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Exitoso show de los Hermanos Bustos

El Monstruo se quedó con las ganas de seguir bailando rancheras y corridos. Una presentación notable de los músicos que agradecieron de todos modos las antorchas de Oro y Plata.

19 de Febrero de 2005 | 00:11 | Felipe Gálvez T, El Mercurio en Internet


VIÑA DEL MAR.- ¿Quién dijo que a los chilenos no les gustaban las rancheras y los corridos? Pues les gustan y bastante. Eso demostraron las más de 12 mil personas que bailaron esta noche al ritmo de los Hermanos Bustos en la Quinta Vergara.

Buenos para la cumbia y los corridos. Los éxitos "La carta número 3", "La mochila azul" y "Morena de 15 años", fueron coreados por todos esta noche.

Sin necesitar de una gran presentación visual – bastó con el acordeón, la guitarra y una buena pinta de charros- este dúo que ya tiene 40 años de carrera, demostró que fueron unos muy buenos invitados en la "noche chilena".

Con la difícil tarea de salir a escena después de Alberto Plaza, que ganó todos los premios y fue constantemente vitoreado por la Quinta, estos hermanos de Curacaví supieron imponer su estilo y música.

Lo habían anticipado: "Nuestra música no es rasca. Nuestro público es de los estratos medio bajo, pero haremos un show para todo tipo de público".

Y así fue. Los corridos y rancheras fueron bailados desde la galería pasando por los palcos y la platea e incluso en el escenario, donde los animadores se menearon como si se tratara de un matrimonio y fueran las dos o tres de la mañana. Todos, incluidos varios miembros de la prensa, aplaudieron y saltaron a gusto.

Los Hermanos Bustos consiguieron algo que a la Sonora Palacio les faltó. Mucho ánimo para levantar al público de sus asientos y hacerlos bailar hasta que las antorchas se dejaron caer por su propio peso.

Lo único que empañó un tanto el show, fue la acelerada despedida que Myriam Hernández y Ricardo Montaner dieron a los músicos. Los Hermanos Bustos no querían salir de escena, el Monstruo – que aparece cuando lo desea- tampoco.

Así, aún cuando los instrumentos fueron retirados de escena, los músicos debieron retornar. Sin poder tocar, las pifias persistieron. Sólo la antorcha de Oro amainó un poco las quejas. Pero no fue suficiente, porque hoy quedó un gusto a poco, a muy poco.

"Nosotros somos campesinos, somos gente… supimos tomar el arado, la pala, el chuzo, nunca esperamos que la vida nos diera el premio de estar hoy con ustedes, gracias a todos ustedes y saludo a los campesinos de Chile", agradecieron los hermanos, antes de retirarse resignados.
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