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Santiago: Viernes 19 de abril del 2024 | Actualizado 08:17
Darío Díaz, uno de los protagonista de la historia.
CusicanquifilmsVALDIVIA.- No hay testimonios a la cámara, no hay entrevistador, no hay locuciones que expliquen los hechos que se ven en pantalla. El documental "El vals de los inútiles", del realizador Edison Cájas, construye su relato de las movilizaciones estudiantiles de 2011 a través del seguimiento a sus protagonistas con una cámara que simula no estar allí, tal como si fuera una ficción.
La película del joven cineasta se estrenó en Chile en el marco de la competencia nacional del Festival de Cine de Valdivia, luego de haber participado en la sección Carta Blanca de Locarno.
La producción analiza la disconformidad social que hay en el país mediante dos protagonistas: Darío Díaz, un estudiante del Instituto Nacional que participa de las manifestaciones mientras cursa cuarto medio, y José Miguel Miranda, un hombre de buena situación económica que fue detenido en 1979 por ser un supuesto subversivo de la dictadura de Pinochet.
La producción tiene como escenario la maratón de 1800 horas que se realizó alrededor de La Moneda en 2011, cuando explotó el conflicto estudiantil en el país. Aunque esta es la base de la historia, el punto de interés de Cájas es más complejo: quería reflexionar en torno a cómo los jóvenes están perdiendo el temor que las generaciones anteriores adquirieron cuando no hubo democracia.
"Yo siento que la película juega mucho con este quiebre entre las dos generaciones y cómo ellas están hablando del país que se está construyendo ahora", cuenta Cájas sobre la idea clave de su cinta.
El documental comenzó a filmarse durante el primer semestre de 2011, cuando aún no se sabía cómo iban a desarrollarse las conversaciones de los estudiantes con el Gobierno. No obstante, Cajas explica que desde un principio sabían que abordarían el tema desde la perspectiva de "lo inútil", a raíz de las declaraciones de Carlos Larraín.
"Él dijo que éramos una manga de inútiles y subversivos. Entonces eso significaba que un montón de otras personas en el país consideraban que la movilización era algo inútil. Entonces nosotros pensábamos que aunque los estudiantes ganaran sus demandas, para esas personas iba a seguir siendo algo que no valía nada", añade el ex estudiante del Instituto Nacional, quien desarrolló este proyecto durante los últimos dos y medio años.
