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Las personas tienden a gastar más cuando se sienten tristes

El intercambio monetario les permite sentirse mucho mejor consigo mismas y valorarse por sus posesiones.

06 de Junio de 2008 | 10:13 |
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Si siente tristeza y tiene planeado salir al supermercado o ir al Mall para adquirir los útiles escolares de sus hijos por adelantado, mejor quédese en su casa. Un estudio realizado por investigadores de cuatro universidades de Estados Unidos constató que más que un mito esta tendencia es una realidad.

El fenómeno de que la tristeza hace gastar más a las personas es popularmente conocido por psicólogos, publicistas y compradores. Además, un estudio de 2004 había dado algunas luces al respecto. Sin embargo, el nuevo estudio evidenció que el fenómeno se basa en un impulso inconsciente.

Científicos de las universidades de Harvard, Carnegie Mellon, Stanford y Pittsburgh expusieron a 33 voluntarios a ver videos con contenidos emocionales tristes y neutrales. Un grupo observó un breve video sobre la muerte del mentor de un niño. Mientras que otro grupo vio un video sobre el Gran Arrecife de Coral, frente a las costas de Australia. Luego a ambos grupos los invitaron a salir de compras, con el objeto de adquirir una simple botella de agua.

El curioso estudio dio como resultado que las personas que vieron el video triste pagaron casi cuatro veces más por una botella de agua que el grupo que vio el video emocionalmente neutral. Así, el grupo triste gastó un promedio de 2,11 dólares, mientras que el otro grupo gastó sólo 56 centavos por el mismo producto.

"Este es un fenómeno que ocurre sin que uno se dé cuenta", dijo Jennifer Lerner, profesora de Harvard que estudia el papel de las emociones en el proceso de tomar decisiones.

"Esto es realmente diferente de la idea de terapia de compras, que es cuando la gente se siente deprimida y sale a comprar para animarse. La gente no tiene idea de que esto está sucediendo", aclara la especialista.

Los investigadores concluyeron que la tristeza puede desatar una serie de reacciones en cadena. Entre ellas, por ejemplo, permite que las personas se centren más en sí mismas, haciendo que sientan que ellas y sus posesiones valen muy poco. "Ese sentimiento incrementa la disposición a gastar más, para sentirse mejor", señala Lerner.
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