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Imagine Dragons ratificó el alza de sus bonos con encendido show en la Arena

El grupo norteamericano se presentó esta noche de domingo ante cerca de 12 mil personas, que corearon de principio a fin una colección de temas hecha para la masa.

13 de Abril de 2015 | 00:07 | Por Sebastián Cerda, Emol
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Cristian Soto, El Mercurio

SANTIAGO.- Puede que falte algo más de masividad para usar el término con todas las de la ley, pero sin dudas que lo de Imagine Dragons en Chile (y también en buena parte del mundo) califica para fenómeno: Su regreso se produjo apenas un año después de su debut en el Lollapalooza local, en ese lapso han multiplicado sus temas en las radios, y los tickets para este primer show en solitario se vendieron con una demanda tan sostenida que el aforo en Movistar Arena se debió ampliar en dos ocasiones.


Ésa es la carga con que los norteamericanos arribaron esta noche al recinto de Parque O'Higgins, donde cerca de 12 mil personas corearon de manera casi ininterrumpida los temas que la banda ha acuñado en apenas dos discos, en los que ha hecho gala de su vocación por un pop-rock para la masa, lleno de estribillos que aspiran a lo multitudinario y a una respuesta popular de brazos en alto.


¿Suena conocido? Por cierto. Es el molde que confeccionó U2 y que luego siguieron nombres como Coldplay y The Killers, quizás los alumnos más aplicados de un curso en el que Imagine Dragons vendría a ser más bien del promedio, enfocado en el resultado mucho antes que en el camino a recorrer.


Más efectistas, podríamos decir sin temor a ofender a nadie, y el éxito en ese fin queda en claro esta misma noche de domingo en Santiago: Los temas del grupo son replicados en su totalidad por el público, donde abundan veinteañeros, niños (por ende, también padres) y adolescentes, para quienes el epílogo con "Radioactive" reviste características casi generacionales.


Ellas (en femenino) son también las responsables de que apenas finalizada la primera canción ("Shots") se expandan los primeros "mijito rico" para Dan Reynolds, un correcto cantante y mejor performer, pese a que la trampa estilística lo ubique al borde de la imitación con Chris Martin. "Summer" y "Hopeless opus" son dos instancias que lo dejan más que de manifiesto, al igual que al ADN del grupo.


El mismo queda expuesto también en su acotado universo de trucos y recursos: La batería marcial del esencial (para el formato) Daniel Platzman, mezclada con un coro al borde de lo litúrgico en "Trouble"; la marea de percusiones que Reynolds refuerza en "On the top of the world", en una disposición tan musical como visual; el carácter de himno para ONG global que porta el hit "It's time", con su correspondiente segmento para el coro popular; o lugares comunes para masajear oídos de fan, como "mi única esperanza es que tengan la mejor noche de sus vidas" (Reynolds).


El efecto es infalible: Miles de celulares encendidos hasta iluminar por sí solos la Arena, durante una intro con "Forever young" (el clásico de Alphaville), y hasta globos amarillos y blancos desplegados en "Gold", otra de las tantas piezas de Smoke + Mirrors que sonaron esta noche.


Se trata del segundo y último disco de Imagine Dragons, lanzado apenas hace dos meses. Ese tamaño de discografía y lapso de tiempo mencionados harían inviable una postal como la de hoy en una banda cualquiera, pero no en una que con esta gira vive el clímax de sus primeros 15 minutos.


¿Se extenderá ese lapso? Es lo más probable. Sus predecesores en la escuela del rock de estadio han dejado en claro que sólo cocinando bien los ingredientes de esa receta, se sobrevive y por largo. La diferencia entre eso y la trascendencia, está en cuántos pasos más se puedan dar y en cuánto de propio tiene el plato resultante. Pero eso, ya hemos dicho, es materia de alumnos aventajados, algo que Imagine Dragons, por ahora, sólo aspira a ser.

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