EMOLTV

Ariel Levy: El actor que alguna vez fue “mala junta”

En su peak de internacionalización y carrera cinematográfica, el actor se prepara para estrenar 5 películas este año en Chile y el extranjero. Ambicioso, confiesa que le gusta “estar en todas” y por eso a veces se ha visto un poco superado por el trajín laboral. “He pasado por momentos en que mi cuerpo y mi mente me han pedido un poco de relajo”, cuenta.

01 de Abril de 2014 | 15:47 | Por Ángela Tapia Fariña, Emol.
imagen
Andrea Maturana, El Mercurio
Hace diez años, Ariel Levy (@Ariel_Levy, 29) daba rienda suelta a su imaginación. Mientras el actor debutaba en la pantalla grande con “Promedio Rojo” –como el bueno y nerd de Roberto Rodríguez-, soñaba: ‘¿Y si pudiera vivir del cine? ¿Y si pudiera, al menos, hacer tres de estas producciones al año?’. Sonaba imposible, pero lo logró.

Tras su éxito con la ópera prima de Nicolás López, dar varios pasos con personajes en televisión y probar su desempeño en teatro, Levy se catapultó como “rey de la comedia” con la trilogía de “Qué pena tu vida”, “Qué pena tu boda” y “Qué pena tu familia”, películas que le dieron la vitrina necesaria para encontrarse en la actualidad a punto de estrenar cinco films solo este año, en Chile y en el extranjero.

En orden cronológico, su trayecto por la taquilla sería más o menos así: Esta semana, el 3 de abril, estrena en Perú “Loco cielo de abril” (comedia romántica), que protagoniza con la actriz peruana Fiorella Rodríguez. Luego, en julio, se espera por fin en los cines chilenos “Aftershock” (suspenso), dirigida por López y el cineasta estadounidense Eli Roth, el mismo a cargo de “The green inferno” (thriller), película que se presentará en septiembre en tres mil salas de Estados Unidos, y que tiene entre sus rostros principales a Levy.

A esto se le suma “Fuerzas especiales” (comedia), junto a los carabineros que personifican Sergio Freire y Rodrigo Salinas, y cuyo estreno se espera para octubre y, por último “The Foreigner” (thriller), del uruguayo Guillermo Amoedo, en la que interpreta a un drogadicto, hijo de un policía (Luis Gnecco), y que sería presentada al público a fines de este año. Tanto ésta última, como “Green inferno”, fueron hechas en inglés. 

“Me siento súper afortunado. Necesitaba un cambio de rol, cosas que se alejaran de la comedia romántica. Todo actor tiene miedo a encasillarse”, cuenta en su departamento, al que llegó a vivir hace un par de meses, pero que recién tiene algo de tiempo para disfrutrar.

-¿Solo muy afortunado?
“Afortunado y muy autoexigente. Tengo una ambición sana, que es de no quedarme en un punto fijo. Por ejemplo, si ya hice películas en Perú y Estados Unidos, ¿por qué no en México, Argentina o España? Ya cumplí mi meta de hacer tres películas al año, aunque eso sonaba imposible cuando partí en esto. Y después de lo bien que nos fue con las ‘Qué pena…’, sentí que ya había demostrado que la comedia romántica se me da. ‘Ok, le pego, funciona, ahora quiero un cambio de rol’, pensaba. Y lo hice”.

-¿Tienes la ambición como filosofía de vida?
“La verdad es que para mí es súper natural esa ambición. Yo sé que la ambición tiene una connotación medio negativa, pero no le veo algo malo. Para mí es lógico para sentirme bien, el estar constantemente haciendo cosas nuevas y cambiando harto de lugares y cosas, y afortunadamente, me ha servido como motor para que me vaya lo bien que me ha ido en estos últimos años. Si no, no estaría donde estoy. Sin embargo, a veces me canso porque siento que hago muchas cosas (ríe). Tengo un mal que estoy trabajando, y es que no sé decir que no. Hago trabajo tras trabajo, me tomo muy pocas vacaciones, y cuando lo hago, son como tres días que aprovecho también para trabajar en algo”.

-¿Hay ambición de plata también?
“No, solo me gusta hacer cosas.  Mientras uno más hace, más aprende y mientras más gente conoces, más oportunidades tienes después. Si alguien desconocido te llama para un trabajo, no sabes si estás frente a un futuro talento. A mí me gusta eso. No me gusta perderme de nada, por eso me cuesta decir que no. Pero hoy ya aprendí a darme un poco de respiro para poder estar más en mi casa, con mi familia y mis amigos. Si no, lo empiezas a pasar mal. Partí muy chico, hace diez años, y he pasado por momentos en que mi cuerpo y mi mente me han pedido un poco de relajo”.

-¡Diez años ya!
“Sí. Viendo las cosas, desde que partí a esta parte, creo que soy otra persona en todo sentido. Cuando partí era más niño para un montón de cosas, más impulsivo y explosivo, más impaciente. No había hecho tantas cosas, he conocido a demasiada gente en el camino, y no esperaba estar así ahora. Pensaba que iba a ser mucho más piola. Pero estoy contento de que haya tomado el curso que tomó. No me arrepiento de nada que haya o hecho o no en esa época”.

-¿Maduraste?
“Totalmente. No se nota, pero sí. Es difícil madurar en un medio así, y por eso hay tanto tipo que se pierde, que se cura o se mata. Bueno, en Chile no pasa tanto eso, pero igual es difícil. Hay mucha invitación a fiestas, harta tontera y a uno se le olvida que está trabajando, que ir a algunos eventos, es trabajo también. Yo trato de no olvidarme nunca de eso”.

-¿Cómo lo hiciste con las tentaciones?
“Es que siempre me importó más mi pega, y me guié por los horarios en que tenía que trabajar. Nunca fijé mi trabajo según cuántas fiestas más o más productos me podían auspiciar. Y creo que hay mucho actor joven, o rostro joven, que sí están preocupados más del evento y de la marca, que de su trabajo. Es muy fácil marearse y salirse del camino. Pero cuando he tenido un poco de cercanía con la farándula y he pisado el palito un poco, me he dado cuenta rápido y me retraigo. Esa no es mi pega, no es mi lugar y no es donde quiero estar”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Tengo manías como que si estoy en un lugar y hay un espejo, no puedo evitar mirarme”.

-¿Vanidoso?
“La gente siempre lo interpreta así, pero creo que está mezclado con inseguridad porque es como para ver si está todo bien. Tengo hartas inseguridades en todo orden de cosas; no con mi físico, pero sí socialmente. Cuando conozco a alguien o a una chica, me voy un poco para dentro. Echo la talla en mi pega, donde los conozco a todos, pero mi primer acercamiento a la gente es calladito”.

-¿Algún trauma?
“No sé. Cuando chico me echaron del colegio porque se supone que era mala junta. De ahí quede como dolido. Fue muy mala onda eso. Tenía 10, 11 años y venían los papás de mis compañeros a decirme que no podía juntarme con sus hijos o ir a sus casa porque era mala junta. Eso me dejó como pisando huevos cuando conocía gente. Es una tontera que aún me acuerde de eso, si ya no hago nada. Ya no soy el niño de 10 años hiperquinético”.
EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?