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La nueva avanzada del rock mexicano

El quinteto vive un nuevo despegue al alero de su quinto álbum, fielmente anclado a una estética sonora que ya tiene nombre propio. "Nos gusta mucho lo plástico, aunque hacemos todo muy análogo. Nos gusta modernizar el sonido, sintetizarlo, más que hacer un rock tradicional", explica el baterista Rodrigo Guardiola. Con ese trabajo, también esperan que por fin se les dé la conquista de Chile.

28 de Diciembre de 2013 | 09:44 |

"Nos ha costado mucho Chile y Argentina", dice al teléfono Rodrigo Guardiola, baterista de Zoé. La banda mexicana se ha transformado en una de las puntas de lanza del rock latino, codeándose con nombres tan trascendentes en la actualidad como Babasónicos, gracias a discos tan aplaudidos como Reptilectric (2008) y el unplugged Música de fondo (2011). Sin embargo, algo pasa con nuestro país, que en sus 18 años de trayectoria el quinteto no ha logrado replicar aquí lo que viven en el resto del continente.

"Ustedes tienen una historia de antigüedad en el rock muy respetable. Tienen su propio rock, su historia, son muy exigentes, y tarda tiempo para que una banda sea aceptada allá. Además funcionar en un país, no significa para nada funcionar en otro", dice el músico. Pero esa historia podría empezar a cambiar: El grupo que completan León Larregui (voz), Sergio Acosta (guitarra), Jesús Báez (teclado) y Ángel Mosqueda (bajo) ya tiene agendadas dos visitas para 2014 al alero de Prográmaton, su quinto álbum lanzado en octubre de este año, y con el que han renovado la buena acogida.

"Nuestra responsablidad máxima es el reto de hacer un buen disco. Estamos bien contentos, y solita se escribe la historia del crecimiento en un país", agrega. La fórmula plasmada en este álbum ya tiene marca registrada: Un rock cuidado y elegante, deudor del pop y la psicodelia, y con permanente flujo de arreglos, electricidad, teclados y efectos. "Originalmente lo íbamos a hacer en 2011, pero salió todo lo del unplugged, que tuvo el ciclo de vida de un disco inédito. Pero al final fue para mejor, nos sirvió para llegar con muchas ganas al estudio. No nos gusta ponernos limitaciones antes, así es que fuimos tirando ideas y dejando que las canciones solitas nos llevaran a algún lugar. Estamos felices de cómo suena".

-¿O sea que éstas son canciones escritas en los últimos cinco años?
-Fue muy progresivo, de 2009 hasta acá. Nunca dejamos de avanzar en demos, traer ideas. Hubo tres arranques falsos, porque surgían giras, y después cuando venía la preproducción formal llegó lo del unplugged. El sencillo "10 AM" viene de 2009.

-Prográmaton, entonces, no refleja al Zoé de este momento, sino sus inquietudes de cinco temporadas...
-Hay ideas con una personalidad del Zoé 2009, pero la verdad es que cuando abres la sesión de Protools en 2013, empiezas a vaciar todo, das forma a las canciones y luego grabas, imprimes un carácter de ahora. No hay una sola grabación que haya quedado de 2009. Ésos eran bocetos a lápiz y papel. Eso ayuda, le da amplitud al disco. Ésa es una de las cosas que nos gusta de Prográmaton.

-En este disco se siente una continuidad estilística con Memo Rex Commander y el Corazón Atómico de la Vía Láctea (2006) y con Reptilectric. ¿Querían mantener una línea firme?
-Sí. Aunque tratamos de no marcar la línea para no ponernos límites, solitos los temas van en una dirección. No pensamos tanto las cosas, somos más intuitivos. Posiblemente el unplugged fue un parántesis en nuestro sonido, aunque tocábamos de la misma manera. En nuestros discos, por ejemplo, prácticamente no hay programaciones, todo está tocado. Nos gusta mucho lo plástico, aunque hacemos todo muy análogo. Nos gusta modernizar el sonido, sintetizarlo, más que hacer un rock tradicional.

-¿Eso obedece a una convicción?
-No existe la regla. Si necesitáramos programar, lo haríamos. Sólo en el primer disco de Zoé hubo algo de programación. Pasa más bien por cómo estructuramos los arreglos, cómo hacer que una batería tocada suene artificial.

-¿Y el unplugged influyó en el modo de hacer las cosas, en la forma de encarar el trabajo?
-De manera inconciente sí, pero de manera conciente no. Nunca dijimos "retomemos eso", pero lo que dices es cierto: El unplugged fue un disco de arreglos nuevos, que trabajamos por cuatro o cinco meses, y cuando se grabó fue de una: O sea, fue un proceso al revés. Nos quedó la experiencia de hacer mejor ensamble entre nosotros. Al ser un ensamble más grande, podíamos tocar al mismo tiempo, durante la etapa de composición, arreglos más armados.

El arte de pelear con Beto Cuevas

Hasta antes de este disco, el flujo de noticias entre Zoé y Chile fue contado: En septiembre de 2012, por el encendido show que ofrecieron en el Club Chocolate de Recoleta; en abril de 2013, por la polémica en que León Larregui se embarcó con Beto Cuevas, a quien apuntó por haber integrado "una de las peores bandas de rock en español" (La Ley), participar en "uno de los peores programas de TV" ("La Voz México"), y ser parte de un libro con grandilocuente título: "El arte de ser Beto Cuevas".

-¿Las opiniones que León planteó son compartidas en el grupo? ¿Tú también crees que La Ley es una pésima banda?
-Nos reímos con eso. Pero para qué hacer crecer el chisme. Hay que respetar. Hizo mal León en atacar al grupo, hay que dejarlo fuera de la discusión. Yo creo que él sólo se estaba burlando del título del libro, y creo que si él (Cuevas) tiene derecho de poner un título así, cualquiera tiene también el derecho a burlarse.

-Quizás tienen más afinidad con otros chilenos, como Los Bunkers: Lo de ellos se acerca a lo que hacen ustedes, y además viven en México.
-Somos muy amigos, hemos tocado muchas veces con Los Bunkers. Y con otros chilenos también: Nuestra primera gira grande fue con Los Tres y con Cerati, y nos hizo crecer y aprender. Los extrañamos mucho, pero el cariño sigue, porque Los Tres son una banda icónica, muy admirable. Fue una de las bandas que nos influenció y que seguimos respetando.

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