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Cangri & Dash: Hermanos en las buenas y en las malas

“(La fama) nos mareó un poquitito”, confiesa la “dupla fashion” del docureality de Canal 13. Tras protagonizar serios accidentes automovilísticos y un largo período de carrete non stop, Maicol y Sebastián ya sacan las cuentas de lo que significó alcanzar una explosiva popularidad: su amistad está por sobre todas las cosas.

13 de Noviembre de 2012 | 15:54 | Por Ángela Tapia. F., Emol
Si nos tenemos que morir, moriremos juntos. Ésa es la conclusión a la que llegó Sebastián Leiva (20, más conocido como Cangri), cuando volvió a su casa, reencontrándose con su mejor amigo, Maicol González (Dash, 18 años), con quien había recién protagonizado un fuerte choque automovilístico.

Desde que ambos se hicieron conocidos en el programa de la gitana Perla, estos jóvenes conocieron la cara fea de dejarse llevar por las luces, como parte del costo que tiene la popularidad. Lo bueno, lo atesoran entre los mejores recuerdos de su vida, como cuando estuvieron en Viña, como parte del equipo de Canal 13, y veían desde su hotel, todos los días, a varias fans gritando por ellos. “Como iban siempre, ya las conocíamos y les tirábamos jugos por la ventana para que tomaran. Después, empezábamos a conversar y nos acordábamos de lo que estábamos haciendo en la misma fecha el año anterior”, recuerda Cangri.

Maicol y Sebastián se conocieron en el Liceo Politéctico Albert Einstein, de Cerrillos, donde hicieron buenas migas en los carretes colegiales. Las cimarras y las juntadas en las casas de compañeros después de clases, unió una amistad que hoy califican de “hermandad”.

La unión es tal que no conciben llevar una carrera televisiva por separado, y por lo mismo, hoy protagonizan su propio docureality “Dash & Cangri: El precio de la fama”. Allí, además de mostrar cómo les ha cambiado la vida, transformándose en la “dupla fashion” y burlándose de la ropa que usaban antes de ser famosos, enseñan cómo su grupo de amigos, especialmente femenino, ha crecido en exceso desde que su vida es acompañada constantemente por cámaras.

Ellos lo disfrutan. Son jóvenes y se quieren divertir. Pero al mismo tiempo, son conscientes de que las luces pueden volverlos locos, y llevarlos a cometer graves errores, como los dos choques que protagonizaron, y uno que -como dicen- perfectamente podría haberlos matado.

“Me da miedo la vida que estoy teniendo ahora”, decía Dash, tras uno de los accidentes. Y durante esta entrevista, reflexiona: “La fama tiene un lado bueno y malo. Uno después se da cuenta de las embarradas que se ha mandado, y que podría haber evitado la situación. Los choques que tuvimos fueron para no contarla dos veces”. A esto, su compañero responde: “Dios nos quiere aún aquí. Mala hierba nunca muere”.

-Decían que si se tenían que morir, lo harían juntos.
D: Si se iba uno, nos íbamos los dos. Es que ya somos como hermanos. Empezamos juntos en esto y vamos a llegar hasta el final juntos”.
C: “Ésta es una amistad muy linda. Saltamos del barrio al mundo, así que imagínate las conversaciones que teníamos. Nos preguntábamos qué estaba pasando, nos cuestionábamos cosas”.

-¿Qué se cuestionaban?
C:
“Los excesos, mucho carrete”.
D: “Decíamos, ‘¿crees que estamos carreteando mucho? No. Yo, tampoco. Ya, vamos entonces’ (ríe). Sinceramente, al principio de todo estábamos muy carreteros y desviados. Salíamos de lunes a lunes y de a poco nos fuimos tranquilizando”.
C: “Más encima, trabajábamos en las discoteques, así que era ¡yuju!”.

-Dash, en algún minuto dijiste que te daba miedo la vida que están llevando.
D: “Porque por la vida de ahora, por haber estado tan locos con las luces, las cámaras y las mujeres, chocamos. Si no, no hubiéramos tenido autos tan rápidos. Creo que todo esto nos mareó un poquitito”.
C: Inconscientemente, esta vida está llena de excesos. Lo tienes todo a la mano; dinero más fácil, los carretes mucho más fácil, todo. Si no tienes dónde carretear, pegas un llamado y tienes carrete de lunes a lunes. Por eso es más fácil portarse mal, y producto de la inmadurez, uno toma malas decisiones”.

-Es el precio de la fama de la que hablan, que también les ha traído más amigas a la vida.
C:
“De primera, era alucinante todo. Si antes tenías una amiga, ahora tenías diez, y todas muy simpáticas. Pero después ya no te llama la atención. De repente llega una mina con sus copas de más y te habla y te habla”.

-¿Han sido acosados?
D:
“No sé si hablar de acoso. O sea, yo no lo veo así (ríe). Nos vamos a preocupar cuando eso no pase”.
C: “Los gritos nos gustan y siempre agradecemos a la gente por el cariño que nos dan. Pero tenemos que cuidarnos harto en las discos. Todos nos observan, así que hay que estar pendientes las 24 horas. Igual, cuando carreteamos somos normales, bailamos y lo pasamos bien”.

-¿Es complicado sentirse tan observados?
C:
“Mucho. Si una persona te ve en la disco, sentado, tranquilito, dice ‘ah, se cree divo’. Y si te ve carreteando y pasándolo bien, ‘ah, el huevón se volvió loco’. Entonces, ya no sabes qué hacer después. No sabes cómo comportarte”.
D: “De repente, optamos por no salir. Esto nos ha obligado a madurar más rápido, aunque no lo queramos (ríe)”.

-¿Cómo lo hacen para que no se les suban los humos a la cabeza?
C:
“Es que siempre van a decir que se nos subieron los humos. Uno igual es persona, y a veces está cansado, pero si te piden mil fotos tienes que estar con la mejor cara. Y si ya en las últimas no la tienes, dicen que te crees divo. Así que no hay nada que hacer contra eso”.

-¿Qué les dicen sus amigos?
C:
“Nos dan las gracias porque seguimos igual. Los pasamos a buscar, si podemos ayudarlos, lo hacemos, y los acompañamos en sus cosas. No hemos cambiado el núcleo de amigos. No es que ahora nos juntemos con gente de Plaza Italia para arriba. Al contrario, puro barrio no más”.

-Les deben salir amigos hasta debajo de las piedras.
D:
“Igual les damos la posibilidad de que se junten con nosotros y nos hablen (ríe). Porque tampoco somos pesados y no somos quién para juzgar. Tampoco somos ‘amiguis’, pero le conversamos a la gente cuando se acerca en buena onda”.

-¿Qué es lo mejor que tiene Dash?
C:
“Que es súper honesto conmigo. Si le molesta algo me lo dice de frente. Por eso es mi cable a tierra. Lo otro es que es muy buen amigo”.

-¿Y Cangri?
D:
“Lo que tiene bueno el Seba es que es lindo (ríe). No, yo creo que tengo un privilegio. Él no es de piel con toda la gente; no se entrega a todos y a mí sí, en el sentido de que le he prestado el hombro y hemos llorado juntos, nos hemos abrazado, hemos estado en las buenas y en las malas, pero lo que es estar realmente en las buenas y en las malas. Y siempre ha estado ahí conmigo. Él no es así con la demás gente. Esto, más que una amistad, es una hermandad”.
C: “De repente, lloramos juntos mientras peleamos. Hay varias cosas en las que no estamos de acuerdo y nos enojamos, pero es parte del trabajo. Ya llevamos casi dos años 24/7 y creo que es parte del proceso”.

-¿Cómo pasaron a ser la “dupla fashion”?
D:
“Éramos antes ‘fashion-flaite’ y ahora somos ‘fashion-fashion, the real 2.0’. Va un 50/50 en la ropa y en la actitud de galán, de ganador”.
C: “Yo creo que aún somos ‘fashion-flaite’, porque somos los mismos de siempre; juntándonos con los amigos del barrio, pero con otra carcasa. De hecho, cuando estamos en el barrio hablamos más flaite todavía y cuando estamos acá, cambiamos solo en ese sentido. Pero internamente, somos los mismos de siempre”.

-¿Cuáles son sus vicios privados?
C:
“Yo sé el dato freak del Maicol, mirarse mil y una vez antes de salir del baño. Se mira, y cuando va a salir del baño, se devuelve para revisar si no se le ha desarmado el peinado”.
D: “Me preocupa la ropa, que se vea bien, que esté ordenada”.

-¿Y cuál es el vicio del Cangri?
D:
“La hamburguesa de triple queso, no lo quería decir (ríe). De verdad es loco por manejar, como que siente el motor. En vez de estar sentado, conversando, toma el auto y lo maneja”.
C: “A veces estoy en mi casa y me siento, pasan cinco minutos y siento que quiero manejar, así que pesco el auto y me voy a ver a un amigo. Eso me quita el estrés”.
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