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Revolución digital en mundo editorial a la vuelta de la esquina

A Google y Yahoo, se suma ahora la Biblioteca del Congreso de EE.UU.

26 de Noviembre de 2005 | 13:17 | EFE
SAN FRANCISCO.- Los proyectos para crear ambiciosas bibliotecas digitales se multiplican y al de Google, por una parte, y Microsoft y Yahoo, por otra, se suma el de la Biblioteca del Congreso de EEUU.

Este último recibió un gran empujón esta semana, cuando Google anunció que donará tres millones de dólares para sentar las bases de una iniciativa para agrupar un amplio rango de objetos multimedia representativos de las diferentes culturas del mundo.

El buscador de Internet se convierte así en la primera empresa privada que da un empujón financiero a la Biblioteca Digital Mundial, que busca colocar en la red materiales de las bibliotecas nacionales y otras instituciones de otros países.

La iniciativa se apoya en el American Memory (en la dirección www.loc.gov/memory), un proyecto que nació en 1994 para digitalizar y colocar en la red millones de ejemplares, con acceso gratuito desde cualquier parte del mundo.

Por el momento, ya cuenta con más de 10 millones de artículos, entre ellos los manuscritos de los ex presidentes estadounidenses Abraham Lincoln y Thomas Jefferson, antiguos mapas de EEUU, fotografías y cartas de la Guerra Civil estadounidense, dibujos, caricaturas y música.

Uno de los primeros acuerdos será con la Biblioteca Nacional de Egipto para digitalizar documentos relacionados con el mundo islámico que datan del siglo X.

El bibliotecario del Congreso James Billington señaló que espera que incluya documentos de China, India o del mundo islámico, desde Indonesia hasta Africa.

"Estamos tratando de recrear la memoria de culturas mucho más antiguas que nosotros", dijo Billington.

Se trata de un proyecto muy ambicioso pero necesitado de fondos.

Billington dijo que la contribución de Google es puramente filantrópica y que no existe ningún compromiso ni ningún problema de derechos de propiedad intelectual ya que el proyecto se centra en material que no está protegido por estos derechos.

Google, no obstante, presumiblemente tiene su propio interés en colaborar.

Una importante fuente de ingresos de la compañía californiana son los anuncios que aparecen cuando los internautas realizan una búsqueda, con lo que tiene algo que ganar con cada nuevo material que se coloque en la red.

Al margen de la Biblioteca del Congreso, el buscador sigue adelante con su objetivo de "organizar la información del mundo y hacerla universalmente accesible y útil" con su propio proyecto, Google Print.

El buscador puso en línea a principios de este mes la primera hornada de libros que forman parte de la iniciativa, documentos que proceden de las colecciones de cuatro grandes bibliotecas (la de la universidad de Harvard, Stanford, Michigan y la biblioteca pública de Nueva York) y que ya no están sujetos a la ley de propiedad intelectual.

Entre la lista de trabajos que pueden leerse gratuitamente (www.print.google.com) se encuentran novelas de Henry James, material sobre la Guerra Civil estadounidense o documentos gubernamentales.

Se trata de una pequeña fracción de lo que será la ambiciosa biblioteca digital que Google planea poner a disposición del usuario por medio de la red de Internet, con unos 15 millones de libros.

El proyecto, no obstante, está rodeado de críticas.

La Asociación Estadounidense de Editoriales (AAP, por sus siglas en inglés) interpuso una demanda en la que acusa a la compañía de quebrantar la ley de propiedad intelectual.

La AAP siguió los pasos de la Asociación de Editoriales Universitarias de EE.UU. y de la Asociación de Autores, una organización que representa a 8.000 escritores y que denunció a Google ante los tribunales en septiembre.

Su gran rival, Microsoft, no iba a quedarse atrás, y a tenor de la lluvia de demandas, anunció que se unirá al proyecto de digitalización de libros en el que participa Yahoo y que busca generar menos controversia.

Para evitar los problemas de Google, esta iniciativa, llamada Open Content Alliance, únicamente digitalizará textos de dominio público, a excepción de aquellos donde el propietario dé permiso explícitamente.

El tercero en discordia en lo que parece ser ya toda una revolución en el mundo editorial podría ser Amazon, que anunció recientemente que venderá el acceso a libros enteros o capítulos como si de descargas de música se tratase.
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