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F.E.A.R.

El grupo logra salir del territorio "aggro" para sumirse en una perspectiva más amplia del rock, aunque el resultado final tenga tanto de meritorio como de errático.

15 de Febrero de 2015 | 10:22 |
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En medio del fragor producido por el éxito del aggro rock o aggro metal —o como sea la denominación que se dio a la mezcla de guitarras de bajas afinaciones, mezcladas con algo de rapeo en las líricas—, Papa Roach fue uno de los grupos más beneficiados. El éxito obtenido con Infest (2000) y Lovehatetragedy (2002) catapultó a la banda liderada por el vocalista Jacoby Shaddix a una posición de privilegio entre esa nueva camada. Y ciertamente que en estos dos álbumes las "cucarachas" supieron sacar partido a su posición de privilegio: Participaciones en el festival Ozzfest de Ozzy Osbourne, presentaciones por todos lados, ventas ridículamente estratosféricas, todo de la mano del hype que supuso este nuevo estilo.

Curiosamente, Papa Roach también fue una banda previsora. Si en Lovehatetragedy los rapeos de Shaddix eran menores, la influencia más hardcore y rockera en el sonido del grupo crecía. Y ahora, en su nuevo trabajo, F.E.A.R., el octavo registro del grupo, este recurso parece superado y queda de manifiesto que ésta no es la misma banda que dominara el mercado con sencillos como "Last resort". Es que en "Face everything and rise" (precisamente, éste es el significado de las siglas que dan nombre al álbum), la inclusión de elementos electrónicos lo acercan más a sus contemporáneos de Linkin Park, al igual que "Broken as me". Ese camino a un rock más moderno que se aprecia en "Falling apart" es sin dudas lo que acomoda a Papa Roach, porque la fórmula se repite con el siguiente tema, "Love me till it hurts".

Gran responsable de este camino es la pareja de productores del disco, Kevin y Kane Churko. Ambos, padre e hijo respectivamente, enfocaron el trabajo de la banda en esta dirección. Incluso en "Gravity", canción que cuenta con la participación de Maria Brinko del grupo In This Moment. Este tema, en el que Shaddix vuelve a rapear, quizás sea el que mejor representa temáticamente a este disco, en el sentido de mostrar la redención de un personaje, en este caso el mismo Shaddix, y su tránsito desde un ser oscuro y atrapado en la vorágine del rockstar a una persona recuperada. Es este tópico el que da sustento a las letras del disco y que los Churko supieron cubrir de buena forma, con estos guiños de rock más moderno, ocultando las influencias más extremas que alguna vez Papa Roach mostró tímidamente en otros registros.

Quizás lo más interesante que plantee este nuevo álbum de los norteamericanos sea la sobrevivencia de una agrupación que tempranamente alcanzó el estrellato y que, ya sea de forma forzosa o por mera coincidencia, supo dar con una vuelta de tuerca necesaria para mantenerse en la palestra. En este sentido, lo más interesante de F.E.A.R. pueden ser las atmósferas electrónicas que acompañan a buena parte de las doce canciones de este trabajo, y que actualizan el sonido de la banda. Pero incluso esto se vuelve un recurso mal utilizado, repetido hasta el hastío, lo que lleva a F.E.A.R. a un lugar neutro entre las evidentes ganas de innovar y el deseo de mantenerse en la mediocridad.

Felipe Kraljevich M.

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