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Paletas

04 de Febrero de 2005 | 19:34 | Amanda Kiran
La llegada de mis vacaciones, que sólo duraron una semana, no estaba rodeada de dolor y trauma. Llegar a Santiago, en la mitad de un día de verano, medio lluvioso, con entradas de luz por varios lados, y sin nada del triste esmog, fue maravilloso.

Entonces, eso, sumado a que, según mi hermano, en febrero no hay nadie en Santiago, era un buen consuelo para pasar el resto del verano trabajando en paz. Pero no contábamos con todas las cosas que al parecer te pasan en verano. Aunque supongamos que no hay nadie.

Esta semana ha estado completa de ello. Lo primer fue la cola del supermercado. No sé si soy yo, o le pasa a todo el mundo, pero caja que elija, por menos gente que tenga, finalmente es la más lenta. Me toca el cambio de turno o que la tarjeta de la señora de adelante no funciona; o que el producto que lleva no tiene código de barra; o que la viejita que paga es de más de ochenta años y tiene solo monedas, desde $1 hasta $500 para pagar pan, leche y frutas. Y así un sinfín de posibilidades.

Ahí estuve un largo rato. Después me mandaron a "servicio al cliente" a retirar un cambio por un producto malo. La cola era casi hasta el estacionamiento porque se había roto la máquina que imprime las tarjetas, y como atienden las mismas personas a los diferentes problemas, ahí estuve a lo menos cuarenta minutos. Cansada y muerta de calor. Pero sin alegar. (Siempre está el consuelo de que la gente que atiende debe estar más cansada y afligida que uno).

Terminado ese trámite, seguí tranquila y feliz. No estaba apurada, para nada. Me subí al auto. Fue cuando intenté solamente salir del supermercado, que me di cuenta que había una nueva cola. Cola y "taco" que duraba hasta al menos tres o cuatro cuadras para salir a la calle que yo necesitaba. Mi duda era si los chilenos ya no salimos a veranear en febrero, o yo elegí un pésimo día para hacer mis tramites. Pregunta sin respuesta.

El problema es que esto me ha seguido pasando toda la semana. La cola en servicio al cliente, de las grandes tiendas, es de a lo menos cincuenta minutos. Eso porque el problema de cada persona es igual de largo que el mío. Entonces, me pasa lo habitual: cuando va a salir mi número, el ejecutivo oprime mal el botón, y se pasa el número que tengo. Y empieza el conflicto… y mi vergüenza de hablar en público, y de pedir que no me pasen a llevar. Qué llegué antes, etc.

Esta semana ha sido completa así. Lo mismo con la hora al doctor. Fui a un chequeo general, pedí hora por teléfono. Me dijeron a las 14 horas. Llegué a las 13:45. No había nadie en la sala de espera. Una pareja, primero, y luego yo. Nadie sacó el famoso número. Pero después de los diez minutos en que se demoraron con la pareja anterior, a la cual atendieron sin número, ya había llegado más gente, que había sacado número y entonces, quedé para el final. Todos me vieron, sabían que yo estaba antes, pero a nadie le importó.

Cuando logré, a regañadientes, que me atendieran, ya eran las 14:20 y estaba preocupada que el doctor me estuviera esperando. Pero al dar mis datos, la ejecutiva me dijo: "Señorita Amanda, ¿no le avisaron? (Debo admitir que me puse roja de rabia). El doctor tuvo un problema y no va a venir".

¿Por qué no me avisaron? No sé. ¿Por qué me pasan a llevar? No sé. ¿Por qué en febrero nadie veranea? No sé. Debe ser el sistema. No puedo ser yo. Así que he decidido este fin de semana, escapar a la playa. A jugar paletas, trotar cerca del mar, botar tensiones, tal vez me inviten a alguna pichanga en la playa. Lo que sea. Muchas ganas de hacer deporte.

¿Qué me asusta de todo esto? Mi lectura de hoy. La salida de Santiago. Los arreglos en Santiago. El despelote. Las doce pistas que terminan en sólo dos pistas. Colapso vial total, diario, en Vespucio, San Pablo y la Ruta 68.

Al parecer los desvíos provocan tacos de al menos 600 metros o más, y esto, en horario normal, no horario "peak". Caos global. Como leí, la mala señalización, automovilistas desinformados e imprudentes, curvas estrechas y abruptas, peatones que sólo saben caminar, pero no saben por donde, ya que las veredas desaparecieron y encima de todo, los camiones y las micros son el broche de oro.

¿Por qué no nos vamos todos a jugar paletas febrero completo? Y en marzo vemos cómo nos las arreglamos. Y luego de la terrible salida de Santiago que me espera hoy, debo regresar el lunes y seguir viviendo este día a día. Y como leí, preparémonos, esto durará hasta mediados de año.


Amanda Kiran
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