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Iglesia venezolana afectada por dura crisis de ese país

El presidente del Episcopado de ese país, monseñor Baltasar Porras, explica que en la defensa de los derechos humanos y la democracia, la jerarquía eclesástica se ve envuelta en el rigor del conflicto. Declaraciones al portal de la Conferencia Episcopal de Chile.

26 de Diciembre de 2002 | 19:18 | El Mercurio en Internet
SANTIAGO.- Monseñor Baltasar Porras, presidente del Episcopado de Venezuela, lamenta que la Iglesia de su país, en su principio de defender los derechos humanos y la democracia, se ve atravesada por el intenso conflicto político que vive la nación.

La atención de Venezuela, dijo, se dirige en estos días a la reanudación de los contactos entre Gobierno y oposición en la mesa de negociación y acuerdos que auspicia el secretario general de la OEA, César Gaviria, pero que después de casi siete semanas aún no ha dado resultados concretos.

La Navidad fue ensombrecida por el paro cívico nacional que ya se aproxima a las cuatro semanas. La crisis del país afecta la legitimidad del gobierno de Hugo Chávez, a quien un bando quiere ver fuera de la presidencia, y otro que comparte su ideario de que "esta revolución no la para nadie" y que por lo mismo podría gobernar Venezuela hasta el 2021.

El portal de la Conferencia Episcopal de Chile entrevistó a monseñor Baltasar Porras para interiorizarse más del conflicto.

En primer lugar, el presidente de la CEV recuerda que el Episcopado ha insistido en sus diversos documentos y comunicados que la superación de la crisis política y social que vive Venezuela pasa por una salida concertada, negociada, que en democracia se expresa a través de algún tipo de consulta electoral.

Mons. Porras afirma que la crisis se ha agravado por la falta de propuestas del Gobierno al creciente clima de conflictividad del país, que tuvo su origen en la paulatina pérdida de autonomía de los diferentes poderes públicos.

Indica que existe una resistencia social a aceptar la imposición de un modelo político excluyente. Y el que la situación se haya vuelto dramática, ha llevado al Episcopado a tener que ofrecer reflexiones en un número inusitado de comunicados y exhortaciones.

Los títulos de los últimos hablan por sí solos: "Entendámonos para sobrevivir"; "Quien odia a su hermano es un asesino"; y "¡Evitemos la destrucción, construyamos la reconciliación!".

- ¿Cuál debiera ser la postura de la comunidad cristiana venezolana frente al actual clima de violencia que se está produciendo en su país?

- Ha sido constante la prédica de evitar la polarización excluyente de la sociedad que ha querido imponer un país enfrentado entre pros y anti. La violencia ha ido en aumento en los últimos años, amparado en la impunidad y en la parcialidad del Poder Judicial. La solidaridad, el respeto y la tolerancia deben ser virtudes cristianas que sobresalgan sobre el odio y la intolerancia.

- ¿Qué espera la Conferencia Episcopal de Venezuela del resto de la Iglesia en Latinoamérica frente a la actual crisis de su país?

- Agradecemos la permanente cercanía de las Iglesias hermanas del continente. De múltiples formas hemos recibido mensajes de apoyo de parte de los Episcopados y de otras instancias eclesiales. Contamos con su oración y afecto y creemos que el mensaje que puedan dar en sus países sobre la real situación del país, ayude a entender el quiebre de un proceso que nació democráticamente pero que se ha ido deslegitimando por sus actuaciones.

- ¿Cómo se ha visto afectada internamente la Iglesia en Venezuela por la situación de crisis y polarización que vive la sociedad venezolana?

- No escapa la Iglesia a la acción constante del gobierno de querer dividir y someter a todas las instituciones. Sin embargo, gracias a Dios, son muy pocos los sacerdotes o religiosos(as) que se identifican con el régimen. La manipulación de lo religioso, el ataque constante a la jerarquía, los diversos métodos de desinformación y de escándalo sobre algunas obras de la Iglesia se ha estrellado con el sentido común de una fe sencilla, que se ha visto atacada. Cada día está más claro que las diversas manifestaciones de la jerarquía proceden de la defensa de los derechos humanos y del respeto a las normas democráticas.



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