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La última noche tuvo su gran regalo

Alejandro Sanz ya había recibido su Gaviota de Plata e interpretaba "Corazón Partío", cuando aparecieron sorpresivamente Miguel Bosé y Ana Torroja, los más grandes artistas de esta versión del festival, para acompañarlo en escena y, de paso, marcar uno de los puntos más destacados del evento viñamarino.

27 de Febrero de 2001 | 03:08 | David Abuhadba/emol.com
Cuando Alejandro Sanz ya había hecho gritar y cantar a sus cientos de fanáticas hasta el límite y su particular voz agotaba a quienes no son sus admiradores, vino el éxtasis para ellas y el alivio para ellos. Aparecieron sobre el escenario sus compatriotas Miguel Bosé y Ana Torroja, los artistas topes de este Festival, para cantar juntos "Corazón Partío".

Fue un momento memorable, histórico. Como aquel de 1981, cuando en la jornada final se juntaron sobre el escenario de la Quinta Vergara -aunque no a cantar- Julio Iglesias, José Luis Rodríguez, el propio Miguel Bosé -con 20 años menos- y Casey, el líder de KC and The Sunshine Band.

La actuación conjunta de esta llamada "armada musical española" -Bosé, Torroja y Sanz- fue posible gracias a la gran amistad que existe entre estos tres grandes de la música ibérica y a que son representados por la misma oficina de management, cuya máxima ejecutiva es la chilena Rosa Lagarrigue.

En 1994, Miguel Bosé -el artista que en más oportunidades ha estado en el Festival de Viña del Mar- había invitado a Alejandro a cantar junto a él como una forma de solidarizar por su frustrada presentación de ese año, debido a problemas en la conexión de sus equipos. Ahora, después de siete años, Sanz logró "rabo y oreja", Gaviota de Plata y de Oro, sobre el mismo escenario que le hiciera llorar de impotencia.

El hijo favorito de la Quinta

En la jornada final le correspondió realizar su saludo musical y promocional a la integrante del jurado internacional Edith Márquez, quien tuvo sus dos canciones y cinco minutos para estar en el escenario y recibir aplausos de cortesía del monstruo, que en realidad esperaba a Fernando Ubiergo, otro de los integrantes del jurado, para colmarlo de aplausos y premiarlo con las dos Gaviotas, una de las cuales se la entregó su propio hijo.

El cantautor nacional -quien mientras era presentado aspiró el humo de su cigarro y tomó un trago de agua sentado tras el sintetizador de su banda- entró vestido de negro, sencillo como siempre y con una hermosa guitarra blanca para comenzar con la canción que lo trajo de vuelta a la música: "Los Ojos de Rodrigo". Luego, el "hijo favorito de la Quinta", siguió con una versión modernizada de "El Tiempo en las Bastillas", con la que ganó el Festival de Viña del Mar en 1978. "Esta es la canción responsable de que en este mismo lugar, hace unos cuantos años sus padres llenaran de luces y encendieran miles de estrellas en ese cerro", le dijo al joven público de la Quinta.

Tras recibir la Gaviota de Plata y Oro, interpretando "Cuando Agosto era 21", "Rosa del Sur" y "Café para Platón", cerró con otro de los puntos altos de este festival: "Patria Querida" -todo un segundo himno nacional, incorporado en su reciente disco-, que desató los ¡Viva Chile! del monstruo y el despliegue de una gigantesca bandera tricolor sobre el público de la galería.

Lacombe, la Huasa y Ráfaga

Después de que el monstruo quedara impregnado de nacionalismo -lo de Ubiergo fue como una compensación a tanto mariachi de los días anteriores-, el comediante canadiense Denis Lacombe estuvo a punto de ser devorado, mientras iniciaba su rutina, muy poco apropiada para un escenario como la Quinta Vergara.

Su interpretación de un torpe director de orquesta se salvó sólo gracias al apoyo de uno de sus acompañantes, quien se introdujo dentro de un gigante globo inflado. Los tibios aplausos de admiración se transformaron luego en risas cuando un negro apareció articulando un set de marionetas de tamaño natural, imitando a los Village People. Al ritmo de "Macho Man" y "YMCA", la Quinta se movió y permitió que Denis y sus amiguitos terminaran ilesos su breve rutina de variedad.

Y como la noche estaba llena de "Ceacheí", qué mejor que presentar al ballet folclórico de Chile, Bafochi, para que la animadora de este festival -absolutamente eclipsada por la reina del certamen, la uruguaya Natalia Oreiro- limosneara un poco de protagonismo, bailando, ataviada por un elegante traje de huasa, un pié de cueca sobre el escenario de la Quinta Vergara.

Luego vino la premiación de este certamen musical que tuvo a Argentina como un justo ganador.

El cierre de este XLII Festival de la Canción de Viña fue protagonizado por "Ráfaga", uno de los grupos creados por el maestro de la bailanta Antonio Ríos, que con sus populares éxitos, como "Llámame", "Mentirosa", "La Luna y Tú", "Noche de Estrellas" y "Ritmo Caliente" mantuvo a la galería de la Quinta Vergara bailando hasta pasadas las dos y media de la madrugada.
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