y sesiones de baile. Sus paredes, además, han delimitado al nido en que se ha alojado buena parte del under santiaguino durante estas dos décadas, hasta transformarse en un verdadero bastión (contra) cultural.

"Yo creo que eso se dio, primero, porque fuimos la continuidad de lugares como el Trolley y el Galpón Matucana, porque a medida que volvió la democracia se cerraron locales, y ese público quedó huérfano", cuenta Núñez. Luego, emergieron allí algunos puntales en la escena electrónica de principios de los 90, como los colectivos Barracuda y Euforia, hasta consolidarse como nicho de comunidades góticas, new wave y britpop, entre otras. Estas últimas son las que también han dado un sello estético al recinto, hasta nuestros días.

"Nosotros pusimos el envase, pero la magia la puso la gente. Nunca impusimos un dress code, la gente por sí sola empezó a imponer estos códigos, el mismo público empezó a sentir que ir a la Blondie era un rito, que había que producirse", dice el productor general.

Por lo mismo el ánimo hoy es de celebrar con todo, de ver "si de manera natural llegamos a cumplir otros diez años más", y también de recordar las dos décadas que han pasado en Alameda 2879. Al respecto, invitamos a Ariel Núñez a hacer su "top 5", con los hitos que han marcado a la Blondie en escena y en la trastienda. Éstos son sus elegidos:

Cerati tantea terreno: "En el año 95 era muy recurrente ver a Gustavo Cerati, quien se había presentado junto a su proyecto electrónico Plan V. Era común encontrárselo como cliente, porque le encantaba la onda del 'boliche'. La última vez que se le vio fue cuando tocó Sien y, producto del entusiasmo de la noche, cayó por las escaleras que dan a la pista central, estampando su figura para siempre en nuestro local".

El cliente secuestrado: "Siempre hemos tenido una relación muy cercana con nuestros clientes, y hay un hecho que así lo corrobora. A fines de los 90, tras una fiscalización de Carabineros, se nos solicitó desalojar a un cliente que estaba pasado de copas. Era invierno, y como encontrábamos poco amable sacarlo a la calle con lluvia, lo llevamos a dormir a una bodega, que quedo cerrada con candado. La fiesta terminó y se nos olvidó el cliente, quien pasó casi 28 horas en cautiverio, totalmente a oscuras. Hasta el día de hoy somos buenos amigos".

El cierre: "En estos 20 años hemos tenido que cerrar en más de una oportunidad. Sin embargo, la que más nos golpeó fue la impuesta por el alcalde Pablo Zalaquett en 2009. Más allá del porqué, queremos destacar la respuesta del público, que estuvo al nivel de la mejor hinchada de fútbol. Nos siguieron a todas partes, literalmente. Hicimos muchos eventos en precarias condiciones, y respondieron cada fin de semana como si se tratara del local de Alameda. En una discoteque 'normal' eso no pasa".

Una estrella en problemas: "Una anécdota de antología y jamás revelada. En 2010 el ex Depeche Mode Alan Wilder se presentó con su proyecto Recoil. Horas antes de su presentación, solicitó estar solo en backstage, pero minutos antes del show, y sin saber del requerimiento de 'soledad' del músico, fui al camarín por la puerta de atrás. No había nadie ni se escuchaba ruido alguno, hasta que escuché que desde el baño alguien solicitaba ayuda en inglés. Al acercarme se asoma la cabeza del mismísimo Wilder, quien con algo de incomodidad me solicitó papel higiénico. Al rato después se reía de la situación, y me agradecía por estar ahí. Por mi parte, hasta le confesé que no me gustaba Depeche Mode, y él fue todo un caballero".

27-F: "La noche del 27 de febrero de 2010 está marcada para todos, y particularmente para quienes lo vivieron bailando en Blondie. Una vez que comenzó el terremoto, lo único que nos avisó que algo andaba mal fue el movimiento de la parrilla de luces. Luego el local comenzó a moverse, pero sólo el personal técnico evidenció que algo ocurría, mientras la gente seguía bailando. Cuando el DJ decidió cortar la música, fuera de toda lógica el publico comenzó a protestar. Cuando aumentó la intensidad del movimiento, recién la gente se dio cuenta de lo que pasaba. Al suspenderse la fiesta, algunos solicitaron el importe de la entrada de vuelta. Como anécdota, sonaba la canción de Morrissey 'First of The Gang To Die' (el primero de la pandilla en morir)".