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Vuelve Hugo Varela, el luthier impertérrito del humor argentino

El humorista estará mañana en el Teatro Nescafé y el sábado en Enjoy Santiago, repasando lo mejor de sus 33 años de carrera.

06 de Noviembre de 2013 | 12:57 | Por Sebastián Cerda, Emol
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Un violín a lo Varela. La pieza seguramente se verá desde mañana en Chile.

Nescafé de las Artes

SANTIAGO.- Canciones nuevas, una rutina con cuotas de improvisación, y clásicos de su repertorio es lo que promete el humorista argentino Hugo Varela para su regreso a Chile, que concretará esta semana.

Figura habitual en los estelares de televisión de los años 80 y 90, con pasos por Viña del Mar en 1989 y 2005, y otros tantos por diversos eventos comunales, Varela esta vez no viene a programa ni festival alguno, sino a presentar su propio show.

Serán dos funciones, partiendo mañana jueves en el Teatro Nescafé de las Artes y cerrando el sábado en el casino Enjoy de Rinconada, hasta donde el comediante llegará con ánimo de celebrar sus 33 años de carrera, marcados por extraños instrumentos de su propia creación, un carácter a prueba de balas y disparatadas canciones.

Algunas ya se han transformado en clásicos, como aquella de la corbata-de-seda-rojo-punzo. Y aunque sus seguidores ya la conocen, y saben en qué termina la famosa corbata al final del relato, se la siguen y se la siguen pidiendo. "Es que la gente también tiene ánimo de recordar", dice desde Argentina.

Mismos recuerdos que tiene él de esos años dorados de los estelares en Chile, que hoy rememora con cierta nostalgia, como un tiempo en que no se admitían improvisaciones, y en que la voz de mando de Gonzalo Bertrán se hacía sentir por todas partes. "Él me decía 'Hugo, mejor eso no, andate más por acá' ", cuenta.

No ve lo mismo hoy, dice. "Como gusto personal, hay algo con lo que no coincido, esta cosa desbocada, de largar todo sin ningún tipo de freno. Eso para mí atenta contra la sutileza, la sugerencia, el doble sentido, montones de ingredientes que son valiosísimos en lo artístico", opina sobre el humor actual.

"Se pierden matices, se pierde calidad. Tal vez hay que mirar esto con más distancia, pensar que quizás es sano que haya esta catarsis, y eso puede servir a la larga. Pero como resultado, los productos no me gustan", agrega.

-¿Y cómo siente que sus compañeros de generación se han incorporado a esta dinámica? Hace poco José Luis Gioia tuvo un paso muy ingrato por un festival acá en Chile...
-Sí, lo supe. Yo creo que fue un error de cintura, porque un humorista es un poco un equilibrista. No supo leer al público, lo que estaba pasando, y eso te puede llevar a errores. Pero no fue un problema de capacidad artística, sino de cintura.

-Y usted sabe de eso: En Viña 2005 dio vuelta al público, cuando se estaba poniendo un poco bravo.
-Sí, para eso tienes que respetar al público, saber leerlo y no tenerle miedo. Ver en qué están, si quieren otra cosa, saber dónde estás ubicado. Es una cuestión de equilibrismo. Uno no se puede poner como ayudante del profesor, como Maestro Ciruela, y empezar con que "no, señores, esto no se hace porque bla, bla, bla". No puedes usar ese argumento.

-¿Cómo recuerda sus pasos por el Festival de Viña?
-Para mí fue más fuerte la primera vez. Aunque el público me conocía por los programas de televisión, no había estado en ese lugar. Y yo creo que actué lo que me pasaba, que es que el lugar era de temer. Actué el miedo, y por eso entré con alguien que me empujaba. Pero uno no es el importante, sino el público. Y en principio el público rugía cada vez que yo hablaba: Entendí que por un lado era una provocación, un juego, ver hasta dónde daba. Me estaban poniendo a prueba, y yo enganché con ese juego, que duró varios minutos, hasta que algo les gustó, se rieron, y pude desarrollar mi rutina. Hay que meterse en el juego, hay que aceptarlo.

-¿Y se ve volviendo a Viña?
-A mí siempre me gusta, con todo lo riesgoso que es. Pero a mí me invitan, no es que yo voy cuando quiera. Y me invitan cada 15 años.

-Pero es que hay humoristas chilenos a los que invitan y no quieren ir, porque creen que es mucho el riesgo...
-Pero eso es pensar que el público sólo cumple la función de verdugo, y no es así. El público en Viña del Mar es muchas cosas. Y yo valorizo que en épocas duras, en ese lugar la gente se expresaba. Eso para mí es valioso, más allá de que me saquen a patadas.

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