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Historia de un amor nacido en Auschwitz

01 de Septiembre de 2010 | 16:33 | AP
Cuando los rusos llegaron a Cracovia en enero de 1945, Bielecki recorrió 40 kilómetros a pie bajo la nieve para reunirse con Cybulska en la granja, pero llegó cuatro días tarde. Cybulska pensó que “Juracek” estaba muerto o se había olvidado de ella y se fue en tren a Varsovia, decidida a buscar un tío que vivía en Estados Unidos. En el tren conoció a un judío, David Zacharowitz, con quien inició una relación y terminó casándose. Los dos se fueron a Suecia y luego a Nueva York, donde el tío de Cybulska los ayudó a abrir una joyería. Allí, Zacharowitz falleció en 1975. En Polonia, Bielecki también formó una familia y trabajó como director de una escuela de mecánicos de automóviles. Cybulska dijo que siempre pensó en Jurek y que ansiaba volver a Polonia y averiguar qué había sido de él. Un día le contó su historia a una señora polaca que le limpiaba la casa, y la mujer se quedó estupefacta. “Escuché esa historia de un hombre que se presentó en la televisión polaca”, le dijo la mujer, según Bielecki. Averiguó su número de teléfono y una mañana de mayo de 1983 Bielecki atendió una llamada en su departamento de Nowy Targ. “Escuché la voz de alguien que se reía, o lloraba, y luego una voz de mujer me dice 'Juracku, soy yo, tu Cyla”, recuerda Bielecki. A las pocas semanas se encontraron en el aeropuerto de Cracovia, hasta donde él le llevó 39 rosas, una por cada año que estuvieron separados. Ella lo visitó en Polonia varias veces. Juntos fueron al museo de Auschwitz, a la granja cuyo dueño la escondió a ella y a otros sitios. En los hoteles dormían juntos. “Renació el amor”, expresó Bielecki. “Cyla me decía: deja a tu esposa y ven conmigo a Estados Unidos”, cuenta. “Lloró cuando le dije que no podía hacerle eso a mis hijos”. Ella regresó a Nueva York y le escribió: “Jurek, ya no regresaré”, según Bielecki. No volvieron a verse y ella no respondió a sus cartas y falleció en Nueva York en el 2002. En 1985 el Instituto Yad Vashem de Jerusalén le entregó a Bielecki un reconocimiento por haber salvado a Cybulska. El relato que hace el instituto en su portal es similar al que le hizo Bielecki. “Quise mucho a Cyla, mucho”, dijo Bielecki. “Lloré después de la guerra porque ella no estaba conmigo. Soñaba con ella y me despertaba llorando”. “El destino decidió por nosotros. Pero yo volvería hacer lo mismo”.
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