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Cómo es el centro "modelo" que podría albergar al homicida del caso Aguayo

El establecimiento semicerrado de Calera de Tango, "Santa Inés", está catalogado como uno de los mejores, en cuanto a infraestructura y terapias de rehabilitación de jóvenes que han delinquido.

15 de Abril de 2010 | 10:24 | Por Renata Robbio, Emol

SANTIAGO.- El centro semicerrado del Sename "Santa Inés, ubicado en Calera de Tango, está catalogado como uno de los mejores del país. De hecho, cuando Aarón Vásquez estuvo recluido en ese lugar, surgieron una serie de críticas en torno al establecimiento, las cuales apuntaban a que el joven estaba prácticamente de vacaciones. Sin embargo, sus resultados avalan las buenas condiciones en las que viven los internos del recinto.


A ese mismo centro podría llegar el menor que asesinó de una puñalada en la cabeza al joven Sergio Aguayo en julio de 2009, si es que la jueza Ana María Eltit acoge el acuerdo de pena mixta de cuatro años, al que llegó la familia del inculpado J.T.N.V. (15) y la de la víctima.


"A las personas que señalan que esto es un resort, claramente están equivocadas. Nosotros hacemos los esfuerzos a nivel de centro para brindar atenciones adecuadas que requiere un joven para cumplir su condena", señaló el director del centro, Marcel Santibáñez.


Pero ¿qué características tiene este centro para ser uno de los mejores?, ¿qué tipo de terapias imparte?, ¿cómo trabajan sus monitores?, ¿cómo recuperan a los jóvenes? y ¿cómo logran reinsertarlos en la sociedad?


En las 14 hectáreas del establecimiento –en su mayoría áreas verdes- viven 30 jóvenes de sexo masculino, con prontuarios de diversa índole. En el extenso terreno hay tres casas, una sala con Internet, un microcine, un invernadero, una cancha de fútbol y también un sector con animales que es compartido con la comunidad.


"En estas circunstancias los vecinos casi siempre se sienten amenazados por esos jóvenes, pero ellos abren sus áreas verdes a la comunidad y ofrecen el parque para distintas actividades (...). En otros centros no hemos tenido esa capacidad", dijo el director del Servicio Nacional de Menores (Sename), Francisco Estrada.

La rutina que deben cumplir los jóvenes al interior del centro es clara, con horarios establecidos para cada una de las actividades, que se realizan entre las 7:30 de la mañana y las 22 horas.

A las 7:30 deben estar tomando desayuno, a las 8:30 hacen labores de aseo y luego sostienen reuniones con los monitores -1 ó 2 por casa- para organizar el día. A las 10 van a talleres; entre las 12:30 y 13:30 almuerzan; después nuevamente tienen terapias; a las 16:30 toman once; tras eso estudian; a las 19:30 cenan y ordenan sus habitaciones y pueden ver televisión hasta las 22:00 horas. Los viernes y sábados les permiten acostarse un poco más tarde.


Las salidas están permitidas sólo para aquellos que tienen autorización del tribunal de justicia. Quienes pueden hacerlo, generalmente van a sus casas los viernes y domingos de 9:00 a 20:00 horas.


Cuando no cumplen con los horarios, no regresan a dormir o le faltan el respeto a algún educador, pasan a un comité de disciplina, el cual establece la sanción. La sanción más común es restringirles las salidas durante los fines de semana, "eso es lo que más les duele", aseguró Santibáñez.


La clave está en la confianza


Pero inculcarles hábitos de conductas y valores de vida no es simple. El director del centro explicó que los objetivos del sistema semicerrado son cuatro: habilitación, que desarrolla competencias laborales; responsabilización, para que los jóvenes internalicen el delito que cometieron; reparación, la cual apunta a tratar los problemas de violencia intrafamiliar; y cumplir con el espíritu de la ley, para incentivar conductas prosociales.


El centro no cuenta con gendarmes ni salas de aislamientos, además sus puertas están abiertas, por eso la relación de confianza que se genera con los jóvenes es la clave para que los menores no se escapen y vuelvan a pernoctar al establecimiento.

"Esta relación te permite generar confianza, generar un vínculo que se transforma en la herramienta más importante para ir generando cambios en los jóvenes. A eso hay que sumarle normas claras, procedimientos claros y confrontar a los menores cuando corresponda", enfatizó Santibáñez.

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