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Con sala de cine y comida a la carta: Así se vive en un asilo de ancianos de lujo

Más de $1.500.000 al mes puede costar la estadía en una exclusiva residencia para adultos mayores en la capital. Allí reciben un servicio de hotelería, y cuentan con salas de juego y hasta peluquería.

21 de Septiembre de 2013 | 12:05 | Por Natacha Ramírez, Emol

SANTIAGO.- "Yo en mi casa estaba muy bien, pero ya tenía poco equilibrio para subir la escala y las empleadas tú sabes cómo están ahora, que salen y salen, y no me podía quedar sola", explica Amelia, de 94 años, contando por qué se cambió a vivir desde su casa en Viña del Mar a la exclusiva residencia para adultos mayores Senior Suites, ubicada en San Damián, en la comuna de Las Condes.


"Me vine de 90 años, o sea que no era ninguna cabrita. Llegué por gusto propio y me acostumbré altiro. Me gustó acá porque hay dormitorio, baño y living propio, refrigerador, eso para calentar (microondas), donde cuezo manzanas, y había muchas conocidas y un primo de mi marido...", alcanza a decir Amelia, cuando es interrumpida por un grupo de adultos mayores que empiezan a abuchear porque quieren que empiece luego "La Ventana Indiscreta". Todos están instalados en la sala de cine con que cuenta el recinto.


Al ingresar a la residencia –piden que por nada le llamen "asilo"– parece un hotel, con un mesón de recepción, muebles clásicos y todo el piso alfombrado. Sólo al traspasar la primera puerta, los pasamanos que hay en las paredes de todos los pasillos y la central de enfermería que hay en cada piso indican que se trata de algo distinto.


Es la evolución de los asilos de ancianos –lúgubres y con mala fama– a edificios de lujo, con un servicio de hotelería. Aquí los adultos mayores viven en departamentos o habitaciones que pueden decorar a su antojo, con sus propios muebles y cuadros. También cuentan con servicio de mucamas, lavandería, peluquería (con podología y manicure) y el menú es prácticamente a la carta, con varias opciones diarias para elegir, elaboradas por nutricionistas.


La entretención también es un aspecto clave y, junto a la sala de cine, cuentan con sala de computación, biblioteca y sala de juego, donde se impone el bridge y el dominó. "Yo juego mucho bridge, pero vengo más al cine", cuenta Amelia. También les organizan bingos y ágapes. "De repente, cuando se juntan grupos a jugar, nosotros les servimos algún cocktail, algún aperitivo", cuenta Raquel Rivera, encargada de admisión en Senior Suites de San Damián.


Una de las primeras residencias de este tipo que se instaló en Santiago fue Senior Suites, a mediados de los '90, y hoy cuenta con tres centros, en Las Condes y Providencia. Luego abrió Hogares Alemanes, en Vitacura. Pero en los últimos años han proliferado las residencias de este tipo, como Ambar Residence, que se inauguró en 2011 en Las Condes, y Seniority, filial de una empresa belga, que abrió ese mismo año y ya cuenta con tres centros en la capital.


Salen de shopping y conducen su propio auto


Por fuera nada diferencia a Ambar de un exclusivo edificio de departamentos. Son cerca de las 6 de la tarde y en el amplio hall del primer piso pareciera ser la hora peak. Hay mucho ajetreo. Un hombre de unos 90 años se pasea organizando un campeonato de rayuela. Pasan, en distintas direcciones, señoras muy acicaladas, bien peinadas y luciendo aros y collares. Muchas con cartera, algunas con taco. Una señora de jeans acaba de subir al ascensor. En un sillón otra hojea una revista de moda y en una terracita, detrás de una mampara de vidrio, un par de señoras fuman.


"Son muy pretenciosas", confidencia, con un dejo de ternura, una de las encargadas, mientras muestra la residencia. Llama la atención el gimnasio tan equipado, hasta con bicicletas de ejercicio. Ahí realizan sesiones de kinesiología y gimnasia. "Hay una señora que se encuentra gorda y viene siempre al gimnasio", cuenta la funcionaria. En el comedor, las mesas ya están dispuestas para la cena. En uno de los menú se lee "pasta con salsa de camarones". En la sala de juegos, varios grupos de adultos mayores juegan dominó.

En el piso menos uno del edificio, varios residentes tienen estacionados sus propios automóviles, que ellos mismos conducen cuando quieren salir. Otros piden radiotaxi cuando desean ir al cine o a comprar sus medicamentos.


También les gusta ir de shopping. La residencia está ubicada a pocas cuadras de un mall del sector oriente, que es frecuentado por varios de los residentes. "Yo salgo bastante, voy a vitrinear, voy de shopping, salgo con mi hija, vamos a almorzar mucho afuera", cuenta Mariela, de 80 años, quien afirma que "es muy agradable la vida acá". "Hay diversidad de cosas, entonces uno puede escoger qué es lo que más le provoca. Por ejemplo, yo ahora me voy a leer un libro a mi departamento y mis amigas se quedan afuera a fumar y otras van a jugar dominó", describe.


El gerente general de Ambar, Felipe Venegas, explica este fenómeno. "Un estudio hecho en Chile dice que los adultos mayores lo que quieren es estar cerca del mall, de las tiendas, del café, del cine, del teatro, quieren salir. Lo que buscan ellos es vida. Esto ya no es donde te vas a morir, es un lugar donde cumples una etapa importante de tu vida, en que te desarrollas, tienes amigos y entretenciones. El adulto mayor ahora llega a los 85 años con un desarrollo cognitivo perfecto, entonces hacer que esta etapa de su vida no sea agradable es casi criminal".


Estadía puede costar más de $1.500.000 al mes


Pero tantas comodidades tienen su precio. El valor mensual por la estadía en estos centros parte en cerca de $1 millón, en sus planes más básicos. Todo depende del tipo de habitación y de los cuidados que requiera el residente.


En Senior Suites una habitación puede oscilar entre $1.100.000 y $1.300.000, y un departamento (con habitación, living y kitchenette) en cerca de $1.300.000. En Ambar hay cuatro planes: el más básico cuesta alrededor de $1.000.000 y el más completo está en torno a $1.600.000. En Seniority los valores parten en unos $950.000.


Según indican en las distintas residencias, generalmente son los hijos quienes pagan esta mensualidad, a veces entre varios. También los nietos y hasta amigos de los residentes. Pero también hay casos en que los propios adultos mayores pagan su estadía. "Hay algunos que ellos mismos vienen y pasan sus cheques", señala Venegas.


Quienes dirigen estas residencias afirman que, si bien en Chile aún hay un prejuicio hacia los asilos de ancianos, de a poco se ha ido produciendo un cambio cultural y ha aumentado la demanda por este tipo de residencias que cuentan con un servicio de alto estándar, situación que los tiene a máxima capacidad y con planes de expandirse.

También pretenden llegar a comunas más populares

Aunque actualmente estas residencias están enfocadas en segmentos socioeconómicos altos, con sedes en comunas como Las Condes, Vitacura y Providencia, hay planes para llegar a otros segmentos de la población.


 


Es el caso de Seniority. Carolina Montero, gerente comercial, dice que "nuestra intención es llegar a otros grupos, porque los adultos mayores tienen las mismas necesidades y todos se merecen tener una buena vejez, con un servicio acorde a lo que necesitan", con enfermeras, kinesiólogos, nutricionistas y terapeutas ocupaciones.


 


Por eso, indica que tienen en carpeta abrir centros en comunas de Santiago "con otro poder socioeconómico, pero con misma necesidad", el primero de los cuales estaría en La Florida. "El adulto mayor se merece todo el respeto y ese concepto anticuado, de esas casas antiguas y oscuras, donde los tratan mal, ya no va más", afirma.


 


A su juicio, tal como ocurre en países de Europa –donde el Estado incluso financia estadías en este tipo de recintos– , las autoridades debieran empezar a exigir mayor estándar a las residencias para adultos mayores en el país, independiente del nivel socioeconómico.

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