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César Campos, de “Manos al fuego”: “Yo creía que las mujeres eran más santas”

El coanimador del nuevo estelar de Eva Gómez se mostró sorprendido con las pololas que se mostraron coquetas ante las pruebas que hace en su programa. Con todo, asegura que a ellas les pesa más la conciencia a la hora de engañar a sus parejas. “Puede ser que los hombres la tengan más escondida y las mujeres, más presente”, comenta.

15 de Octubre de 2013 | 15:06 | Por Ángela Tapia. F., Emol
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Valentina Campos, El Mercurio.
“Cuando estamos enamorados, a veces actuamos como si estuviéramos en otro planeta, nos mareamos”, asegura César Campos (@CesarAntonioC). El coanimador de “Manos al fuego (Chilevisión) ha sido testigo en el programa de Eva Gómez cómo la lógica parece estar ausente en muchas personas que han sido testigos de cómo sus parejas coquetean descaradamente -invitan a salir y hasta se lanzan- a actores previamente preparados para hacerles caer en la tentación.

“Si le preguntas a la gente en la calle si perdonarían una infidelidad, te contestan muy seguros que sería imposible. Pero en la práctica, he visto cómo dejan pasar un montón de cosas y vuelven a dar una segunda oportunidad, aunque tengas a todo el mundo en contra”, relata el periodista, que pasó de desenmascarar a estafadores y ladrones junto a Emilio Sutherland, a poner a prueba a hombres y mujeres que pololean, para ver secretamente con sus parejas, qué tan fieles pueden llegar a ser.

El programa se estrenó en septiembre, logrando una exitosa sintonía. Tal vez, los datos dados por el sitio de infieles Ashley Madison, que situó a Santiago como la ciudad con más infieles de Latinoamérica, puedan justificar el interés de los televidentes en este concurso, que ofrece hasta 500 mil pesos a las parejas que pasen invictos todas las pruebas.

“Nosotros y las personas que ponen las manos al fuego por sus parejas nos sorprendemos. Hay concursantes que son capaces de meterse nueve años de relación al bolsillo en solo cinco minutos. Muchos de ellos llegan confiados, para ver si lo que todos le dicen, que andan con alguien medio fresco, es verdad. Otros, que tenían sospechas, se van tranquilos. Hemos visto de todo”, explica Campos, quien ya ha acompañado a 40 personas, entre hombres y mujeres, que quisieron poner a prueba su relación.

“Después de haber visto de todo, creo que las mujeres son más inteligentes o hábiles a la hora de ser infiel. El hombre tiende a ser más básico; deja el celular encima, no borra los mensajes… Por otro lado, he visto en el programa que una mujer se escandaliza mucho más por cosas como que su pololo le pidió el teléfono a otra mujer. No ven con qué fin lo hace. Yo no le veo tanta gravedad a eso”.

-A ver, ¿y cuál es el fin de pedirle el teléfono a una mujer que viene recién conociendo?
“(Ríe) Esta discusión ya la he tenido con Eva Gómez. Yo digo que si es una niña extranjera que tiene toda una historia, quizás le quiere presentar un amigo o ayudarla a conocer la ciudad”.

-Ay, qué simpático…
“¡Pero si la intención es ser amable y galán!”.

-¿Para qué? Si está pololeando…
“Eso no significa que le piden el teléfono a la niña o le propongan llevarla a conocer la ciudad, haya una doble intención. ¿Qué pasa si vas por el centro y un extranjero te pide ayuda? ¿Le vas a decir que no, porque estás pololeando?”.

-¿Hay que invitarlo a salir?
“(Ríe) Ésa es la eterna discusión. Por eso digo que las mujeres son mucho más quisquillosas en ese sentido. Hacen show por las miradas y cosas mínimas. La prueba que es imperdonable es la negación. No puede haber una buena intención por detrás de eso. Pero del resto de las pruebas, creo que es que uno es buena onda con la gente, de verdad (ríe)”.

-¿Eres así de buena onda con todas las mujeres?
“No. Hoy en día estoy soltero, pero si no, no haría nada con dobles intenciones”.

-¿Has sido infiel alguna vez?
“No puedo responder eso (ríe)”.

-Podrías haber dicho que no al tiro…
“Es que cuando uno está joven, más chico, uno comete errores y se pasa por varias etapas en el amor. Al principio, están esos meses en que estás a full, y donde todo es maravilloso. Después, empiezas a ver los defectos de la otra persona, y luego hay un tiempo de estabilidad, en que no haces ningún esfuerzo. Ahí es cuando te empieza a entrar algo. Todo está muy tranquilo hasta que llega alguien, se sienta al lado tuyo a conversar y empieza la tentación… Pero no volvería a portarme mal. Uno no lo pasa bien y se arrepiente, porque no te gustaría que te hicieran lo mismo. Aprendí de la lección. Y fue una experiencia nada más”.

“Yo creía que las mujeres eran más santas”, asegura el periodista, negando cualquier tipo de tinte machista en su comentario. “Están bravas, no me las imaginaba así. Es que los hombres siempre han cargado esa mochila de los coquetos, los galanes, los pillos; que les ponen a una niña linda al frente y, si ven que les va bien, al tiro empiezan a invitar a salir”.

-¿Y qué pasa con las mujeres?
“Ellas tienen una psicología distinta, y eso es lo que he visto en el programa. Ellas se dejan conquistar, pierden dos pruebas seguidas y repuntan; dicen que podrían salir por ahí con el actor, y después se arrepienten. Son más impredecibles y los hombres, más básicos”.

-¿Podría ser que a ellas les pese más la conciencia?
“Yo creo que sí. Puede ser que los hombres la tengan más escondida y las mujeres, más presente (ríe)”.

-¿Te han sido infiel?
“No lo sé. Soy ingenuo y confío siempre. No ando revisando el celular mientras se están duchando, como algunas amigas lo hacen”.

-¿Ojos que no ven, corazón que no siente?
“Pero a veces es demasiado tarde, y has vivido con un velo, pensando que todo está bien, hasta que te das cuenta que te fallaron en la confianza depositada. Eso es muy decepcionante y duro”.

-¿Crees que hay que confesarlo o es mejor quedarse callado?
“No sé. En su minuto no confesé lo que hice, porque fue una experiencia, una curiosidad; no fue relevante. Si eso se hubiera mantenido en el tiempo como una relación paralela, sería otro tema; pero creo que a veces es mejor callar las cosas”.

-¿Una vez al año, no hace daño?
“¡No! La vida lo premia a uno cuando se porta bien. Así que hay que portarse bien siempre. Por suerte, la inmensa mayoría lo hace y es correcta. Por eso la gente se casa. Tienen dentro de su ser la bondad, no la maldad”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Me gusta conocer la ciudad, ir a lugares patrimoniales, subir el San Cristóbal o venirme al trabajo en bicicleta. Con este trabajo uno se desconecta un poco del ejercicio y andando, así que ando en bicicleta y aprovecho de ahorrarme el estrés del transporte público. Desde hace años que quiero ir a Lo Vásquez para el 8 de diciembre, y espero que este año se cumpla el objetivo. No lo hago para pagar una manda ni nada, solo por amor a la Virgen”.
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