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Aftershock

"We are Motörhead... and we play rock n'roll", suele decir Lemmy Kilmister al inicio de cada show de la banda que lidera. Y eso, ni más ni menos, es lo que entregan en este disco, rock en estado puro, a la altura de le mejor de su legado.

24 de Octubre de 2013 | 12:46 |
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Hay bandas que viven de lugares comunes. Se aferran a ellos como quien intenta salvarse de un naufragio inminente y, de esta forma, repiten la misma fórmula cansina con tal de caer bien a todos: La industria, los colegas, el fanático, y un largo etcétera que va repitiéndose. Luego, en las entrevistas, hablan de su integridad como factor que explica que lo suyo, finalmente, es transitar por la vía fácil del conformismo. Por suerte, existe Lemmy y, por añadidura, Motörhead. Uno sin el otro no podrían existir y, afortunadamente para todos, los graves problemas de salud que afectaron al músico a inicios de este año no impidieron que junto a sus compañeros Phil Campbell y Mikkey Dee pudieran entregar el vigésimo primer trabajo de la banda en casi tres décadas de trayectoria: Aftershock.

Para comprender a Motörhead, en realidad no hay que seguir pautas muy elaboradas. Es tal como dice Lemmy Kilmister al inicio de sus shows: "We are Motörhead... and we play rock n'roll". Y eso es lo que el disco de 2013 de la banda entrega a raudales: Rock crudo y potente, sin artificios ni rellenos. Es lo que ha venido haciendo el grupo desde sus inicios, ni más ni menos. Y no es que sea facilismo, como se menciona antes. Lo de Kilmister y compañía es un lenguaje que va más allá de esas definiciones. Quien tal vez mejor defina esto sean los propios seguidores del conjunto, como lo hicieran en el documental "Lemmy" (2010). Al parecer, el rock y el bajista son uno solo y, en conjunto con Campbell y Dee, saben interpretarlo mejor que nadie en la comarca.

Así, aparecen cortes como "Silence when you speak", de guitarras potentes y marcada tendencia metal. En la misma línea, "Heartbreak", el tema que inicia Aftershock, puede entrar en lo mejor del catálogo más reciente del grupo. Asimismo, "Coup de grace" también tiene ese estilo en el que, sin dudas, se inspiraron agrupaciones como Metallica, Megadeth, Slayer y Anthrax. Sin embargo, quizás los momentos más interesantes del registro aparecen cuando se impone el rock n'roll de antaño, pasado claramente por los decibeles de Motörhead. En ese apartado brillan —porque no existe mejor descripción que ésa— "Lost woman blues", "Dust and glass" o "Crying shame". Mención aparte merece, además, "Going to Mexico", que por instantes está a la par con un clásico como "Ace of spades".

Acusar a Motörhead de ser una banda lineal es ignorar que, lisa y llanamente, lo que se puede escuchar tanto en discos pasados como en Aftershock es la esencia de la banda. Quizás no exista un power trío más crudo que éste, en el que el rock primitivo de sus inicios se transformó en su esencia. No se trata de complacencias: Para los británicos, esto es lo que hay, y si te gusta, bien; si no, también. Volviendo a las frases, todo se resume al show en vivo, a ese instante en que Lemmy toma el micrófono y vocifera con su voz pasada a bourbon que ellos son Motörhead y que tocan rock n'roll. Y eso, basta y sobra ante cualquier otra definición.

Felipe Kraljevich M.

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