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Bohemio

En su nuevo disco el cantante argentino vuelve a enfatizar que la prioridad en su creación está en las letras, personales, vivenciales, confesionales.

07 de Diciembre de 2013 | 11:06 |
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Una dedicatoria con nombre y apellido da la partida a Bohemio, el nuevo disco de Andrés Calamaro. "A Luis Alberto Spinetta", está anotado al lado del título de la primera canción, "Belgrano", una despedida a ese músico argentino, fallecido el 8 de febrero de 2012 y al mismo tiempo inmortal entre los mejores nombres del rock de habla hispana. Las lúcidas y emotivas líneas "Por ponerle armonía a la ciudad / y por la mágica y perfecta melodía" son parte de las gracias que le da Calamaro en ese homenaje. Y ése es un comienzo que también retrata el ánimo y el talante de las letras de su nuevo disco, a menudo personales, vivenciales, confesionales.

Entre estas canciones, una forma de pedir perdón es el sentido que subyace en "Tantas veces" de principio a fin; "Plástico fino" es el saludo a una suma posible de adversidades cotidianas a las que salir a hacer frente, y no por enigmáticos los versos de "Rehenes" parecen menos autobiográficos incluso, como ejemplos del compromiso personal que sugieren las letras de Bohemio. Andrés Calamaro canta todo esto sobre una música rock de pulso cansino casi siempre, orquestada sin incertidumbres con capas de pianos, teclados y guitarras acústicas como base, y si se trata de armonías también pisa sobre seguro al recurrir a menudo a secuencias de acordes que suenan familiares.

Es lo que ocurre en "Nacimos para correr", que además de parecer un título traducido de Bruce Springsteen recuerda a los Dave Clark Five de "Because" (1964), en esos primeros acordes acústicos. La canción que da título al disco parte con un trío de acordes básicos encontrables en decenas de tangos o boleros del cancionero americano, para internarse luego en un pasaje también reconocible que remite al Aznavour de "Quién". Y el caso extremo en ese sentido es "Inexplicable", una canción sobre cuya secuencia armónica es posible cantar completa la melodía de "I will survive", de Gloria Gaynor, una y otra vez. Posiblemente sean detalles para el criterio con que están hechas estas canciones, en las que la búsqueda parece estar siempre en las letras antes que en la música.

No por nada este hombre tituló como El cantante uno de sus discos, y de paso quedó desde entonces con ese apelativo entre otros: Lo importante es cantar. Y del mismo modo, lejos de parecer casuales, versos de este disco como "Anoche te escribí nuevas canciones" (en "Bohemio") o "Buen día, voy a seguir escribiendo canciones" (en "Plástico fino"), insinúan dónde está el énfasis para este autor si se trata de hacer canciones: Lo importante es escribir. La voz cantada y la letra escrita como asuntos prioritarios, la armonía como una base funcional sobre la que poner la melodía. Y se escucha como una opción deliberada, porque no parece que Andrés Calamaro sea insensible a las virtudes de la armonía. Él mismo lo deja por escrito en esa primera canción de Bohemio, al dar las gracias "por poner armonía a la ciudad" a Spinetta, un hombre que dedicó su vida a vestir letras y melodías con el misterio permanente que vive en los acordes.

David Ponce

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