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Diputado Aguiló valora condena contra Corbalán y otros cinco ex CNI por torturarlo en 1981

El parlamentario criticó que el mismo ex jefe operativo del organismo represor que hoy fue condenado por los apremios que él sufrió, sea quien esté organizando el homenaje a Augusto Pinochet.

06 de Junio de 2012 | 18:19 | UPI
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El Mercurio (Archivo).

SANTIAGO.- El diputado del Movimiento Amplio de Izquierda (MAIZ), Sergio Aguiló, valoró el dictamen del ministro de fuero, Alejandro Solís, quien condenó a seis ex agentes de la CNI por los delitos de tortura en su contra.


El parlamentario recalcó de que mientras Álvaro Corbalán figura como uno de los sentenciados, el otrora jefe operativo del organismo represor organiza para el próximo domingo un acto de homenaje al fallecido general Augusto Pinochet en el Teatro Caupolicán.


"Me deja muy conforme la resolución del ministro Solís. Es una indagación rigurosa que ha permitido identificar a los agentes de la CNI que participaron en la detención ilegal y en la tortura que se me aplicó en aquella época. El ministro estableció que la tortura es un delito de lesa humanidad y que no van a quedar impunes quienes cometieron ese tipo de delitos", recalcó a Agencia UPI sobre la agresión que vivió en diciembre de 1981.


A juicio del parlamentario, se pone de relieve aún más "la paradoja que mientras los tribunales de justicia condenan estas violaciones a los derechos humanos, estos personajes criminales, como Álvaro Corbalán, siguen actuando al amparo de la red de protección, donde hay funcionarios de Gobierno, y organizan actos de homenaje al ex dictador Augusto Pinochet. Él es el principal instigador del acto".


El magistrado sancionó con tres años de presidio, pero con libertad vigilada a los ex agentes Roberto Schmied Zanzi, Alejandro Morel Concha, Álvaro Corbalán Castilla y Manuel Gallardo Sepúlveda, mientras que aplicó 61 días de cárcel con remisión condicional a Carlos Contreras Ferrada y Sergio Díaz Lara.


Solís explicó en su sentencia que "los principales métodos de tortura continuaron siendo, como en la época de la DINA, el empleo de electricidad en partes sensibles del cuerpo, violentos golpes de todo tipo y la inmersión de la cabeza del torturado en agua hasta el punto de asfixia. En muchos casos se amenazaba con detener y torturar a miembros de la familia, al cónyuge del detenido y a sus hijos menores".

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